¡¡Exijamos lo Imposible!! SINTOMAS DE VEJEZ
Recibí un correo electrónico titulado “¿Ruco yo?” en donde te ayudan a identificar si es que ya luchaste tus mejores batallas, o sea, que te estás haciendo viejo (escribe mi prima que si creo que es alusión personal… ¡es cierto!).
Entre los ejemplos que señala el texto está el que si no sales un fin de semana, no es que no tengas con quién salir, sino que te sientes cansado, y si llegas a salir, pides llegar temprano argumentando que al día siguiente vas a tener un día “difícil”.
Otra muestra es cuando descubres que tienes un disco con más de 20 años de antigüedad y recuerdas que lo compraste nuevo (y te quedas sin poder escuchar tu canción favorita porque no tienes tocadiscos).
Otra prueba es que ya no te gusta hablar de las desveladas, porque simplemente… ¡ya no puedes desvelarte! Es verdad: después de las once de la noche me quedo dormida en dónde esté (aunque sea la cena que organiza Don Juan Chipocles). Esto sucede a menos de que en la fiesta haya barra libre: en ese caso me duermo a las diez.
Pero esos para mí no son síntomas de vejez, si no de aburrimiento… ¿saben cuándo supe que me estaba haciendo vieja? No fue cuando me salió ese mechón de canas al estilo Tongolele (actualmente oculto bajo el tinte). Nooo… lo supe el viernes pasado cuando me di cuenta que antes de acostarme tenía que tomarme ¡siete pastillas! Con decirles que si tuviera pastillero no cabrían (y no estoy contando las pastillas de la mañana).
Lo irónico de todo esto es que entre las pastillas que me tomo para la digestión, la colitis, el extreñimiento, la acidez y otros achaques, me estoy tomando una cápsula de vitamina E dizque para no envejecer… ¡es el colmo!
Me estoy hacienda vieja, o mejor dicho, nos estamos haciendo viejos. Pero no creo que hayamos luchado ya nuestras mejores batallas: las mejores están por venir. El futuro será mejor.
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