jueves, 12 de abril de 2012

Las leyes nunca protegen a los honrados

¡¡Exijamos lo Imposible!!
¿Habrá alguna diferencia?
Joaquín Ortega Arenas

Alissa Zinovievna Rosenbaum, (1905-1982) escribió con el pseudónimo Ayn Rand, esa magnífica novela que es Atlas Shrugged, “La Rebelión de Atlas” en español, el siguiente texto:

“Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada.”
AYN RAND
(1950).-


Acaso no has notado, querido lector, que en México se requieren hasta 14 permisos para abrir un estanquillo, mediante trámites que “quienes no producen nada”, la engorrosa y carísima burocracia mexicana, prolongan meses y meses; que para lograr ese simple permiso para trabajar en el comercio, tienes que entregar dinero y más dinero a quienes “te hacen esos favores”; ¿has dejado de notar que los hombres más ricos del mundo y de México en especial se han hecho millonarios por influencias sin límite que los proveen de contratos, prebendas, concesiones etc.? ¿Que cuando algún despistado denuncia esa situación se convierte en “perro del mal” y si logra salvar su vida, no le pasa igual con sus bienes que, indefectiblemente le son afectados? ¿Que entre los hombres mejor pagados por nuestro eficacísimo sistema político se encuentran los que han logrado convertirse en políticos y llegar a diputados, (locales o federales) o senadores, burócratas de alto rango designados por sus influencias, amistades y relaciones, y nunca jamás por sus capacidades? (“dicen por ai”, que ser político en México no requiere de conocimientos, estudios o capacidad de ninguna especie).

La inteligencia, la honradez, la capacidad y cualquier otra cualidad, resultan un estorbo.

De entre los millones de funcionarios corruptos, ¿cuántos sabe usted que han sido encarcelados? Le aseguro que no pasan de veinte y eso, “porque cayeron de la gracia del señor”. Los corruptos se multiplican porque la corrupción es recompensada. Los agentes del Ministerio Público corruptos se convierten en fieles servidores de los “poderosos”. Los jueces y magistrados corruptos por igual, en fieles servidores de los “poderosos” y es facilísimo que lleguen a Ministros de la Suprema Corte de Justicia, no por su capacidad, desde luego, sino por su conducta servil a la consigna.

No hablo de memoria:

Agustín Téllez Cruces salvó de varios asuntos penales a su amigo José López Portillo, de la época en que éste fue acusado por su actuación como Director General de Juntas Federales de Mejoras Materiales, asunto que de pasada sirvió a Ernesto Díaz Infante para llegar a Ministro de la Suprema Corte. Téllez Cruces recibió mejores recompensas; también llegó a altos puestos políticos y a primer Embajador de México ante el Vaticano. El Juez de Distrito de Tijuana que era quien pretendía procesarlos, nunca pasó de magistrado en la ciudad de Puebla. Las leyes no protegen a los honrados, los persiguen. En la Procuraduría General de la República existen denuncias por actitud francamente delictiva a un Magistrado de Circuito en Toluca; el señor Presidente lo propuso para Ministro, misma que fue aceptada unánimemente por el Senado. Como ministro, se ha distinguido por sus votos en favor de los deseos presidenciales…

En la forma sugerida por la escritora de quien hemos trascrito el pensamiento,
“…podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que nuestra sociedad está condenada….”

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