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Las Fuerzas Armadas cubren vacíos del Estado: Buscaglia
Edgardo Buscaglia, investigador y profesor de la Universidad de
Columbia, dijo que las Fuerzas Armadas tienen una actuación similar a la
que tuvieron durante el sexenio del espurio Felipe Calderón
MÉXICO, D.F., noviembre 17 (EL UNIVERSAL).- Aun cuando las Fuerzas
Armadas en México están disminuyendo su escala de intervención en tareas
de seguridad, en los hechos su actuación es similar a la que tuvieron
durante el sexenio de Felipe Calderón, “al cubrir vacíos dejados por las
autoridades civiles, que aún no logran establecer cómo fortalecer las
cuatro capacidades básicas de control de cualquier Estado del planeta”.
Así lo afirmó Edgardo Buscaglia, profesor de la Universidad de Columbia,
quien durante varios años ha investigado y dado seguimiento a la
realidad de la seguridad en México, y quien durante el sexenio anterior
alertó sobre la errónea política de seguridad, el desgaste de la imagen
del Ejército y la posible aparición de grupos paramilitares que hoy son
una realidad.
En entrevista, explicó que esta situación política conduce a una
impotencia de las Fuerzas Armadas, así como a un mayor nivel de
exposición de éstas.
El experto consideró que el nivel de participación de las Fuerzas
Armadas en diversos territorios del país, en el combate a la
delincuencia organizada, los expone cada vez más a ser “blanco” de
denuncias nacionales e internacionales por violaciones a derechos
humanos, mientras que la elite política y económica continúa lucrando
enormemente con la ausencia de los cuatro tipos de controles:
judiciales, patrimoniales, legislativos y sociales, que debe ejercer un
Estado.
“El Ejército y la Marina se enfrentan así, con impotencia, ante un dique
político insuperable que atenta contra su función esencial de seguridad
nacional, ya que el enemigo es el mismo sistema político que los
enmarca y que debilita al Estado mexicano”, sostuvo el experto.
Desde el inicio del actual sexenio se manejó un bajo perfil mediático
para las operaciones de las Fuerzas Armadas en contra del narcotráfico y
del crimen organizado en el país, pero se mantuvo la colaboración en
entrenamiento e inteligencia con el gobierno de Estados Unidos, dijo.
“Por más sofisticada y enormemente costosa que sea la cortina mediática
nacional e internacional, estos cuatro vacíos del Estado continúan
alimentando el conflicto armado mexicano y promoviendo que estos vacíos
de Estado sean cubiertos por actores mafiosos estatales y no estatales
que se disputan los poderes políticos locales y en entidades
federativas”.
En el actual sexenio, las Fuerzas Armadas han tenido que acudir a
municipios donde grupos de autodefensa han surgido, desarmando a las
policías municipales o bloqueando accesos carreteros e incluso
reteniendo a militares, principalmente en los estados de Guerrero y
Michoacán.
Paramilitares a la mexicana
“Los paramilitares mexicanos, no como consecuencia de una guerrilla de
izquierda, surgen como el mecanismo derivado de los vacíos: de la
debilidad de los Estados y de la falta de Estado en algunas zonas del
país. Es otro tipo de raíz que tiene el paramilitarismo mexicano”,
explicó el experto.
Estos grupos —agregó— “limpian extrajudicialmente, fuera del Estado de
derecho, una región de grupos adversarios, sean políticos, criminales o
de la zona. Eso es lo que básicamente está proliferando en el país, ya
sea pagado por empresarios o basados en la organización de los propios
pobladores, de ciudadanos”.
En 2012, en México había 167 grupos relacionados con “vigilantismo”,
incluyendo paramilitares, que se crearon para defenderse de la
inseguridad y de la violencia que se registra en el país, lo que implica
una clara señal de un Estado débil, comentó Buscaglia, quien también es
presidente del Instituto de Acción Ciudadana.
“Es una señal del Estado débil. En todos los países donde este tipo de
grupos surge, es un indicador claro y sintomático de la debilidad del
Estado. La cifra que presentamos muestra que son una realidad y aún
falta por integrar grupos más pequeños”, destacó. Al respecto, Buscaglia
indicó que es una reacción natural de una población y de empresarios
que se sienten indefensos, pero el problema es que al final este tipo de
grupos terminan afectando sus propios ámbitos sociales, porque generan
más violencia y deterioran aún más el ámbito criminológico.
La policía comunitaria, explicó el catedrático, es diferente, porque es
un mecanismo que funciona como prevención del delito, genuino,
ciudadano, que utiliza vías legítimas de resolución de disputas, no es
ofensiva, no utiliza armas largas, no tiene rangos militares y surge
como una demanda de una pequeña población que se ve amenazada.
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