Julián Andrade
El ex presidente Ernesto Zedillo quiere inmunidad para no enfrentar las acusaciones presentadas en una corte de Estados Unidos por la matanza de Acteal, donde murieron 45 personas, la mayoría mujeres y niños.
En las próximas semanas sabremos si su petición es atendida o se le somete a juicio, un juicio que puede resultar bastante interesante.
El ex presidente también alega que hay una venganza en su contra, aunque se abstiene de dar nombres y datos que respalden su hipótesis.
Es el error de pensar que los indígenas no son capaces de tomar decisiones y de buscar justicia en donde pueden obtenerla.
En México una demanda así no prosperaría, ya que el Ministerio Público ni siquiera tomaría en cuenta a los denunciantes.
Esa falla de nuestro sistema es la que ahora tiene en vilo a Zedillo.
Por eso sería bueno que el tema se ventilara en un tribunal en donde los funcionarios que tuvieron que ver con el asunto tengan la oportunidad de explicar lo ocurrido y de defenderse.
Que sea en EU es triste y penoso, ya que eso debería procesarse en nuestro país, pero así son las cosas.
El ex presidente, por lo que se sabe, está agraviado y cree que es una soberana injusticia lo que le están haciendo, entre otras cosas porque sostiene que fue “el arquitecto de las reformas históricas que llevaron a México a un nuevo amanecer electoral, respeto de los derechos humanos y una economía en florecimiento”.
Ese es el problema con la historia y con sus juicios, los que están sometidos a las más diversas variables.
En Chiapas se cometieron muchos errores, algunos atribuibles al gobierno que antecedió a Zedillo pero otros no.
La fiscalía de Chiapas documentó, por ejemplo, que las fechas sobre uno de los informes que probaría que existió una estrategia de guerra de baja intensidad fueron alteradas.
Desde los Pinos, ya en tiempos de Zedillo, trataron de culpar al general Antonio Riviello, quien fue secretario de la Defensa durante el gobierno del presidente Carlos Salinas, porque sabían el problema que se les podía venir encima, como ya ocurrió.
La falacia fue descubierta y es sólo una de las muestras de un expediente muy bien documentado por el Ministerio Público chiapaneco.
Zedillo alega que “heredó” el problema de Chiapas y no le falta razón, pero lo hizo con un proceso de diálogo en marcha y con la posibilidad de lograr acuerdos duraderos, los que se vieron frustrados por la actitud represiva de la Procuraduría General de la República y su intento, en ese momento absurdo, de apresar al subcomandante Marcos, por no hablar ya de consejos todavía más delirantes.
Lo que está ocurriendo deja lecciones bastante interesantes y entre ellas las que tienen que ver con la justicia y su búsqueda.
Las víctimas de Acteal están ahí y quieren que se les dé una respuesta.
julian.andrade@razon.com.mx
Twitter: @jandradej
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