¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Indice político
por Francisco Rodríguez
Famiglie
¿Fue el Santino Sonny Corleone asesinado para golpear a La Famiglia
priísta? ¿Una vendetta por la muerte de un sobrino del capo del cártel
de Los Zetas? ¿Para evidenciar las fisuras y no pocas traiciones al seno
de la llamada “familia robo-lucionaria”?
Los pleitos de familia, y este sin duda lo es, no suelen ser los más
pacíficos precisamente. Sobre todo donde, como en México, existe un
estado débil que ha perdido los controles judiciales, sociales,
patrimoniales y administrativos ya colapsados desde hace un buen rato.
Sonny Corleone –de acuerdo a la genial novela de Mario Puzo— fue
entregado por colaboradores de su padre, Don Vito, a quienes lo
acribillaron en una garita de peaje de una carretera entre New Jersey y
New York. A José Eduardo, hijo de Humberto Moreira, también parecen
haberlo “puesto” policías del gobierno que encabeza el tío Rubén, para
que fuese asesinado en un camino rural aledaño a Ciudad Acuña.
Quiebre o nuevo punto de partida. Hemos llegado ya al momento, anunciado
por el experto Edgardo Buscaglia, de que la violencia criminal lleve a
los políticos a las agencias funerarias para velar a los suyos y que, en
opinión del investigador uruguayo, asesor de la ONU, fue lo que en
Colombia llevó a que ahora haya mejores saldos de seguridad.
Dice Buscaglia que el país sudamericano llegó a tal “umbral del dolor, a
un nivel de hartazgo social que no solamente abarcó al promedio de los
ciudadanos colombianos, sino que tocó directamente a la misma élite
político-empresarial que había generado este monstruo de delincuencia
organizada, que lo había alimentado y que se vio a sí misma siendo
devorada por esa delincuencia organizada que ya competía para controlar
al poder político a través de asesinatos de jueces, candidatos
presidenciales. Y cuando la élite que había favorecido el crecimiento de
estos grupos criminales vio que se estaban devorando a su mismo seno, a
su misma élite, pasaron de formar parte del problema a formar parte de
la solución.”
Ya afectada La Famiglia priísta, ¿es el asesinato de José Eduardo
Moreira Rodríguez el detonador de una estrategia que conlleve al cese de
la violencia criminal en el país? No es posible saberlo todavía. Pero
ojalá.
Lo que sí sabemos es que los distintos grupos criminales que actúan en
el país consiguieron crecer, empoderarse, trascender exponencialmente
durante los últimos años, gracias a la acción y a la omisión de los
llamados poderes públicos. La estúpida guerra –sin inteligencia— de
Felipe Calderón en contra de (casi) todos los delincuentes es del todo
contraproducente. Hoy hay más cárteles. Tienen más recursos, más armas,
más influencia. Son cada vez más violentos.
Lo peor es que las instancias públicas sostenidas con el dinero de los
contribuyentes son, también, cada vez más ineficientes, más permeadas
por los delincuentes y, claro, más corruptas.
Es también éste un pleito de famiglie. De La Famiglia delincuencial enfrentada a La Famiglia gubernamental. Y viceversa.
De La Famiglia Moreira, entre ellos mismos.
Y de todos aquellos que, en otras Famiglias, usaron y abusaron del padre
doliente, Humberto, para treparse al poder y que hoy lo quieren lo más
lejos posible, porque atrae la desgracia, el mal agüero.
Falta ahora encontrar al Michael Corleone, el menor de los hijos del
Don, para que vaya a acabar con el capo de enfrente, Sollozzo, y con el
capitán de policía McCluskey… así y le cueste un exilio de muchos años.
La disputa por el poder es más que evidente. Estamos en presencia de
pugnas entre Famiglie políticas y delincuenciales que buscan incrementar
su influencia y posiciones, en vísperas de que el PRI asuma el poder
presidencial de nueva cuenta.
Nada nuevo, salvo que aquí los reacomodos y enfrentamientos en buena
medida empiezan de cero si se comparan con los poderes y privilegios
conservados y reproducidos en los últimos 12 años por la clase
gobernante panista, algunos de cuyos actores han sido y serán
identificados por sus lazos con el poder criminal.
Índice Flamígero: En el 2009, cuando Antonio Ortiz Mena fue honrado
póstumamente con la Medalla Belisario Domínguez, el entonces presidente
del instituto que lleva el nombre del prócer de Comitán, Chiapas, el
ahora diputado Manlio Fabio Beltrones dijo: “el México que soñó
Belisario Domínguez, era un México donde las diversas corrientes
políticas no se mataban entre sí ni se acallaban o suprimían unas a
otras; un México donde la política se rigiera por el valor supremo de la
tolerancia…”. + + + Faltan 53 días para que concluya el sexenio de la
impunidad a los delincuentes.
www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com
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