domingo, 2 de marzo de 2014

El chapo perdió 5 centímetros de altura

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Si Peña entendiera 
María Teresa Jardí

Además del inaceptable regreso a Lombroso como si nunca hubiera sido desmentido ni superado a base de errores graves que incluso costaron la vida a inocentes. Regreso evidenciado en el interés desmedido e incluso me atrevo a pensar que enfermizo de los medios a modo del que ocupa la silla del Ejecutivo federal, desarmado también en su estructura ética, no deja de despertar alarma el afán de que se crea que el entregado, detenido, acordado..., es Joaquín Guzmán Loera. Como si no fuera “El Chapo” y se tratara de otro chivo expiatorio, medio parecido, el que va a ser juzgado por ser producto de la aplicación del sistema neoliberal a la mexicana, corrupto hasta la médula, por lo que toca a la clase política convertida en mafia.

Sistema neoliberal, aplicado en México, como última etapa del capitalismo salvaje, con el apoyo de los yanquis, a manera de laboratorio para Latinoamérica, para hacerse, el imperio maldito, del petróleo de todos los países del planeta.

Más allá de lo incierta que es la afirmación de que por los rasgos de la cara se puede detectar al “delincuente nato”, superada, repito, esta teoría hace ya muchos años.

Superación de la que en México sobran los ejemplos. Baste pensar en Fox y en Peña, elegidos por bien parecidos, como productos televisivos. O en la Sahagún y en la Robles, guapitas ambas.

Mientras que ahí está Benito Juárez, sin la belleza física de Porfirio Díaz, según los parámetros establecidos, pero con su dignidad de hombre probo, defendiendo a la República, cargada en su carreta.

Es alucinante que vuelva a la época de Lombroso para justificar la detención de quien, a decir de la revista “El Chamuco”, que se encuentra entre mis favoritas, perdió cinco centímetros. O para no querer aceptar la enorme inteligencia de Guzmán Loera que convirtió a la clase política mexicana en mafiosa. A “El Chapo”, si es Guzmán Loera, se le acabó la suerte, porque ya negociaron con otro.

Pero Peña tiene en sus manos la oportunidad de hacer un alto en el camino, dada la corrupción que en todos los partidos impera, para resolver el problema de la violencia. Igual va a pasar a la historia como un entreguista. Pero si entendiera el fenómeno o se asesorara de gente que lo entienda y negociara con el dejado libre o con el detenido si es “El Chapo”, al que ni siquiera tendría que dejar libre.

Si negociara, en el entendido de que el narcotráfico es el primer negocio a nivel mundial, la manera de poner fin a la violencia, pasaría a la historia de otra manera a pesar de su entreguismo inaceptable.

Dejando que se arreglen los narcotraficantes entre ellos por lo que toca a las rutas de traslado de la droga. Despenalizando aquí también la mariguana convirtiéndola en mercancía sujeta a aranceles. Persiguiendo de manera auténtica el delito de secuestro, la trata de blancas y la pederastia, que son delitos que están incrustados en las instituciones, todas, desarmadas en su estructura ética.

Entendiendo que a pesar de lo que ha cambiado la mafia de fuera, es más peligrosa para el país la de dentro de las instituciones.

Lo que nada tiene que ver con sicarios ni paramilitares que llenan los vacíos dejados por los que desgobiernan el país. A esos hay que acabarlos.

Entendiendo a la mafia que igual conserva valores como los relativos a la importancia de la familia.

Lo que no implica negociar con los narcotraficantes. Si se les atrapa se les mete a la cárcel. Si se encuentra un laboratorio se destruye, Si se topa con un cargamento se decomisa...

El problema está en el dinero que unos dan y los otros reciben. Sin recibir dinero se acaba el negocio para los otros y se pueden establecer los acuerdos que permiten la civilidad para la sociedad que nada tiene que ver con el narcotráfico y que se ve obligada a sufrir a la mafia política.

Mafia que podría volver a convertirse en clase, bajando los salarios agraviantes y acabando con las prebendas inmorales que se reparten ministros, legisladores y funcionarios de primer nivel. Con lo que se fomentan los abismos que se han tornado en indignantes.

Esa sería la manera de empezar a restablecer el Estado y de recobrar algo de la dignidad perdida por parte de la hoy mafia política.

Detener a “El Chapo” y no hacer una limpia del entorno que lo dejó salir de la cárcel, lo que a Fox involucra y no llegar al apoyo que le dio el Ejército nacional asesinando a sus enemigos por órdenes de Calderón sin ninguna duda, va camino de convertirse en otra farsa vengativa. Como hoy es claro que de venganza, y no de justicia, habla el encierro de la Gordillo. El pueblo mexicano no merece continuar viviendo sumido en la impunidad y muerte que cada día se exhibe con mayor violencia. Peña, si quiere, tiene la oportunidad, con la detención de “El Chapo”, de desmarcarse de su antecesor y hacer la diferencia por lo que toca, al menos, a la criminal gestión de Felipe Calderón y sus esbirros.

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