domingo, 20 de enero de 2008

PHILIP AGEE, Y LA CIA EN MEXICO

PHILIP AGEE
¡¡Exijamos lo Imposible!!



AGEE, GDO, LEA y la CIA



domingo, 20 enero 2008
Alberto Híjar



Diario de la CIA, la Compañía por dentro, fue publicado en español en 1978 por editorial Laia y luego por Editorial Bruguera al año siguiente. Se trata de un voluminoso libro de 701 páginas de poco menos de media carta, donde Philip Agee narra su formación y desarrollo en la CIA con dedicatoria "a Angela Camargo Seixas y a sus camaradas de Latinoamérica que luchan por la justicia social, la dignidad nacional y la paz". En el "Prólogo especial para la edición española", Agee advierte que "no hay que concentrarse excesivamente en la CIA y su sensacionalismo y mala fama. Me parece mucho más importante la lucha y organización política. Sin embargo, los métodos de intervención secreta deben ponerse al descubierto para desorientar organizaciones como la CIA". Por lo escrito, el adiestramiento de Agee no incluyó algún curso de redacción, pero esto no explica porqué el desinterés por el testimonio de quien fuera Agregado Olímpico en la Embajada de Estados Unidos en México en 1968. Diez años después de la masacre de Tlatelolco y la desaparición consiguiente de Agee, el libro poco importó a los exdirigentes del 68 comprometidos en la apertura democrática y las posibilidades electorales que les abrió el Estado.

El trabajo constante de éste con la CIA determinaba el desprecio del caso Agee bajo la ley de la corrupción de te callas y te doy y yo sé que tú fuiste pero no lo diré a cambio de mi pequeña cuota de poder. Por su parte, el exigente tampoco mostró interés alguno por difundir su denuncia. En 2004, Blanche Pietrich y Gerardo Arreola intentaron entrevistarlo para La Jornada y sólo consiguieron su declaración de que "ahora podemos empezar a sopesar, una vez más, si ese circo de dos semanas (La Olimpiada del 68) valía la pena todo el baño de sangre y si México perdió más prestigio asesinando manifestantes que el que ganó haciendo los Juegos". Con un contundente "dejemos las cosas por la paz", cortó toda posibilidad de actualizar su denuncia. Años antes, a los 30 años del 68, el Taller de Arte e Ideología logró contacto con Agee en Alemania y respondió con un saludo cortés igual de desinteresado en actualizar su denuncia.

La CIA en México era la mayor estación de espionaje terrorista en América, con no menos de 50 funcionarios entre los acreditados en la Embajada yanqui y los infiltrados en la Secretaría de Gobernación y otras dependencias oficiales. Era una de las más grandes y más importantes agencias del mundo, por lo que la CIA organizó el proyecto LILINK+ a cargo de tres "funcionarios de operaciones bajo la cobertura de representantes de importación". El comercio es una buena cobertura porque las licencias que tiene que recabar tienen que ver con todos los mandos medios y superiores de todas las secretarías de Estado. Se trataba de agilizar la coordinación entre los infiltrados, los funcionarios mexicanos comprometidos clandestinamente y los operadores de la CIA de tiempo exclusivo, mediante comunicación directa con la central y sin mediación de ninguna especie. Desde sus cargos de Secretarios de Gobernación, primero Gustavo Díaz Ordaz y luego Luis Echeverría Alvarez, facilitaron las operaciones y cumplieron al pie de la letra con las obligaciones mexicanas de ellas. Como en cualquier bananera república, Agee tenía entre sus tareas el contraespionaje porque pasaron cosas tan graves como las fiestas de un funcionario, de quien no da el nombre, que se hacía tomar fotos obscenas con su pareja de la Unidad de Comunicaciones y Archivos de la Embajada Yanqui, a veces acompañado de invitados y otros animales. A lo mejor era esta una táctica eficiente, porque Agee anota que uno de los fotografiados "era un sujeto de dudosa nacionalidad relacionado con un caso de espionaje combinado polaco-soviético en Estados Unidos que se había esfumado desde hacía algún tiempo). De la misma manera imprecisa, Agee narra otras situaciones que le tocó vigilar e incorpora a la narración sus problemas personales con los comentarios sobre el funcionamiento de la CIA. "Tendré que echar mano de todo el control emocional de que pueda hacer acopio para dejarle los niños, pero, dada la tradición, no hay forma de que pueda obtener su custodia", anota en Washington el 5 de octubre de 1966, un día antes de externar su deseo de trabajar en California lo cual lo obligaría a abandonar la CIA. Parecen las memorias de quien interviene sus notas pasadas para curarse en salud y evitar la precisión de todo lo hecho y dicho. Es inverosímil que un agente adiestrado y en servicio por doce años, tenga la ingenuidad de poner por escrito el problema de su divorcio, la custodia de sus hijos y su hartura de América Latina y la CIA. Regla principal de quienes hemos caído por escribir lo que no se debe, es evitar todo registro textual.

El libro termina en Londres, marzo de 1975, con el relato de las peripecias de la publicación. No aclara el financiamiento del libro, de su vida organizada y sus viajes. Hasta el final del texto, vuelve a escribir sobre México con la estación más grande de América Latina y con la ORIT y su Colegio Laboral Interamericano en Cuernavaca, no sin referirse al "Rector derechista (Guillermo Soberón) de la Universidad Nacional de Ciudad de México (quiere decir la UNAM quien) llamó a la policía para que tomara el campus y le ayudara a poner en práctica su programa de despolitización de la Universidad".

El libro concluye con una nutrida relación de nombres, claves y organigramas de la CIA, antes de los agradecimientos que incluyen a las bibliotecas de la UNAM, el Colegio de México, la José Martí de Cuba y la Casa de las Américas y el Partido Comunista de Cuba. A Robin Blackburne de la New left review de Londres, le extiende un agradecimiento especial.

La lista de colaboradores incluye algunos "cuyo verdadero nombre y criptónimo (están) olvidados" como los de la Embajada de Yugoslavia en México o como el chofer de la Embajada de Cuba en Ecuador. Díaz Ordaz Gustavo está registrado como "Presidente de México y estrecho colaborador de la estación Ciudad de México. Criptónimo Litempo 8". De Echeverría Luis dice: "Secretario de Gobernación (Seguridad Interna) y más tarde Presidente de México. Colaborador íntimo de enlace de la estación Ciudad de México. Criptónimo Litempo 14". La valiosa lista incluye otros presidentes como José Figueres de Costa Rica y funcionarios y organizaciones muy diversas.

Con 73 años de edad murió Philip Agee en La Habana el 8 de enero. Escribió con Louis Wolf en los ochenta, anota Gerardo Arreola, Trabajo sucio: la CIA en Europa Occidental y editó el boletín Acción encubierta, desconocidos en español. El obituario del Granma lo recuerda escueto, enigmático y discreto al frente de una agencia de viajes.


No hay comentarios: