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La Jornada
Grupos perredistas preparan guerra
El fin de las corbatas amarillas
romper paradigmas de la política, como nos dijo Fernando Aboitiz, su titular, intentará crear una opción, política, desde luego, al juego que otorga poder a las tribus perredistas.
Se debe entender, por tanto, que esta vez no se trata de un capricho del gobernante frente al poder del partido, sino de un proyecto bien cimentado, para devolver al gobierno algo que tal vez se había perdido: cercanía con los gobernados. Sí, son aspectos técnicos los que se verán desde la dependencia, pero los efectos que desde ese trabajo se produzcan interesan desde ya al ámbito de lo político, se quiera o no.
Por tanto, los jefes de las tribus perredistas, que no esperaban el tamaño del espectro en el que trabajará la Agencia de Gestión Urbana, de botepronto comenzaron los ritos que anuncian una declaración de guerra en contra de su gobierno, aunque, es necesario decirlo, aún no golpean los tambores de combate, aunque ya se han pintado la cara y esperan el accionar de Aboitiz para empezar la lucha.
Al restar a las organizaciones tribales la función que les ha permitido sobrevivir y mantener en amenaza a los gobiernos, la gestión quedará marginada o desaparecerá, lo que obligará a los jefes de los núcleos de presión a inventar nuevas formas de cooptación y de control, porque la atención de las necesidades de los ciudadanos será, cuando menos así se anuncia, tarea casi exclusiva del gobierno.
Y es que no será fácil el transitar de la nueva secretaría si en las tribus hay temores. En las dependencias del gobierno las cosas no parecen estar mejor. Muchas secretarías, como la de Obras y Servicios, se verán impactadas por el trabajo de la Segu, que le restará funciones, aunque, para ser claros, en el gobierno todos entienden que el nuevo organismo, más que deuda pendiente del gobierno para con los habitantes de la ciudad, es una urgencia que da gobernabilidad a la actual administración.
Desde hace buen tiempo, quizá desde su candidatura, Miguel Ángel Mancera entendió, primero que nada, que el poder no se reparte, y menos aún con quienes se sirven, por ejemplo, de la gestión pública para hacer chantajes al gobierno de la ciudad. Eso parece que por fin ha terminado.
La era de las corbatas amarillas del poder tribal empieza a tocar su fin. Los espacios para la creación de nuevas formas de hacer política deben abrirse paso frente a la jungla de corrupción que hoy se vive entre las organizaciones perredistas, así que aunque no se le quiera dar tintes políticos, la Segu será la palanca de cambio que obligue a reinventar las formas tradicionales de control por el PRD. Tal vez a eso se refería Aboitiz cuando dijo que se rompería con el paradigma de la política, pero no a la ausencia de ese quehacer, que es el alma del servicio público. Aboitiz lo sabe.
Se maneja también el nombre de Ignacio Marván, quien no cuenta con buena recepción entre los estudiantes, que miran diferencias importantes entre estos dos nombres, pero por ahora lo único cierto es que la señora Orozco ya está fuera. Lo malo es que ella se niega a darse por enterada. Tal vez el aviso le será dado por la procuraduría del DF. ¿Será?
También de pasadita les comentamos que dentro de algunos días el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal Marcelo Ebrard Casaubon y algunos otros actores de la política local y del país presentarán una nueva corriente del Partido de la Revolución Democrática. De ser cierto, sería un viento fresco para sanear el ambiente mórbido que se respira en ese instituto político, y si no, qué lástima.
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