¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Escepticismo
Gerardo Fernández Casanova
Ofrezco
una disculpa anticipada por el pesimismo con que escribo este artículo;
los acontecimientos nacionales y mundiales no dan para alentar una
visión optimista del futuro inmediato. La gota que derramó el vaso fue
el contemplar la enorme concentración de enajenación colectiva que
caracterizó la final del campeonato local de fútbol: expresión
inequívoca de la manipulación de la mente y la voluntad de un muy amplio
sector de la sociedad a la que dan el circo aunque le nieguen el pan.
Al ver las hordas de fanáticos enardecidas como si fuese la vida lo que
se juega en la cancha y confrontarlo con la abulia con que se procesan
los asuntos en que verdaderamente se decide la vida de la nación y de
cada uno, no me queda más que sentir una profunda tristeza: la energía
social se pierde en lo baladí y no alcanza para atender lo importante.
Es la expresión más acabada del diseño de la manipulación de los
poderosos para asegurar su dominio sobre la masa del pueblo y su
consecuencia electoral: pueblo pobre que vota por quienes lo empobrecen.
Es desalentador. Qué sentido tiene esforzarse por proveer a la felicidad
y el bienestar de un pueblo que se satisface con la pasión manipulada
de un encuentro futbolístico. Cuántas trancas hay que remontar para
convertir tal pasión en energía de transformación de las condiciones de
injusticia dominantes, comenzando por la toma de conciencia respecto de
tales condiciones y de sus verdaderas causas. Cómo se puede vencer el
poder que conjuga, con perversa precisión, el garrote de la represión
con la zanahoria del circo televisivo y las dádivas asistenciales, que
depura su sistema educativo para conformar una masa acrítica e
irracional perfectamente manipulable. Cómo hacer entender a quienes
emocionados cantan el himno nacional en los eventos deportivos
internacionales, que el “extraño enemigo” ya no osa profanar con su
planta nuestro suelo, que ahora lo hace con su plata, sus costumbres y
sus mercancías, pero que es más severo su yugo que si de un ejército
invasor se tratase; que ahora es un guante de seda el que aprieta la
garganta casi hasta la asfixia pero sin dejar marca y que, incluso,
recibe la sonrisa agradecida por la generosidad de explotarnos.
No son tareas fáciles de cumplir, exigen de un gran compromiso y
convicción, así como una importante dosis de sacrificio. En este oscuro
panorama adquiere sentido pleno la remembranza de hombres como Arnoldo
Martínez Verdugo y José María Pérez Gay, ambos recién fallecidos.
Martínez Verdugo, artífice del esfuerzo unitario de la izquierda
mexicana que desembocó en la formación del Partido Socialista Unificado
de México (PSUM), con la característica de haber deslindado al comunismo
mexicano de la férula soviética que tanto daño hizo a la alternativa
progresista en el país; Arnoldo nunca dejó de ser un referente
importante y coherente en la lucha por la transformación de la realidad
nacional. Por su parte, José María Pérez Gay, desde la trinchera del
intelecto y las letras, fue un hombre de compromiso y de convocatoria
que supo reunir a lo mejor del pensamiento mexicano en torno del
Proyecto Alternativo de Nación postulado por Andrés Manuel López
Obrador, que desoyó el canto de la sirena del oficialismo diplomático y
cultural, con todo y su glamour y sus comodidades, y supo comprometerse
en el esfuerzo ingrato de la regeneración nacional. Ni modo, nos
enseñaron a luchar y a ser congruentes; no se les puede olvidar.
Tampoco se puede olvidar la capacidad de ambos para entender al otro, al
adversario, y encontrar puntos de acercamiento honesto. Personalmente
recuerdo a Martínez Verdugo en los años 80 cuando, en su búsqueda por
sumar a las expresiones progresistas, contrarias a la hegemonía priísta,
para formar una fuerza unificada con vocación de gobernar, nos convocó a
un grupo de jóvenes reunidos en Acción Comunitaria A.C. (ACOMAC) y
pudimos concertar acciones concurrentes al objetivo emancipador, no
obstante las diferencias de corte ideológico. Es enseñanza útil en estos
momentos de reacomodo de las fuerzas políticas en el país.
Por su parte, Andrés Manuel continúa en la brega por la transformación.
Yo preferiría otra forma de actuación, una que haga política sin
desconocer la existencia del otro y que busque hacer valer su peso
electoral, pero ahí está y es el único referente real de la lucha en
tiempo presente.
Insisto: ni modo, habrá que seguir, con todo y la locura futbolera.
Correo electrónico: gerdez777@gmail.com
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