¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Proceso
La violencia de Vallejo
MÉXICO, D.F. (apro).- Fausto Vallejo es un político priista hecho a 
la antigua. Usa la mano dura cuando se siente débil, y quiere aparentar 
flexibilidad y democracia cuando en realidad tiene un perfil autoritario
 y demagógico.
De 70 años, enfermo de diabetes, sin cuadros nuevos
 en el priismo michoacano que le puedan ayudar a enfrentar los múltiples
 conflictos del estado, llegó al puesto de gobernador más por inercia y 
el enfado de la población en contra del perredista Leonel Godoy, que por
 representar una verdadera solución a la crisis de la entidad.
Hoy
 esa debilidad de gobernar (aunada a la física) se muestra con acciones 
desmesuradas de uso de la fuerza, como la que utilizó contra los 
estudiantes normalistas de Cherán, Tiripetío y Arteaga, quienes fueron 
reprimidos por varios miles de policías con gases y armas, e intimidados
 con helicópteros y unidades terrestres.
¿Por qué no usa esa misma
 fuerza contra las bandas del crimen organizado, si realmente quiere dar
 un mensaje de gobernabilidad? ¿Por qué no instrumentar un operativo 
similar o a un más fuerte contra quienes atentan a la seguridad de 
Michoacán? ¿Por qué tratar a jóvenes (mujeres y hombres) veinteañeros 
como delincuentes de alto peligro, peor que narcotraficantes, 
golpeándolos y persiguiéndolos con helicópteros en el interior de las 
escuelas y en las montañas?
La mayor parte de los estudiantes de 
esas escuelas normales son hijos de indígenas, campesinos y comuneros 
que no tienen otra oportunidad para estudiar que estos planteles que 
sobreviven con presupuestos raquíticos. Entrar a una de las escuelas 
normales campesinas e indígenas es un privilegio para todos ellos y ven 
su escuela como su casa, no solo porque ahí habitan, sino porque forma 
parte de su comunidad, de su pueblo.
Fausto Vallejo ha salido a 
defenderse en medios de comunicación a modo, asegurando que desde el 
PRD, la disidencia magisterial y las escuelas normales se busca 
desestabilizar su gobierno, y que el operativo policiaco se realizó para
 acabar con la impunidad de los jóvenes que habían secuestrado camiones y
 autos.
Pero si de impunidad se trata, la mayor destaca entre las 
autoridades de su gobierno que solapan la corrupción y están coludidos 
con aquellos grupos que realmente atentan contra la seguridad de los 
michoacanos.
Hay regiones enteras de Michoacán donde Fausto 
Vallejo y su brazo duro, el subsecretario de Gobierno, Jesús Reyna, no 
gobiernan. El crimen organizado es el que manda, y ahí no hay ninguna 
acción del gobernador para terminar con la impunidad y la inseguridad. 
¿Se atreverían a hacer lo mismo en esas zonas que lo que hicieron en 
Tiripetío, Arteaga y Cherán? Lo dudo, porque ahí se enfrentarían a 
verdaderos grupos armados y no con estudiantes que se defendieron a 
pedradas.
El propósito del gobernador michoacano de verse fuerte 
con una acción desmedida contra los estudiantes sólo lo mostró débil y 
carente de apoyos. Ahora que si lo que quiere es ganar tiempo para que 
llegue Enrique Peña Nieto, y desde la presidencia reciba el apoyo 
político y económico que necesita para terminar su administración, ese 
cálculo puede fallarle, porque los problemas del próximo jefe del 
Ejecutivo federal serán tantos, que difícilmente tendrá la atención que 
él quisiera tener.
La crisis en la que se encuentra Michoacán, 
generada por una serie de gobernantes incapaces y negligentes, incluidos
 los del PRD –no por los maestros disidentes de la Coordinadora Nacional
 de Trabajadores de la Educación (CNTE) o los estudiantes normalistas, 
como señalan los articulistas oficiosos–, difícilmente se resolverá con 
macanas, gases paralizantes, armas y helicópteros.
Hace falta más 
inteligencia que fuerza, porque el tejido social que se ha roto se teje,
 no se forja a fuego y golpes. Y eso, al parecer, es lo que no tiene el 
gobierno priista de Fausto Vallejo, que sólo quiere enfrentar su propia 
incapacidad y debilidad con el uso de la fuerza contra jóvenes 
veinteañeros, hijos de campesinos e indígenas empobrecidos por las 
mismas políticas gubernamentales aplicadas durante décadas.

 
 
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