¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Hay crímenes peores
María Teresa Jardí
Crímenes que llevan a los otros crímenes. Crímenes que cuando se toleran acaban por destruir la posibilidad de vida civilizada.
Ciertamente lo que hoy se lleva es escribir de “El Chapo”. Pero “El
Chapo”, a final de cuentas: entregado voluntariamente, capturado por la
DEA o por la Marina mexicana al servicio de la DEA; detenido luego de
una breve búsqueda como regalo para Obama o luego de una larga búsqueda,
porque con otro capo ya se encuentran arreglados Peña y Obama, eligió
convertirse en delincuente y en todo caso se le acabó la suerte. Se le
juzgará aquí o se le entregará y en unos años no será más que un
recuerdo para sus familiares. Pero hay otros crímenes, cometidos por
impunes criminales que ejercen como funcionarios de primer nivel, que
son imperdonables por el daño inmenso que producen a las víctimas, a las
familias de las víctimas, que lo pierden todo en la defensa de los
falsamente acusados. Crímenes que afectan a la sociedad e incluso a los
que ejercen el poder que pierden la credibilidad; asesinatos
directamente vinculados al exterminio de la estructura ética de las
instituciones, que van dando por muerta la garantía de seguridad
jurídica, sin la cual se acaba, para los gobernados, la vida tranquila
que se expresa en el “nada debo, nada temo”. Primero son unos y luego
los otros y a todo habitante del país puede pasarle que de la noche a la
mañana: porque sí, porque un delincuente con chapa quiere subir un
escalón, porque se necesita un show, por lo que sea, se puede convertir,
sin serlo, en culpable y el infierno que vive esa víctima y sus
familiares no es recomendable para nadie.
Joaquín Guzmán Loera es producto de la aplicación del sistema a la
mexicana. Con instituciones bien armadas sobre la estructura ética que
es lo que hacer funcionar a las instituciones al servicio de la sociedad
y no de los delincuentes. La carrera de “El Chapo”, si acaso habría
llegado hasta el momento de su primera detención. No habría sido
cambiado de penal y ningún Tello Peón al servicio del de turno como
Ejecutivo federal se habría trasladado a abrirle las puertas de la
cárcel, a la que previamente fue cambiado para facilitar “la fuga”, como
es evidente. Y en todo caso Tello Peón estaría preso porque no lo
habría hecho recibiendo órdenes “presidenciales”.
“El Chapo” fue cuidado por el Ejército nacional y por la Marina el
sexenio pasado. La orden de Calderón, es de suponer que dada de manera
explícita, al Ejército nacional fue la de perseguir a los enemigos de
“El Chapo”, desde que quien llegó usurpando un poder no ganado en las
urnas declaró una guerra que ya tiene más muertos que la de Vietnam y
más desaparecidos que los de las dictaduras del Cono Sur de la décadas
de los setenta/ochenta del siglo pasado.
Y si no hubieran recibido las fuerzas armadas mexicanas la orden del
usurpador al que sirvieron, sería aún más grave lo que hicieron. Porque
eso hicieron. Con los respectivos “daños colaterales”. Y en tanto no se
detenga también a quienes hicieron de “El Chapo” lo que es, es claro que
lo único que cabe pensar es que está decidido el relevo para que nada
cambie.
Hay crímenes intolerables que cuando se revierten son los que demuestran
que los cambios van en serio. Y uno de ellos es el relativo a la
existencia o no de la banda de los “Zodiaco” y a la responsabilidad, o
no, de Israel Vallarta en los secuestros de que está acusado, con un
show televisivo probablemente montado por su relación con una francesa.
García Luna debió pensar que lo de incluir a una francesa “vestía”.
Un crimen, de ser cierta la inocencia de Israel Vallarta, que llega
hasta Calderón, pasando por el Poder Judicial, que a pesar de los años
transcurridos no ha sentenciado, por algo será, al que se exhibió, como
hoy se hace con la detención de “El Chapo”, en el caso de Peña, como el
gran logró de Felipe Calderón.
“... Un estudio detallado del expediente de Israel lleva a pensar que,
en el momento de su detención, cuando manejaba en dirección a la Ciudad
de México al mediodía del 8 de diciembre, no había personas secuestradas
en su rancho. La AFI no detuvo a ningún secuestrador encargado de
vigilar a los plagiarios en ausencia de Israel y de Florence, ni tampoco
ofreció un relato coherente del rescate. Durante la grabación
televisiva Cristina Ríos, la mujer secuestrada con su hijo Christian,
les gritaba a los policías: “‘¡No les peguen a ellos! ¡No hicieron
nada!’”, cada vez que levantaban la mano sobre la pareja...”.
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