Indice Político
Francisco Rodríguez
"Muerte” sin fin
31 de Octubre de 2008
“Dios ha muerto. Parece que lo mataron los hombres”.Friedrich Nietzsche
¡Qué paradoja! a San Lázaro llegó este martes un “muerto” político que acaparó reflectores y atención generalizados. Le huyeron aterrados los tricolores, quienes se encerraron en un salón a observarlo a través de monitores de televisión. Lo mismo hicieron asustadizos panistas que, igual, se juntaron para ver a través del plasma –otra paradoja— lo que erróneamente suponen es un ectoplasma.
Dead man walking. Un “muerto” que camina. Y lo hace al frente de miles de seguidores. A través de varias calles, partiendo ahora del Zócalo que siempre ha sido su destino
Fue el martes, entonces, un adelantado día de “muertos”.
¡Y vaya “muerto”!
Porque al que han “matado” y hasta políticamente “auto-suicidado”, tuvo ese martes otro de esos sus grandes días.
Ríos de tinta, que dicen los cursis. Chorro de voces —amplificado por micrófonos— diciendo chorradas. Megabytes incalculables. Todo en torno al “muerto” más vivo –vivísimo, además— que nunca.
Que si ya avanzó, se reportaba. Que si ya llegó al helipuerto, pero en SUV. Que ya entró al Salón de Protocolo. Que saludó de mano a Don Fulano y a Doña Perengana le dio un beso. Que ya comenzó su perorata.
Y siguen los reportes, al instante: Que habló de “El Innombrable”, nombrándolo. También de aquella que embrujó al grandote, para casarse con él y enriquecerse al amparo del ilimitado poder que da vivir en Los Pinos. Y del hombre Equis de la iniciativa privada, entre otros a quienes calificó de truhanes.
“Muerto” necio. “Muerto” terco. “Muerto” empecinado. Que porque ya ganó. Que porque es un triunfador. Que porque insiste en presentarse derrotado, débil, corean no pocos al vertical y uniforme dictado.
Pero ahí los tiene. “Muerto”, “muerto”, otra vez los ha seducido y hasta embaucado.
Es además un “muerto” persistente. Y por ello varias veces resucitado. “Murió” en julio de 2006. Renació. Volvió a “morir” cuando se asentó en el Zócalo –su destino— y sus seguidores sobre el Paseo de la Reforma. Revivió. Lo han “suicidado” en marzo, cuando el fraude interno del PRD impidió que a su dirigencia llegara a quien muchos veían cual su delfín. Resurgió…
Zabludovsky dice que en Los Pinos hay una brigada especial que, cada ocasión que el “muerto” pareciera desfallecer, sale de inmediato en su auxilio para reanimarlo.Y que le dan banderas. Una tras otra. Y que le ceden espacios. Y que lo quieren rebasar por la izquierda en la que transita. Y que lo nombran sin nombrarlo en cuanto discurso o mensaje encadenado leen o improvisan. Y que, omnipresente y omnipoderoso, acaban por hacer lo que el “muerto” propone –una refinería— o aquello por lo que lucha –no privatizar la industria petrolera, con sus asegunes…Pero está “muerto”, dicen…
Así “muerto” los asusta. Le temen. Acaban por escuchar y obedecer su voz de “ultratumba”.
Es esta una “’Muerte’” sin fin”, cual el poema de Gorostiza: “Lleno de mí, sitiado en mi epidermis / por un dios inasible que me ahoga, / mentido acaso / por su radiante atmósfera de luces…”.
Pero también una resurrección inacabable.
Porque, dicen los jóvenes, con él está claro que “no se la acaban”.
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