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Por Esto!
Apuntes
Guillermo Fabela Quiñones
Doble moral de la OEA, los retos de Maduro
Nicolás Maduro recibió su constancia de candidato ganador en los comicios del pasado domingo, con una diferencia de 262 mil 473 votos (1.77 por ciento). Tal porcentaje es mayor al del “triunfo” de Felipe Calderón sobre Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales del 2006, por una diferencia de sólo medio punto, fraude comparable al cometido contra Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en 1988. Llama la atención el celo de la Organización de Estados Americanos (OEA) para apoyar el recuento voto por voto que exige Henrique Capriles, que contrasta con el silencio que mantuvo cuando el candidato progresista así lo demandó aquí en México.
Entonces, ni la OEA ni el gobierno estadounidense escucharon la voz de López Obrador demandando el recuento voto por voto. Ahora lo hacen de inmediato, incluso sin esperar la decisión de la autoridad electoral venezolana. Se rasgan las vestiduras, en la OEA y en la Casa Blanca, en apoyo a la exigencia del candidato de la oligarquía, quien busca erigirse como el nuevo líder golpista que haga retroceder el carro de la historia en su país. Es la coyuntura que esperaba la derecha venezolana y del Cono Sur para enarbolar la bandera de la violencia de manera “legal”.
Si José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, sigue con su actitud parcial, en favor de intereses oligárquicos, estará dando margen para que la derecha venezolana se envalentone y promueva un golpe de Estado de incalculables consecuencias, que sería aprovechado sin duda por los grupos ultraderechistas no sólo de la nación bolivariana, sino de países vecinos, especialmente de Perú, Bolivia y Ecuador, para tratar de recuperar el poder que perdieron legalmente en comicios ganados por los sectores progresistas de sus respectivos países.
La irresponsabilidad de Insulza no tiene justificación y merecería ser llamado a cuentas por el máximo organismo internacional, la ONU, porque con su comportamiento podría generar un clima de violencia tal en Venezuela que no sería fácilmente controlado, sino a costa de miles de muertos. Si no quiere reconocer el triunfo inobjetable de Maduro, por razones comprensibles que lo descalifican para estar en el puesto que ocupa, al menos debería guardar silencio, como lo hizo cuando López Obrador exigía un justificado recuento voto por voto.
Ante esta dramática realidad, el gobierno encabezado por Maduro está obligado a cerrar filas y actuar sin tardanza con el fin de neutralizar cualquier intento desestabilizador de sus enemigos de dentro y de fuera. El momento es decisivo para el futuro del pueblo venezolano, pues de lograr sus objetivos la ultraderecha liderada por Capriles, la situación del país entraría en un tobogán de inestabilidad que aprovecharían quienes anhelan el regreso de la oligarquía al mando de las instituciones. Sería un gravísimo retroceso que daría al traste con todos los avances sociales y políticos del movimiento nacionalista y democrático que logró encauzar Hugo Chávez, líder histórico de la emancipación de Venezuela.
Vienen días muy complicados para la Revolución Bolivariana, que lo serán más en la medida que sus dirigentes no entendieran cabalmente el imperativo de actuar como un solo hombre en defensa de las instituciones creadas por dicho movimiento. Están obligados a olvidar rencores, celos y envidias que serían aprovechados por sus enemigos, quienes contarán con fuertes apoyos internacionales para tratar de hacer naufragar al chavismo sin Chávez.
Es preciso hacer una fuerte autocrítica con el fin de descifrar las causas del ascenso electoral de Capriles, de manera objetiva para evitar falsas interpretaciones, y actuar en consecuencia para llevar a cabo las medidas correctivas que sean necesarias. Sería fatal para América Latina, no sólo para Venezuela, el fracaso de la Revolución Bolivariana, pues se abrirían de par en par las puertas a los defensores del poder de las minorías excluyentes sobre la gran masa de pueblos depauperados.
En este sentido, la responsabilidad de Maduro es mayúscula y está obligado a patentizar con hechos que Hugo Chávez estuvo acertado al haberlo escogido como su sucesor para proseguir al frente del gran proyecto que significa la Revolución Bolivariana. Es vital ganarse, en el corto plazo, a las masas que apoyan a Capriles, por su desinformación o por la causa que sea, pues sólo así se tendrá garantía de que el movimiento seguirá adelante hasta conseguir una victoria irreversible.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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