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Por Esto!
Engañosos caminos del entreguismo
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
La confirmación de malas noticias nos sigue llegando de afuera. Aquí
seguimos tan desinformados como siempre, como lo deja ver la información
del diario estadounidense “The Wall Street Journal”, sobre el
compromiso de Enrique Peña Nieto de privatizar Pemex. El coordinador de
vinculación con empresarios del equipo del presidente electo, Ildefonso
Guajardo, declaró a la agencia Bloomberg, que los asesores del
mexiquense “están buscando caminos para la apertura de la industria
energética mexicana que no requieran la realización de cambios a la
Constitución”.
Es
muy probable que los encuentren, toda vez que no hay una oposición de
la magnitud necesaria para frenar la voracidad de la oligarquía y de la
burocracia dorada. Por eso no tuvieron empacho en cerrar el camino, en
dos ocasiones, a quien tiene la capacidad y el patriotismo de organizar
al pueblo para defender su futuro. De ahí el imperativo de que de una
vez por todas, las fuerzas de izquierda entiendan que lo que está en
juego es la patria misma, pues dejaría de pertenecernos totalmente en un
sexenio más de debacle neoliberal.
La derecha ultra conservadora sí está preparada para actuar como un solo
cuerpo cuando así lo demandan las circunstancias. Por eso avanza cada
vez que se lo propone. En sus filas sí puede hablarse de unidad y
disciplina, mientras que las corrientes progresistas manotean y discuten
por nimiedades, cuando lo urgente es conformar una fuerza hegemónica
capaz de frenar las embestidas de una reacción cada vez más voraz y
ambiciosa.
Es muy claro que Peña Nieto llegará a Los Pinos con la espada
desenvainada para hacer lo que le dicten sus patrocinadores, cueste lo
que cueste. Por eso el PRI y sus aliados necesitaban tener el suficiente
número de votos, que “legitimara”, para consumo externo, su programa
entreguista y ultra reaccionario. Apuntalar esa legitimación es el
objetivo de sus giras al exterior, la próxima de las cuales será a
Europa, donde afianzará sus compromisos con los poderes fácticos del
viejo continente, particularmente con la Comisión Trilateral.
En este sentido, no hay margen para un optimismo razonado con el cambio
de residente en Los Pinos. La entrega del país seguirá su curso, tal
como está establecido en los acuerdos tomados en las alturas en
Washington, Londres y Berlín. De muy poco habrá de servir, para los
mexicanos, que haya una tregua en la “guerra” contra el crimen
organizado, con el fin de crear mejores condiciones para los negocios
que ya se tienen programados con fuertes inversionistas extranjeras.
Vale tal señalamiento porque las condiciones de pobreza y marginación
continuarán agravándose.
De ahí la importancia que tendrá, incluso para los mexicanos, el
resultado de las elecciones en Venezuela este domingo. Sería un
retroceso histórico el triunfo de la derecha representada por Henrique
Capriles, quien se presenta como la alternativa de cambio, no sólo por
su juventud sino por ser un demócrata, según la propaganda de la
oligarquía. La realidad es que lo único que buscan él y sus
patrocinadores, es liquidar de una vez la Revolución Bolivariana, la que
con todo y sus errores y deficiencias, representa el único valladar
exitoso para frenar los avances del imperialismo en América Latina.
México es el país más expuesto a las ambiciones estadounidenses. Lo ha
sido siempre, no sólo por la realidad geopolítica, sino porque tuvimos
la fortuna de contar con vastos recursos energéticos y riquezas
naturales. Ahora sabemos que durante varias décadas, el PRI supo cumplir
su responsabilidad de defenderlos, lo más que se pudo, de los embates
de la nación vecina. Pero ese partido sufrió un golpe de estado, en
1982, que lo hizo retroceder a los tiempos del porfiriato, pues no otra
cosa es el proyecto neoliberal: rescatar las partes malas de la
dictadura porfiriana y adecuarlas a nuestro tiempo y circunstancias.
La derrota de Hugo Chávez sería equivalente a cerrar las puertas de la
democracia verdadera en Venezuela, la cual se ha estado construyendo a
marchas forzadas, como lo patentizan hechos contundentes: los salarios
mínimos son tres veces superiores a los de México; se acabó el
analfabetismo; hay plena libertad de prensa, como lo demuestra el
ejercicio sin ataduras de medios contrarios al régimen de Chávez; es el
país latinoamericano que ha logrado la mayor reducción de la tasa de
pobreza, según la Cepal en su informe de enero de 2012.
Todos estos avances podrían perderse, aunque con fuertes tensiones
sociales, porque sin el régimen de Chávez la intervención estadounidense
en Venezuela no tendría frenos. Entonces comenzaría una dura lucha de
los pueblos del Cono Sur, que han estado acompañando a Venezuela en su
viaje liberador, por resistir las embestidas de la Casa Blanca. Y México
quedaría aún más expuesto a la voracidad del imperialismo, que al igual
que la oligarquía mexicana, nunca está satisfecho y siempre quiere más y
más riquezas, al costo que sea.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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