Es motivo de orgullo que, a pesar de que han querido destruirnos, no lo han logrado ni lo lograrán. No sólo porque tenemos autoridad moral, sino porque las mujeres y los hombres que participamos en esta lucha, profesamos un profundo amor por nuestros semejantes y, más allá de alevosías y frente a todo tipo de adversidades, mantenemos la firme convicción de construir una sociedad más justa, más humana y más igualitaria
Es motivo de orgullo que, a pesar de que han querido destruirnos, no lo han logrado ni lo lograrán. No sólo porque tenemos autoridad moral, sino porque las mujeres y los hombres que participamos en esta lucha, profesamos un profundo amor por nuestros semejantes y, más allá de alevosías y frente a todo tipo de adversidades, mantenemos la firme convicción de construir una sociedad más justa, más humana y más igualitaria
miércoles, 6 de noviembre de 2013
Ese par son en verdad unos viles pendejos
Por Esto!
Un peor economista
Gilberto Balam Pereira
Detrás de un pésimo político…
Me escribió un amigo que, en buena onda, me señala que demuestro con frecuencia una animadversión contra Luis Videgaray. Porque no lo suelto de la yugular, es verdad. Pero nada personal. Sino que es nada menos el que “conduce” la economía del país. Algo así como que “detrás de un pésimo político (EPN) hay un peor economista (Videgaray)”.
Entrando al grano, lo que está descalificando al actual régimen, es que los mexicanos están evidenciando que tienen a un gobierno incapaz de prever una perspectiva de programa nacional productivo, además de carecer de mínima habilidad para la negociación política en todos los ámbitos de la vida social y económica.
La bancarrota del equipo de Peña Nieto no tardó en hacer su aparición después de una brevísima etapa de jolgorio triunfalista a partir de diciembre del 2012. Poco duró el gusto a Joaquín Coldwell, quien en close up la tele lo exhibió frotándose las manos de satisfacción cuando se declaró triunfador al PRI en las elecciones de julio de ese año. Joaquín, con una sonrisa maquiavélica expresaba el beneplácito de que su partido regresaba a la silla del águila: “espérense que ahora allá vamos” decía el hombre más rico de Q. Roo.
Las condiciones objetivas aparentemente favorecían el éxito del nuevo gobierno: una economía boyante “en ascenso”, un presidente fuerte triunfador de los comicios, un sólido equipo de gobierno que echaría pa’lante al país.
La prensa internacional, sobre todo El Economist y el Financial Times no dejaban de ensalzar al mágico “Momento de México”.
Pronto el régimen estableció su estrategia del Pacto por México con los demás partidos que creyeron que se tenía el instrumento para el avance económico del país a través de las iniciativas de reformas estructurales. Nada más que un panorama ilusorio. Las variables económicas no están favoreciendo hoy a EPN y a Videgaray. Heredaron un crecimiento del 4.3% y hoy el régimen arrastra la cobija.
La recesión. Los analistas no se ponen de acuerdo de que si hay o no recesión. Pero dejemos a un lado la semántica y veamos los montos de las variables. De allí concluimos que sí la hay. Arrancó el gobierno peñanietista con un 3.5% de crecimiento, al que siguieron en los primeros meses descensos al 3.1% y casi enseguida hasta el 1.7%, una verdadera parálisis nacional como consecuencia de la crisis estadounidense. Agréguese los factores de Ingrid y Manuel. La SHCP pide esquina. No saben para dónde dirigirse.
Son entonces explicables los apabullantes fracasos de las iniciativas de reformas ideadas y defendidas por Pedro Aspe, Joaquín Coldwell y Videgaray.
Jonathan Heat, uno de los más prestigiados economistas del país, ha respondido a sus entrevistadores: “el crecimiento para el próximo año es bastante incierto. Y si no se aprueba la reforma energética en los términos propuestos, mucho del impulso al crecimiento económico y las inversiones que se piensa que pueden llegar, no llegarían y creo que 2014 pudiera ser un año bastante malo”.
Allí está la incapacidad demostrada de los golden boys de Peña en materia política y económica.
Ahora preguntémonos: “al entrar al mercado a pedir prestado para financiar el déficit, ¿el gobierno se verá obligado a quitar recursos productivos al sector privado y lo va a gastar en programas sociales? –pensión universal, seguro de desempleo y demás– que pueden ser gastos loables en el mediano plazo para abatir la inequidad que hay en la sociedad. Es plausible. Pero… en el corto plazo ese gasto deficitario no necesariamente va a apuntalar el crecimiento económico, incluso dependiendo de cómo vaya a hacer ese gasto el gobierno, puede hasta quitarle un poco de impulso al crecimiento económico.
Los mexicanos nos sentimos desamparados por contar con un gobierno que ha perdido la brújula y que ha perdido también las expectativas que había previsto con sus reformas hoy deshilachadas, pulverizadas, emparchadas, improvisadas al momento, que por lo mismo están llevando al país al despeñadero por un gobierno postrado en la inocuidad después de la arrogancia festiva de los priístas que mostraron en las elecciones de julio del 2012. Amenazaron con regresar y lo consiguieron a través de un proceso amañado y perverso (Monex y Soriana) que de nada les está sirviendo. Una algarabía efímera que no retornará por muy largo tiempo. La crisis mundial les dificulta el retorno.
Como factores internos contemplamos los retrocesos de crecimiento de la macroeconomía, el abandono de las infraestructuras de la construcción y de la vivienda popular, a lo que agregamos la reducción de crecimiento de la industria automotriz y las remesas de los migrantes a la baja, circunstancias que desincentivan la inversión pública y privada, y por tanto, el empleo y la seguridad de los salarios de las familias populares.
Los empresarios de la macroeconomía ni se quejan ni se acongojan. Saben protestar organizadamente con serias amenazas que hacen retroceder los planes tributarios del gobierno.
En resumen, tanto la reforma relacionada con la educación como la fiscal han sido un absoluto descalabro a la política peñanietista.
Al señor presidente no se le percibe ninguna preocupación, ni afectaciones en el estado de ánimo. Por el contrario, son evidentes la canicie, las bolsas de tejido adiposo bajo los párpados y la pérdida de peso que pueden tener un origen orgánico interno. Nada de esto le preocupa.
Su tráfico de influencias que le han permitido una escandalosa y hasta enfermiza ambición de acumulación de fortunas, mantienen a Peña ecuánime. Por cierto, les recomiendo leer la muy interesante colaboración de Alejandro Páez Varela en la sección editorial de POR ESTO! del 4 de noviembre (ayer) en la que el autor da pelos y señales de la vasta riqueza de bienes que ha logrado amasar EPN en tan corto período de “servidor” público.
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