¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
Peña Nieto y Pemex, los enredos y la ganga
MÉXICO, D.F. (apro).- En ningún otro gobierno entrante, el nombre del
futuro director de Pemex había generado tantas expectativas y
ambiciones. No es para menos. Los sectores empresariales, burocráticos,
políticos y sindicales ya saben que el principal negocio del sexenio
peñista será el energético y quien encabece la paraestatal más
importante del país protagonizará el nuevo montaje del sueño petrolero…
para la iniciativa privada.
En menos de tres meses hay versiones
de cuatro nombres que se barajan en el equipo de transición para
encabezar la paraestatal: Alfredo del Mazo González, el tío más
influyente de Peña Nieto, exgobernador mexiquense, ex secretario de
Energía y que anhela restablecer los negocios suspendidos desde que no
fue presidente de la República en 1988; Liébano Sáenz, cuyo nombre se
mencionó entre los círculos zedillistas para hacer valer la fuerza del
expresidente más famoso entre los corporativos multinacionales;
Francisco Labastida Ochoa, interlocutor del calderonismo en la frustrada
reforma energética de 2008, experto en la materia, excandidato
presidencial y con un fuerte veto de quien tiene más poder en el tache
que en el palomeo: Carlos Salians de Gortari; y otro perfil que
represente menos compromisos y más cercanía directa con el propio Peña
Nieto, que podría ser alguien de su círculo más cercano.
Hasta los
calderonistas y foxistas mencionan al actual director de Pemex, Juan
José Suárez Coppel, como un posible repetidor en la paraestatal, a pesar
de la ola de corrupción que deja tras su gestión; de la forma
escandalosa y opaca con la que ha manejado temas como el de los floteles
u “hoteles flotantes” de Galicia; o el caso de Mexicana de Lubricantes
que en Proceso se ha documentado con toda precisión.
Las
ambiciones están desatadas porque el peñismo se ha encargado desde la
campaña electoral de alentar la “venta de garage” de Pemex. El
exgobernador mexiquense dijo que era hora de “rebasar los prejuicios”
ideológicos y abrir la paraestatal a la inversión privada.
Nunca
hubo una reflexión mínima sobre el carácter estratégico de Pemex, no
sólo para la economía, sino para la soberanía y la fortaleza de nuestro
país en un contexto internacional cada vez más incierto.
El
“cerebro” de Peña Nieto, Luis Videgaray, reiteró en una entrevista
reciente con The Wall Street Journal que el próximo gobierno priista
reitera su inclinación por la apertura a la inversión privada, al mismo
tiempo que en Brasil su jefe reiteraba que el modelo de Petrobras sería
el más viable para México.
¿Por qué se extraña ahora Peña Nieto
que sus declaraciones sobre la privatización de Pemex generen
ambiciones, confusiones y críticas obvias de los sectores que están en
contra de esta posibilidad?
En España, ante la crema y nata de los
inversionistas ibéricos que se han convertido en los grandes
beneficiarios de la obra pública y de los modelos de asociación
público-privado (APP), Peña Nieto rechazó que la apertura al capital
privado significara la “privatización” de Pemex. En lenguaje
cantinflesco, el priista insistió que será el Estado mexicano el
propietario original de los yacimientos y del hidrocarburo.
Al
mismo tiempo que negaba que privatizar significara privatizar, Peña
Nieto presumió que su gobierno continuará con la inversión de 380
millones de dólares para generar empleo en los astilleros gallegos
Navantia e Hijos de J Barrera en la construcción de dos hoteles
flotantes.
La Jornada publicó en su edición de este 16 de octubre
el texto de una presentación de Pemex donde presume que los ingresos de
la empresa petrolera son equiparables a los de América Móvil, Walmart,
Femsa, Cemex y Alfa, juntos. Es decir, los corporativos privados más
importantes del país.
Añade que Pemex invierte anualmente unos 23
mil 200 millones de dólares, más que todas las empresas que forman parte
del Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) de la Bolsa Mexicana de
Valores.
Esta presentación fue realizada a los grandes capitales
privados, sobre todo, a los inversionistas europeos y estadunidenses con
los que Peña Nieto sostuvo reuniones en su reciente gira.
No se
trata de enredos declarativos, sino de engaños. Mejor que el futuro
gobernante presente una iniciativa de ley para conocer hasta dónde
pretenden “privatizar sin privatizar”.
www.homozapping.com.mx
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