Jacinta Francisco Marcial, María Concepción Moreno Ortega y los licenciados
21 Sep 09
21 Sep 09
Agustín Escobar Ledesma
¿Qué pasa con los abogados queretanos? ¿Qué aprenden o, más bien, qué les enseñan en las aulas universitarias? No es posible que en los dos casos más notorios de injusticia que han sufrido sendas ciudadanas queretanas, sus defensores las hayan engañado, defraudado y abandonado a su suerte tras las rejas, con sentencias condenatorias injustas y tremendamente desproporcionadas.
Por supuesto que me refiero a los paradigmáticos casos de dos mujeres que guardan varias coincidencias, Jacinta Francisco Marcial, encarcelada de marzo de 2007 a septiembre de 2009 y de María Concepción Moreno Arteaga, prisionera de marzo de 2005 a septiembre de 2007. La primera acusada de “secuestrar” a seis fornidos agentes policíacos, en tanto que a la segunda se le imputaba el tráfico de indocumentados, cuando su único “delito” fue el de dar un taco y un vaso de agua a un grupo de migrantes centroamericanos.
Entre abogados te veas
Raúl Olvera Ochoa fue el abogado que en un primer momento llevó el caso de Jacinta Francisco Marcial, mujer ñañhu de Santiago Mexquititlán, Amealco, dejándola encarcelada y a su familia endeudada por los honorarios que cobró sin garantizarle una defensa apropiada. Luego, el juez Rodolfo Pedraza Longi la condenó ¿por ser indígena, por consigna? No sabemos.
En tanto que, Vicente Rayas Gómez, fue el defensor de María Concepción Moreno Arteaga, humilde mujer de El Ahorcado, quien aseguró a los familiares de la encarcelada que quedaría en libertad si le daban 10 mil pesos por sus servicios. Así, entre dinero prestado y dinero donado por la propia comunidad, la familia entregó la cantidad solicitada al abogado, sin embargo María Concepción Moreno Arteaga jamás obtuvo la ansiada libertad.
El refrán aquel de que los plátanos y los abogados jamás serán derechos, refleja una alarmante situación de la ética de los abogados queretanos. Por supuesto que hay excepciones, que confirman la excepción del refrán.
Banderas del PRD
La tentación de manosear y enarbolar la bandera de las dos mujeres en problemas también apareció entre otros licenciados, ambos candidatos a puestos de elección popular bajo las siglas del PRD. El abogado Arnulfo Moya Vargas (el Obama queretano, como lo llama Julio Figueroa), en campaña por una diputación (que no ganó) por el Partido de la Revolución Democrática, no dudó en utilizar el caso de la señora Jacinta Francisco Marcial para obtener votos durante el proceso electoral de este 2009.
Otro licenciado, Ramón Malagón Silva, también candidato del Partido de la Revolución Democrática, durante las campañas a la presidencia municipal de Pedro Escobedo de 2006, se comprometió con los familiares de María Concepción Moreno Arteaga a liberarla de la cárcel, ganara o perdiera el cargo por el que competía. Por supuesto que una vez pasado el proceso electoral, que por cierto perdió, se olvidó del asunto.
La luz al final del túnel
De no haber sido por diferentes organizaciones civiles defensoras de los derechos humanos, tal vez Jacinta Francisco Marcial y María Concepción Moreno Arteaga continuarían confinadas injustamente en la cárcel. Gracias a los buenos oficios del Centro de Derechos Humanos Fray Jacobo Daciano, el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez y Amnistía Internacional, las dos ciudadanas queretanas fueron arrancadas de las garras de la injusticia.
¿Qué falta? Que Jacinta Francisco Marcial sea indemnizada por los tres años de injusticia que sufrió; que las señoras Teresa González y Alberta Alcántara, coacusadas con Jacinta, sean liberadas de manera inmediata; que los abogados que las defendieron de manera fallida regresen los honorarios que cobraron de manera indebida; que la Procuraduría General de Justicia públicamente ofrezca una disculpa a estas mujeres.
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