EDITORIAL
De que mentir es pecado.
Y así como han detenido a Alcaldes, policías y funcionarios, así deberían detener a los integrantes de la Conferencia del Episcopado Mexicano, que dependiendo directamente del Vaticano y actuando en observancia de sus intereses, que nada tienen que ver con lo que dicen representar (como nuestros diputados) y todos tienen nexos con los narcotraficantes.
Si bien es cierto que las relaciones de los curas con quienes se dedican al trasiego de las drogas, no es nada nuevo; y que eran gobiernos priístas los que solapaban esas actividades.
Es igualmente cierto que desde ese mismo tiempo (e históricamente mucho más) los nexos de los Jefes de los cárteles con las más altas esferas vaticanas, eran cosa sabida.
Baste recordar cuando los hermanos Arellano Félix, con el conocimiento del Procurador, por aquél entonces Jorge Carpizo, visitaron a Girolamo Prigione en la propia nunciatura papal (la embajada del Vaticano) porque querían informarle al Papa que ellos no habían tenido nada que ver con el asesinato del cardenal Posadas Ocampo. Ocioso es repetir una historia por todos conocida.
Con el Estado de Excepción que estamos viviendo, sin posibilidades de que se respeten las garantías individuales, como ya es obvio, el terrorismo político que está imponiendo el Estado, porque en materia de corrupción, México es como la casa del jabonero, donde el que no cae resbala, va a tener serias consecuencias pues a cual más a cual menos están todos literalmente aterrorizados.
Y si el señor Calderón le sigue mintiendo a los ciudadanos, las cosas van a terminar muy mal, pues acabará el Pueblo siendo partidario de los delincuentes. Ha sucedido muchas veces. Chucho “El Roto” es un ejemplo de ello.
El que según reporte de la propia Secretaría de Seguridad Pública, pedido ex profeso por MILENIO, existan 980 “Zonas de Impunidad” en nuestro México, como pomposamente se les nombra oficialmente a los territorios en donde no hay más Ley que la delincuencia.
Cuando ya habiéndole informado a la señora Clinton de que eran 233 las zonas referidas, el señor Calderón declaró que no había ningún territorio del País sobre el que no se tuviera control.
Hace ver que en un Gobierno tan descoordinado como el presente, en el que no se ponen de acuerdo ni en las declaraciones, las mentiras no tardan mucho en salir a flote y lo peor que le puede pasar a un político, es que pierda la credibilidad.
Independientemente de que por su actuar, parece ser que don Felipe, siendo tan católico, no sabe que mentir es pecado. Y si él se quiere ir a los infiernos, pues muy su gusto, pero no tiene derecho a querernos llevar a todos los mexicanos.
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