María Teresa Jardí
No existe un solo delito no cometido por individuos impresentables integrantes de la clase empresarial, bancaria, televisiva, eclesiástica, artística, política... No existen delitos no cometidos impunemente por alguno o algunos de los miembros de las jerarquías de esas clases que compran a las otras cometiendo también otro buen número de delitos. Delitos impunes, permitidos por los poderes y las instituciones a las que se les ha desarmado la estructura ética y con los que ya nada funciona en el sistema político mexicano.
De mal en peor las reformas. Que no mientan. Para dar más poderes a un presidencialismo que cuando no llega “haiga sido como haiga sido” tiene que recurrir a la compra de votos, presumiblemente incluso con dinero del narcotráfico al que se va a seguir protegiendo en este país condenado a no ser ya ni siquiera un proyecto de nación viable para todos a largo plazo.
Cuando el que llega luego de un ejercicio vinculado a la democracia. Luego del más elemental ejercicio democrático como es el voto ciudadano. Porque cada voto representa a un buen número más, de no votantes: niños, adolescentes, ancianos, mujeres parturientas, enfermos que se encuentran en las casas o en los hospitales, viajeros que no alcanzan cupo en las listas acotadas a modo, etc.,
Cuando eso amerita que se haga una reforma para establecer una sede alterna para la toma de posesión, lo que se evidencia es el fracaso del Estado. Y lo que anuncia es el fin de la democracia para ese Estado acabado.
Un Estado fallado y fallido, el mexicano, con el pacto roto y el tejido social destruido es lo que se evidencia con la reforma para construirle a Peña una sede alterna para que tome posesión del cargo, no conferido mayoritariamente por los ciudadanos y además obtenido a base de corruptelas de todas las índoles imaginables y no imaginables. Lo que garantiza la conversión de lo que viene en una dictadura como bien saben los legisladores que en México también sirven a los intereses de la delincuencia.
Legisladores que no tenemos, como no tenemos policía, por las mismas razones, porque los poderes y las instituciones se encuentran al servicio de los delincuentes vinculados a la política.
Como saben que PEÑA NIETO no va a poder tomar posesión del cargo en la sede destinada para ello, le hacen los legisladores una reforma a modo creándole una nueva sede. Es como las instituciones sobre las instituciones que, ofrece Peña construir, como invento propio, sin entender que cada uno de sus antecesores hizo lo mismo, porque lo único que se ha buscado desde que en mala hora se hicieron del poder los tecnócratas, es que sigan sin operar las instituciones que no cumplen con su cometido, engrosando el nivel delincuencial de la burocracia, pasto también del fascismo (diazordacista en está hora aciaga por la que transitamos como condena a un futuro peor que el atroz presente hoy los mexicanos), que Peña garantiza a los que lo imponen de tan mala manera y sin guardar ni la más elemental ya de las formas.
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