¡¡Exijamos lo Imposible!!
La Jornada
Elite sin visión ni grandeza
Luis Linares Zapata
La corta visión de la
elite mexicana definirá en esta semana, y para su vergüenza histórica,
el escaso grado de la gobernanza y el injusto desarrollo del país que
provocarán sus propaladas reformas. El bienestar colectivo se convertirá
en sinónimo de estéril sueño y la inseguridad resultante empujada por
la desigualdad hará nugatoria toda la retórica modernizadora del
oficialismo. La ausencia de grandeza de los dirigentes sólo tendrá
parangón con las desatadas ambiciones de negocios que, unos cuantos, ya
sienten al alcance de una votación amañada en el Congreso. La llamada
reforma energética es, por completo, la exhibición descarada de las
pulsiones entreguistas de la elite dominante. La apertura será total,
cínica y dañina para los intereses nacionales. La industria energética,
sin resguardo alguno, quedará sujeta a las apropiaciones del gran
capital interno y trasnacional. No habrá salvaguarda ante el inminente
saqueo por venir. Exploración, perforación, generación eléctrica,
transporte y trasmisión, refinación y mercadeo al consumidor final
quedarán en las avarientas manos de unos cuantos beneficiarios ya
bastante conocidos. Los traficantes de influencia no tendrán reposo ni
llenadera. Irán de oficina en palacio mostrando, sin pudor alguno, sus
talegas de favores, la sofisticada tecnología que nunca compartirán, los
castigos a opositores, los sobornos estilizados y capital disponible.
La estrategia diseñada por los poderes centrales,
pacientemente
incubada desde hace largos años,
está próxima a su arranque definitorio.
La seguridad energética de la América del Norte (
Estados Unidos)
quedará,
de aquí hasta agotar las masivas reservas mexicanas,
garantizada.
Esta semana,
como ya se ha anunciado en demasía,
será la
propicia para que el asalto quede plasmado en una redacción
constitucional tramposa,
a modo y gusto de los inversionistas.
El
holgado conteo de votos disponibles para concretar la susodicha hazaña
modernizadora que la elite pregona permite un mayoriteo aplastante.
La
ruta por los congresos estatales fluirá a través de mentes colonizadas y
se ayuntará con los desclasados y poquiteros intereses provincianos.
Las consecuencias reformadoras,
por desgracia,
también son más que
previsibles.
Las inversiones fortificarán a una delgada capa de sectores
especializados y de marcada concentración.
El grueso de la producción
petrolera proyectada se irá,
íntegro,
y acorde con lo planeado en las
cúspides,
a sus sedes del norte.
Ahí se refinará y comercializará para
aprovechamiento de sus mercados,
ávidos de energéticos abundantes.
La
cacareada autosuficiencia estadunidense (
basada en el gas de esquisto)
no resiste una prospectiva realista de mediano plazo,
nada se diga de
largo alcance.
Aun si la lograran,
México tendría un ancho menú de
compradores disponible pero,
tal panorama incluso,
no es necesario o
siquiera conveniente planear exportaciones de ese tamaño.
El consumo que
el mercado interno requiere de la industria energética propia es
suficiente para esperar crecimientos económicos generales que fueran
compatibles con las necesidades y aspiraciones locales.
El oficialismo está bien avisado de las expectativas
económicas que aguardan,
cuando menos,
para los dos próximos años.
Ante
tales premoniciones se han pertrechado con los ingresos provenientes de
los nuevos impuestos atados a la reforma hacendaria y fiscal recién
aprobadas.
A ello habría que juntar la autorización de aumentar la deuda
en centenas de miles de millones,
lo cual les permitirá inversiones a
pasto y gasto masivo.
Pero no quedan tranquilos con tales plataformas de
despegue.
Por eso están dispuestos a la apertura energética.
Confían
que las inversiones de las trasnacionales y del gran capital local se
desbocarán y empujarán,
como nunca,
la expansión de la fábrica nacional.
Es una estrategia factible de concretarse.
Lo malo es que estos
apresuramientos conllevan dispendios y atracos mayores.
Alientan la de
ya por sí magnífica y porosa corrupción imperante que todo lo toca con
su mano ensangrentada.
Además,
el implacable diseño modélico
concentrador,
contario a la moderación y el reparto equitativo,
conculca
la esperanza de aunque sea una mínima justicia social.
Mucho de lo que está ya casi programado hubiera podido matizarse o,
eventualmente,
ser detenido,
si la sociedad respondiera,
como lo hizo
hace apenas unos años,
ante la pasada tentativa del panismo calderonista
(
hoy triunfante en su empeño entreguista).
Ahora no fue posible
movilizar por las agrupaciones de izquierda,
de manera masiva,
la
contrariedad popular.
Lo que ha venido mostrándose es apenas una pálida
respuesta,
dado el monumental atropello contra la riqueza remanente de
los mexicanos.
La suerte está echada,
la euforia de panistas y priístas
corre concomitante a su escaso tamaño.
No gozarán de aprecio o respeto
por parte de aquellos a los que habrán de servirles sus tropelías
legislativas.
El recuento de los daños ocasionados en los años por venir
marcará,
qué duda,
su pueril desempeño.
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