Por Federico Arreola
Ortiz y Carstens: El gordo y el flaco
Ortiz y Carstens: El gordo y el flaco
Y todavía se reían. No contentos con el desastre económico que han agravado por irresponsables y negligentes, El Gordo y el Flaco salieron a dar la cara ayer miércoles, felices de la vida, para explicarnos que no pasa nada, que México va bien, que están sorprendidos de que el peso se haya devaluado. Sorprendidos, en efecto, porque nuestra economía, según ellos, es fuerte y aguanta todo. Ni la burla perdonan.
El flaco, y ciertamente muy frívolo, Guillermo Ortiz, gobernador del Banco de México, y el gordo, y muy bueno para nada, Agustín Carstens, secretario de Hacienda y Crédito Público, echando mano a su tecnocracia han tratado de tranquilizar a la población contando el cuento, ya contado por el jefe de ellos, el señor Calderón, de que la pulmonía que le ha dado a Estados Unidos va a significar para nosotros apenas un insignificante catarrito. Pero, en realidad, en vez de calmar a los ciudadanos, ellos los han preocupado todavía más.
El único político que ha mostrado altura de miras y que ha propuesto soluciones de fondo a la crisis del sistema económico mexicano es el presidente legítimo, Andrés Manuel López Obrador, quien ha propuesto un plan anticrisis sensato y técnicamente sustentado, que parte de lo más importante: exigirle austeridad real al gobierno de México, que si deja de gastar en tantas cosas superfluas (como sueldos excesivos, prestaciones elevadas, guaruras, etcétera) podría ahorrar muchos miles de millones de pesos para dedicarlos a sacar adelante la actividad productiva de la gente común y corriente
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