viernes, 30 de abril de 2010

Ese villano, inepto ¿Juez? Rodolfo Pedraza Longi

¡¡Exijamos lo Imposible!!
De Justicia nada
Por María Teresa Jardí

Aunque Olga Sánchez Cordero, a nombre del resto de ministros de la Suprema Corte de Justicia, de noticiero en noticiero aparezca, encargada que ha sido, nombrada por sus pares para hacerlo, a zafar al Juez responsable del atentado a la Justicia. Aunque aparezca, debido a que el gobernador queretano al tomar el caso como bandera en épocas electorales que vivimos y la madre de todas que se acerca, exigiendo a la Corte resolver impartiendo Justicia, a la Corte haya obligado a sacar de la cárcel a las indígenas presas.

Lo único que queda claro es un Poder Judicial que con sus resoluciones no toca el fondo, convirtiendo incluso a “las correctas” en resoluciones a medias. Lo que nada aporta a la impecable impartición de Justicia que todo país necesita como el equilibrio necesario para los otros poderes. Se corrompió el Judicial, a base de millonarias compras. Como el Legislativo eligió ser el responsable de que el fascismo el Ejecutivo hoy usurpe con más ya de veinte mil asesinados impunemente en su haber.

Una Justicia que no se va a dar, la que demanda el caso de las mujeres indígenas, que a lo largo de cuatro años la cárcel padecieron, convertidas en chivos expiatorios propicios, para hacer creer, quién sabe a quién, porque la única certeza es que al pueblo mexicano se le ha inhibido también la capacidad de creer. Chivos expiatorios que, con García Luna a la cabeza, nos remiten a la época de Díaz Ordaz y a la de Echeverría y sus congéneres. Porque, , qué bueno que hayan salido de la cárcel dos presas, más, políticas. Dos castigadas, “ejemplarmente”, porque siendo pobres se atrevieron a protestar. Encerradas con falsas acusaciones como ejemplo para otros. Sentenciadas implacablemente, que no impecablemente, como si de narcotraficantes se tratara. Presas políticas por cualquiera de los lados que el asunto se analice o se vea. Pero de Justicia, nada. Porque la impartición de Justicia en su caso pasa por enjuiciar al juez que a 21 años las sentenciara y con él a todo el sistema procurador e impartidor de la misma. Y, de eso, nada. Y, de ahí, los malabares para zafar al juez, que a nombre del resto de ministros de la Suprema Corte de (in) justicia, la ministra elegida seguirá haciendo unos cuantos días, no demasiados, lo saben los ministros. A final de cuentas el brutal ataque a la Caravana en Oaxaca, ya minimiza la Justicia que no van a lograr las indígenas y con ellas el pueblo entero que al menos en la impartición impecable de Justicia tendría que volver a creer: la que llega al Juez. Que es lo único que podría ser llamado Justicia. Pero no, Justicia, que no van a lograr las dos indígenas otomiés, parte de un trío de mujeres indígenas encarceladas para que se enteren los pobres que no deben protestar. Indígenas, de paso usadas para hacer ver que se hace lo que no se hacecastigando de paso la miseria y el ser indígena—, por los que manejan el negocio también redituable de la droga vendida al menudeo. Acusadas de delitos contra la salud usados. Dos bolsitas de cocaína, probablemente sembradas, aparecidas en un negocio, que ni siquiera era de las indígenas.

Nada nuevo, por otro lado. Ya en el 68 a los jóvenes estudiantes, presos políticos, encarcelados debido a un movimiento estudiantil convertido en fiesta que sólo pedía un poco de libertad y un mucho de democracia. El Código Penal entero fue usado para acusarlos falsamente.

Si algo queda claro en el caso de Jacinta, Alberta y Teresa es el uso de la Justicia, por parte del Poder Judicial, castigando la protesta. Como del 68 ya nadie se atrevería hoy a decir que no fue a la juventud pensante, lo que los jueces, también a modo, buscaban entonces castigar con sentencias igual de aberrantes que las dictadas contra las suertudas, , suertudas, indígenas, porque al “interesarse” el gobernador queretano en el caso, la Corte las deja libres con sólo casi cuatro años presas. Pero ¿cuántos más presos en similares condiciones llenan las cárceles de México? Quizá no hay ni un preso que llene los requisitos de culpabilidad para ocupar el lugar que como cuota necesaria ocupa. Los que manejan el poder así es como suponen que convencen, quién sabe a quién, porque otra vez los estudiantes, luego del asesinato de sus pares en el Tec de Monterrey, al usurpador cuestionan, como antaño con Díaz Ordaz lo hicieron otros que también se dieron cuenta de que no son tolerables los delitos de disolución con los que se castiga el pensamiento y el rechazo a lo establecido y la decisión de construir un mejor mundo incluyente para todos. Dejando siempre fuera a los verdaderos enemigos de la patria que desde el poder desgobiernan.

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