EDITORIAL
Si quien de facto es el Presidente de la República, violando la norma constitucional, ni siquiera se digna informar personalmente a la Nación de los destinos de los dineros que les cobra a sus ciudadanos ¿De qué México estamos hablando?
¿Dónde está la República? ¿Qué significa Democracia?
“El Hombre debe saber a dónde va, aunque vaya en brazos de los Dioses”, decía el inmenso Pitágoras, “El Hombre que jamás mintió”.
Y lo mismo y nosotros, pueblo guadalupano, quizá vayamos en brazos de la Morenita del Tepeyac; pero: ¿Cómo vamos a saber a dónde vamos, si ni siquiera sabemos en dónde estamos parados?
La inestabilidad de una Patria, de la que solo nos quedan recuerdos pues les han bastado a quienes nos han gobernado unos cuantos años para desbaratarla; en la que no se sabe ni qué va a pasar con la fluctuación del peso respecto al dólar.
Y más. En la que no se sabe si regresará uno a casa, o no, pues la inseguridad es parte de inestabilidad que recuerda los años de la Revolución.
Aunque se sepa a dónde se quiere llegar, no se sabe que rumbo tomar si no se sabe de dónde se parte.
Y por el momento, es tal el desajuste en todos los sentidos inherentes al gobierno, y sobre todo la poca credibilidad hacia los gobernantes, que difícilmente se puede saber la realidad de nuestra posición.
Solo sabemos que estamos peor que Haití; y eso ya es decir mucho. Pensar que porque los diputados de la XVI Legislatura tomaron posesión del cargo, las cosas van a cambiar ¡con los mismos! es seguir creyendo en Santa Claus, o en el Conejito de Pascua.
Resulta que ni cuando teníamos un Presidente estuvimos tan mal. Hoy tenemos dos Presidentes legítimos (Navarrete “El Traidor” ya por fin legitimó a Calderón) y la nación anda de cabeza.
A Severino Torreblanca, alias “Pelo Negro”, lo traen como perro con calcetín y lo responsabilizan del asesinato de quien fuera líder de la Legislatura local y posible sucesor a la gubernatura…
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