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Si no nos sirve, ¿para qué lo queremos?
El entredicho que de manera permanente acompaña el desempeño del Ejecutivo Federal en manos del espurio Felipe Calderón Hinojosa es el punto de partida para este comentario en torno a la conveniencia de considerar medidas extremas para bien de México y de los mexicanos, entre las que adquiere obvia pertinencia el relevo del panista a fin de restaurar en la acción gubernamental el sentido de servicio y atención a la nación que en modo alguno se tiene ahora.
En verdad, nunca antes como ahora esta idea de relevar del cargo a un titular del Ejecutivo Federal viene adquiriendo ese matiz de indispensable que presenta ahora, cuando al cabo de los primeros tres años del gobierno espurio de Felipe Calderón Hinojosa el país enfrenta el peor escenario integral de los últimos casi 100 años, desde la gesta revolucionaria que dio el golpe de timón en la conducción gubernamental de México, con índices deplorables en todos los rubros y condiciones de miseria e inseguridad insólitas.
Pero también, inmerso en la debacle y consecuencias que se derivan del mal desempeño del gobierno federal y sus dependencias, como se constata de nueva cuenta con las afectaciones terribles que se padecen en la zona centro del país, a partir del Distrito Federal y sus municipios conurbados, por esas inundaciones derivadas de las lluvias históricas para un mes de febrero que azotaron más de 20 Entidades, que ha desnudado deficiencias estructurales y peores omisiones en la aplicación de los recursos autorizados para mejorar y crear la infraestructura que se requiere para evitar estos trances.
Como por ejemplo lo recién denunciado de que la Comisión Nacional de Agua (Conagua) dejó de aplicar una partida de varios millones de pesos para obras de infraestructura hidráulica que hubieran evitado la radicalización del embate de las aguas que se padece ahora, al igual que sucede en el caso del canal de Chalco, en donde resulta que el tapón que se había colocado en el dique para detener el flujo de agua se rompió y las aguas negras volvieron a inundar la zona, en la que, como en buena parte de los lugares afectados, el riesgo sanitario adquiere niveles de emergencia insoslayables.
Que siguen siendo desatendidos por el gobierno federal espurio, como sucede en rubros fundamentales entre los que el relativo a la economía mexicana, en donde Calderón Hinojosa ha condenado a la miseria a millones de ciudadanos en aras de una medida contra la crisis que él burla al incrementar en más de 100 mil millones de pesos su gasto corriente y reducir la inversión oficial en más de 27 mil millones, así como al embate de una delincuencia organizada exacerbada por la impunidad y la obvia complicidad oficial que se ha denunciado incluso desde el extranjero y lo exhibe no sólo como un delincuente sino como incapaz para detentar el cargo.
En otras palabras, Felipe Calderón no le sirve a México ni a los mexicanos, esta es una realidad absoluta que encuentra la mejor de la pruebas en la situación nacional de apremio y desazón que prevalece a lo largo y ancho del país, al grado de que es innegable que la sociedad mexicana en su conjunto va madurando esa idea de su relevo como indispensable para superar las cosas.
Por eso es que la pregunta obligada sobre la permanencia de Felipe Calderón Hinojosa tiene que ser una sola: si no nos sirve, ¿para qué lo queremos?
Si el espurio Felipe Calderón Hinojosa no ha podido ni siquiera lograr que el país mantenga el paso, si en todos sus actos, acciones y deberes lo único que se encuentra es el entredicho permanente y las evidencias de su sentir ajeno a las necesidades, conveniencias e intereses de México, es menester reflexionar en la conveniencia de que siga al frente del Ejecutivo Federal que detenta de forma ilegítima.
Si como ha sido a lo largo de estos primeros tres años de su ilegítima gestión, el espurio Felipe Calderón Hinojosa no es capaz de atender con eficacia y honradez los asuntos vitales de México, si sigue burlándose de todo y de todos al proteger a poderosos capos del narcotráfico en tanto se jacta de su “guerra” que sólo baña de sangre al país, además de cancelar la inversión oficial a fin de incrementar su gasto corriente al tiempo que impone a la población medidas y gravámenes que la condenan, la verdad, ¿para qué lo queremos?
No hay razón que indique su permanencia al frente del Ejecutivo Federal puede ofrecer los resultados que son su obligación lograr para el país y para la población nacional, ni tampoco que las cosas se den en un tenor diferente en los poco menos de tres años que le restan a su ilegítima gestión, por el contrario, los hechos advierten que de seguir así lo único que podemos esperar es que se agrave todo y, finalmente, México sucumba en definitiva ante el daño irreparable que el panista le ha causado y le seguirá causando.
Felipe calderón Hinojosa no va a cambiar, esto es una realidad que se confirma con el entredicho que de manera permanente lo acompaña y a todos los actos, acciones y disposiciones del gobierno federal a su espurio cargo, por lo que es claro que NO nos sirve ni al país ni a los mexicanos.
Por tanto, la pregunta es una sola, la misma, con respecto al desempeño del espurio Felipe Calderón Hinojosa y su ilegítima permanencia al frente del Ejecutivo Federal, esa de que SI NO NOS SIRVE, ¿PARA QUÉ LO QUEREMOS?
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