¡¡Exijamos lo Imposible!!
Caso Cassez: intromisión indebida
Monitoreo Informativo
Ayer,
al supervisar la construcción de un nuevo penal de supermáxima seguridad
que
se edifica en Papantla,
Veracruz,
el titular del Ejecutivo federal,
Felipe Calderón Hinojosa,
acompañado del secretario federal de Seguridad
Pública,
Genaro García Luna,
lanzó un mensaje dirigido a la Suprema
Corte de Justicia de la Nación (
SCJN),
referido a la situación de
Florence Cassez –
juzgada y sentenciada por secuestro,
tras una captura
en las que la autoridad cometió flagrantes irregularidades–,
e
inequívocamente crítico hacia el proyecto de resolución elaborado por el
ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea,
en el que se propone poner de
inmediato en libertad a la ciudadana francesa en vista de las graves
infracciones de procedimiento cometidas por la Agencia Federal de
Investigación (
AFI)
y por los ministerios públicos que se hicieron cargo
del caso.
En una larga alocución sobre el
significado de la justicia, Calderón se unió a las presiones ejercidas
sobre la SCJN para que ésta rechace la propuesta de Zaldívar y rehúse
excarcelar a Cassez.
Con independencia del fondo de lo que se
juzga, los señalamientos del político michoacano resultan contrarios al
espíritu republicano y a la observancia del principio de la división de
poderes. Con todo y lo mal cumplida que fue en este caso, la obligación
del Ejecutivo de procurar justicia terminó en el momento en que la
ahora sentenciada fue puesta a disposición de un juez y se aportaron las
pruebas de su culpabilidad. En lo sucesivo, la impartición de justicia
recae en el ámbito de atribuciones del Poder Judicial, y es por medio de
sus instancias formales que el Ejecutivo debe actuar. De otra manera se
contamina el funcionamiento institucional del máximo tribunal y se da
pie a la sospecha de que se busca encubrir un desempeño policial
deficiente e impresentable.
El discurso de Calderón resulta
doblemente improcedente si se considera que los recursos de apelación de
la sentenciada se han basado en el desaseo en el desempeño de la
Procuraduría General de la República (PGR) y, particularmente, en las
escandalosas violaciones a los derechos de los acusados cometidas por la
AFI, entonces dirigida por García Luna.
Sin duda, la anulación de la pena
impuesta a Cassez, de concretarse, abonaría a la impunidad y lesionaría
el derecho de las víctimas a la justicia, pero la responsabilidad de
ello no recaería en el máximo tribunal del país, que se limita a evaluar
la legalidad o la ilegalidad de los procedimientos, sino en los mandos
de la corporación policial que convirtieron a víctimas y victimarios en
forzados actores de la televisión privada, la cual, en connivencia con
las autoridades, presentó un montaje como si se tratara de una captura
en tiempo real. Por eso, cuando Calderón se refirió a la impunidad que
podría generarse si la SCJN libera a Cassez, fue inevitable evocar la de
las propias autoridades que atropellaron los derechos de los detenidos y
de sus víctimas, en lo que parece haber sido un afán publicitario
grotesco e ilegal que debió ser esclarecido y sancionado en su momento a
fin de evitar que enturbiara los episodios legales siguientes.
Como sabe todo abogado, e incluso los
profanos en materia jurídica, la justicia tiene procedimientos que no
son meros formalismos desechables, sino garantías de procesos justos y
pulcros, cuya inobservancia puede dar pie a la anulación de juicios y de
sentencias. Dicho de otra forma, lasrendijas para dejar escapar a los delincuentes
a
las que se refirió Calderón se abrieron, en el caso Cassez, desde el
momento mismo en que la autoridad adulteró los hechos y escenarios y
atropelló los derechos de los por entonces presuntos secuestradores.
Más aún, el episodio referido prefigura y
ejemplifica, a su manera, el escaso respeto del gobierno federal a
derechos y garantías de presuntos culpables, y hasta de ciudadanos
manifestamente inocentes, en el contexto de la guerra contra la
delincuencia organizada que Calderón declaró y que García Luna ha venido
ejecutando desde hace más de cinco años. Que dicha guerra se haya
traducido en un incremento brutal a las violaciones de los derechos
humanos en el país, como denuncia un clamor de organizaciones
humanitarias nacionales y extranjeras, fue posible, precisamente, porque
la autoridad no ha podido o no ha querido observar la parte de la
legalidad que impone reglas, límites y condiciones a la actuación de la
fuerza pública, y eso explica, en parte, la inoperancia y los malos
resultados de la estrategia de seguridad en curso.
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