lunes, 21 de septiembre de 2015

Mover al país hacia el progreso

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!

El sismo de las conciencias…

Este fin de semana, cuando México recuerda con dolor la tragedia y el luto de miles de familias provocado por el terremoto del 19 de septiembre de 1985, también rememora la capacidad de organización y la solidaridad que los habitantes de la Ciudad de México dieron en esos días de llanto y de incertidumbre y que, por mucho, rebasó la actuación del entonces Gobierno federal, encabezado por el priista Miguel de la Madrid Hurtado, lento y pasmado frente a la destrucción que causó la naturaleza.

Esa respuesta espontánea de la ciudadanía, entonces carente de organizaciones formales y mecanismos de defensa frente a las omisiones y excesos de los poderes político y empresarial, dio pie también a una sociedad en México que, 30 años después, tiene más herramientas para exigir sus derechos, y no sólo a nivel nacional sino también en el extranjero.

Fue la cimiente, además, para comenzar a oradar el monopolio del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y abrir la arena política. Aunque pasadas tres décadas, está visto, aquellos que un día representaron una esperanza, hoy están convertidos en siervos del priismo.

Sin embargo, la herencia de ese trágico 19 de septiembre debe llevar a la reflexión: hoy la ciudadanía está, otra vez, en un punto de quiebre frente a la corrupción e impunidad del poder político, y hoy más que nunca se necesita de la organización pacífica para responder a la lentitud y el pasmo que el Gobierno federal, ahora encabezado por el priista Enrique Peña Nieto, muestra ante casos que indignan a la sociedad y a los que, como en 1985, ignora y hasta solapa porque no hay voluntad política para enfrentarlos y mucho menos resolverlos.

Es la fuerza de la sociedad civil organizada, como lo fue hace 30 años, la que puede hacer el cambio. Está visto que todo el aparato del Estado mexicano no tiene el mínimo interés de propiciar justicia y bienestar. No les conviene a quienes se benefician de la pobreza, la desigualdad, la corrupción y la injusticia. En las manos y la voluntad de los ciudadanos, entonces, están las acciones que pueden, más allá de la retórica y la propaganda política, mover al país hacia el progreso

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