viernes, 8 de febrero de 2008

ENTREVISTA ....A CRISTINA VALLS

CRISTINA VALLS
¡¡Exijamos lo Imposible!!


“Reclamamos que se reconozca la violación como método de tortura”


Entrevista a Cristina Valls, una de las ciudadanas españolas deportadas en 2006 tras la represión en Atenco, México. El 25 de enero presentó ante la Audiencia Nacional una denuncia por torturas contra ese Gobierno.

Rosario Ortega en Diagonal

Cristina Valls aclara que habla en plural porque, aunque la denuncia se pone con su nombre, es un trabajo de muchas personas. “Está el equipo de abogadas de Women’s Link, el grupo de Todas Somos Atenco, y la gente que está en México. Es parte del mismo grupo, de la misma resistencia”.

DIAGONAL: ¿Cómo fue la detención? ¿Por qué estabas en Atenco?

CRISTINA VALLS: Llegué en la noche del 3 de mayo [de 2006] en la caravana que acompañaba a ‘La Otra Campaña’ [iniciativa zapatista que recorrió México], como sociedad civil, ante la llamada de solidaridad de los pobladores. Sobre las 6 del mañana del 4 de mayo, entró el operativo de 3.000 elementos de los tres cuerpos policiales –municipal, estatal y federal– de México apoyado por varios helicópteros contra 300 civiles. La policía cercó el pueblo disparando gases lacrimógenos y armas de fuego. Llegó un momento en el que ya no teníamos visión y nos habían cercado en el centro del pueblo. Corrí, alguien abrió las puertas de su casa, entonces entré a refugiarme.

Éramos como 12 personas, estuvimos algo más de una hora intentando calmarnos y curándonos las heridas. Incluso, como no podíamos salir de la casa porque fuera estaba el operativo, la señora de la casa encendió la televisión para ver cómo se estaba dando la noticia, qué es lo que estaba viendo la gente en sus casas sobre Atenco. Nos sentimos bastante impotentes viendo las imágenes. Cómo estaban manipulando todo. Nosotras estábamos ahí, sabiendo lo que estaba pasando y viendo que los medios estaban criminalizándonos.

Después de una hora u hora y media de estar en la casa, empezaron a golpear la puerta y ahí fue cuando entró la policía. Echaron la puerta abajo y en seguida nos detuvieron a todas. Comenzaron los golpes y los gritos. Nos tiraron al suelo y nos ataron las manos a la espalda. Entre golpes, insultos y amenazas nos taparon los ojos. Al rato nos sacaron a la calle y nos tiraron al suelo mientras seguían golpeándonos ya sin poder nosotras ver nada. Nos subieron a camiones, tirándonos al suelo y apilándonos unas encima de otras. Empezó la pesadilla.

Luego supe que en condiciones normales el trayecto de Atenco hasta el penal de Santiaguito dura cerca de dos horas.

En esta ocasión fueron seis. Los policías que nos custodiaban nos tiraron al suelo del camión, cerraron las cortinas e hicieron lo que les vino en gusto en el papel de torturadores y torturadoras. Sufrimos asfixia puesto que algunas llegamos a estar varias horas bajo cuatro o cinco cuerpos. Durante ese tiempo los golpes y las amenazas de muerte fueron constantes. Las mujeres, una vez más, fuimos sometidas a vejaciones y violaciones.

A la entrada al penal seguimos siendo golpeadas y amenazadas. Nos hicieron una revisión médica superficial. Prestamos declaración ante los abogados del Ministerio Público y ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos que entró al penal a visitarnos. Todos omitieron recoger el relato de las torturas que explicábamos. En el penal estuvimos todo el día. Eran cerca de las 2 de la madrugada cuando comenzaron a llevar a la gente a las celdas. A mí y a cuatro compañeras extranjeras, nos sacaron para llevarnos a la Estación de Migración (EM).

En la EM nos sometieron a una fuerte tortura psicológica. Desde las 3 de la madrugada hasta las 6 de la tarde del 5 de mayo no dejaron de molestarnos con la excusa de todo tipo de trámites para no dejarnos dormir. Seguimos recibiendo gritos y amenazas. Jamás nos explicaron nada sobre nuestra detención ni nuestra situación. Por la tarde nos subieron a un coche, sin ninguna explicación, más que los gritos, y nos llevaron al aeropuerto. A las 11 de la noche subí a un avión rumbo a Barcelona, donde llegué con dos policías mexicanos.

D.: ¿Tuviste comunicación con el Gobierno español?

C.V.: A la EM llegó el cónsul de España en México, pero se limitó a preguntarme si quería que llamara a mi familia. Le expliqué todo lo que habíamos pasado y estábamos pasando. No hizo caso, dijo que él no podía hacer nada. Tampoco me informó sobre qué iban a hacer conmigo, me dijo que probablemente sería deportada pero que sólo lo pensaba, que no sabía nada.

D.: ¿El Gobierno español se ha pronunciado?

C.V.: No, hasta el día de hoy no he recibido ninguna palabra ni comunicación del Gobierno español. Se ha mantenido en silencio. Se le han enviado cartas pidiendo que se pronunciara, pero nada.

D.: ¿Cuál es el objetivo de la denuncia y cómo es que se presenta tanto tiempo después?

C.V.: Desde que conocí en octubre de 2006 al equipo de abogadas Women’s Link hasta ahora, hemos estado trabajando en la presentación de esta querella. Pedimos que se investigue y se señale a los responsables, tanto materiales como intelectuales, del operativo. Buscamos responsabilidades, ya que ninguno de ellos ha sido castigado. Reclamamos que se reconozca la agresión sexual y la violación como método de tortura. Por todos los años y situaciones en las que las mujeres somos botín de guerra, creemos que es un buen motivo para entrarle a este tema.

Como apoyo a esta denuncia legal y enfocado al trabajo político, hay un grupo trabajando que se llama Atenco Somos Todas. Es un grupo abierto [ www.justiciaparaatenco. blogspot.com ]. Por otro lado el proyecto del aeropuerto por el cual el pueblo de Atenco está siendo hostigado se ha vuelto a activar.

Atenco, no más silencio

Los días 3 y 4 de mayo de 2006 se produjo uno de los más brutales capítulos de represión de la historia actual de México. Años antes, algunos de los proyectos neoliberales del entonces presidente Vicente Fox se vinieron abajo cuando los pequeños propietarios de Atenco lograron oponerse a la expropiación a un precio ridículo de sus tierras en las que están sus cultivos y casas para construir un aeropuerto internacional.

Sus protestas y movilizaciones fueron apoyadas por colectivos y organizaciones de México y del resto del mundo. Como respuesta, y aprovechando unos incidentes sucedidos tras el desalojo de unos vendedores de flores, el Gobierno envió un operativo policial de más de 3.000 policías que sometieron a 300 cilviles a detenciones ilegales, registros de domicilios, tratos crueles y degradantes y tortura psicológica y física, incluyendo abusos sexuales y violaciones a la mayoría de las mujeres. El saldo fue de más de 200 personas detenidas, dos jóvenes muertos… Ahora hay 19 presos, y tres de ellos con condenas de 67 años en penales de máxima seguridad. Los responsables de las brutalidades están libres y el proyecto de aeropuerto se ha vuelto a activar.


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