martes, 1 de septiembre de 2015

Esa cosa llamada Donald Trump

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Homozapping

La cosa Trump
Autor Invitado
José Carlos Moreno/@jcmoreno3_0

Cómo si no tuviéramos suficiente surrealismo en nuestro plato, miles de mexicanos hemos ido observando, al principio con burla, luego indignación, luego con asombro, el destape y el rápido ascenso en la carrera del aspirante a la casa blanca (la de Estados Unidos), Donald Trump. Saramago llamaba “cosa” a Berlusconi, y hoy no encuentro un mejor adjetivo para definir a Trump: este energúmeno, esta cosa, ha sabido dónde y cómo echar un poco de gasolina al fuego latente de la xenofobia, racismo, misoginia, nacionalismo y conservadurismo de extrema derecha en Estados Unidos.

El más reciente de sus despliegues de pequeño dictador lo vivió Jorge Ramos al ser expulsado de manera violenta (verbal y físicamente) de una conferencia de prensa a la que se acreditó en tiempo y forma. Luego se le permitió el reingreso y hasta un “dialogo” con la cosa Trump, que dejó ver aun más su personalidad autoritaria y violenta. Después un ex líder del Ku Kux Klan, esa organización ultra radical responsable de muchas acciones de limpieza étnica, le felicitaba por su actuar. Y sorprende porque no se pensó que “la cosa” fuera a crecer tanto.

Se pensó que no había que tomarse en serio las aspiraciones de un fanfarrón, parecía risible ver como aparentemente se “tropezaba” en los inicios de su carrera con comentarios desatinados y políticamente incorrectos, parecía que sus propios compatriotas le reprochaban públicamente, todo parecía bien, un troglodita más. Se esperaba que revirara el curso de sus declaraciones si es que no quería volverse más impopular, cuando no lo hizo se ganó la pérdida de contratos de contrapartes con simpatía por lo latino o lo mexicano, y se creyó que esta lección en su lenguaje (el del dinero) le haría recapacitar.

El fallo de cálculo es que las ambiciones empresariales se habían quedado cortas en comparaciones con las aspiraciones políticas de esta cosa. Es sabido que dinero y poder no son lo mismo, porque aunque el primero de la ilusión de comprar el segundo la verdad es que el poder se gana llegando a un lugar muy íntimo en diferentes grupos; Hitler no ganó el poder tanto con el dinero como con la retórica escaladamente agresiva que supo tocar en el resentimiento del pueblo alemán, y la comparación, creo que nos vamos dando cuenta, no es realmente exagerada. No realmente.

Y es que Trump al igual que Hitler no se ha estado equivocando, no para su propia agenda y para su propia estrategia, la cosa Trump ha logrado que esa revelación de su personalidad y aspiraciones que hemos llegado a comprender como peligrosa sea de hecho atractiva casi a nivel mesiánico para un buen sector de la población norteamericana. Trump aspira a la creación de un prejuicio social definido, a la instauración de un nacionalismo radical, a la apología a la violencia, a un “nosotros” contra “ellos”. Estas aspiraciones siempre han funcionado en tiempos de crisis de identidad y de incertidumbre por el porvenir en las mentes más débiles, y están funcionando.

Dentro de todo no comprendo dos cosas: la crítica al periodista Ramos en algunos sectores del gremio periodístico por auto promoverse, por volver al periodista la nota. Yo nosi entonces lo que se espera es que el periodista sea la nota únicamente cuando se le mate, como a Rubén Espinosa y decenas más en este país. Y la otra es la cosa Trump, entiendo cómo piensa y lo que está haciendo, no es difícil entender la lógica de la violencia que es muy primitiva y se escala cuando se le afronta con más violencia, pero no comprendo cómo se permite que esta cosa crezca exponencialmente frente a nuestras narices en pleno tercer milenio.

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