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Por Esto!
Reforma política engañosa
Ricardo Monreal Avila
Se
acaba de aprobar la enésima reforma político electoral. Sus principales
acciones: transforma el IFE en Instituto Nacional de Elecciones (INE);
se aprueba la reelección de presidentes municipales, diputados locales,
diputados federales y senadores; se establece como causa de nulidad el
rebase de topes de campaña, la utilización de recursos públicos de
procedencia ilícita, así como el pago de publicidad encubierta en medios
de comunicación (televisión y radio); se prevé la opción de gobierno de
coalición a juicio del presidente electo; se acorta el período de toma
de posesión de un presidente a otro; la PGR se convierte en Fiscalía
General de la Nación, siendo su nombramiento facultad del Senado; entre
los principales cambios.
Es una reforma diseñada para el beneficio y usufructo de la clase
política, no para abrir más cauces de participación a la ciudadanía.
Se autoriza la reelección como supuesto mecanismo de rendición de
cuentas de los legisladores y las autoridades municipales, pero no se
concede a la ciudadanía ninguno de los instrumentos de la democracia
participativa directa como son la revocación de mandato, la iniciativa
ciudadana, la consulta popular, el plebiscito, el referéndum o la urna
electrónica.
Si esta reforma se hubiese hecho con la opinión de los ciudadanos, la
reelección simplemente no se hubiese aprobado, ya que un porcentaje
mayoritario de la población mexicana (no menor a 60%) la rechaza. Existe
en los hechos una reelección a nivel de legisladores federales,
mediante la cual algunos hemos tenido la oportunidad de transitar de una
cámara a otra de manera alternada. Algunos estudios han ubicado en un
umbral del 15% el número de legisladores que tenemos estos antecedentes.
Con esta autorización constitucional, lo que se va a presentar es que
la representación legislativa se hará más elitista, más oligárquica y
más cerrada hacia la sociedad.
Se dice que la ciudadanía tendrá en todo momento la decisión final en
las urnas, para premiar o castigar a un legislador o a un presidente
municipal que cumpla o incumpla. Eso sería cierto si las elecciones en
México fueran limpias, equitativas y dignas de la confianza ciudadana.
Pero sabemos que no es así, que en nuestra democracia sabremos contar
los votos, pero no crear ni respetar condiciones de juego parejo. La
interferencia sistemática, permanente y continua de factores
extraelectorales, como el dinero ilícito, la operación de programas
sociales gubernamentales, la compra del voto o el condicionamiento del
mismo, son elementos que impiden hablar de una democracia de calidad. En
estas condiciones, la reelección lejos de democratizar y dinamizar la
vida pública, la hará más oligárquica y esclerotizada.
El rebase de los topes de campaña como causal de nulidad de una elección
es una vacilada. Se establece que el 5% de rebase en los gastos podrá
generar nulidad, siempre y cuando exista la “determinancia”, es decir,
que la diferencia entre el primero y el segundo lugar sea de tal manera
tan estrecha, que sólo así el dinero se convertiría en factor de
decisión.
Esta postura ignora que el gran actor en las elecciones en el país,
desde que hay competencia política, es el dinero ilícito en todas sus
modalidades: desde las aportaciones en efectivo, hasta las
contribuciones en especie o la contratación de propaganda al margen de
contratos y declaraciones fiscales o el pago simulado por noticias
informativas (los famosos infomerciales). Este dinero ilegal e ilícito
es el principal factor de inequidad en nuestras elecciones y esta
reforma política está lejos de haberlo controlado, sometido o doblegado.
Se abre la posibilidad de crear gobiernos de coalición, siempre y cuando
el Presidente en turno así lo estime conveniente. Planteado de esta
forma, como una facultad discrecional del Ejecutivo, el gobierno de
gabinete se convierte en una decisión voluntariosa, personalísima y
unilateral. Se pierde el carácter estatal, obligatorio y fundacional de
un auténtico gobierno de coalición como forma de gobierno parlamentaria.
El Instituto Nacional de Elecciones (INE) es una obra maestra de la
partidocracia, no de la democracia participativa. Se plantea quitar a
los gobernadores el control sobre los institutos electorales locales,
sólo para transferirlo a los partidos políticos nacionales que dominan
el Congreso de la Unión. No hay ni atisbos de ciudadanización del INE ni
de los institutos electorales locales que habrán de reestructurarse.
Simplemente se transfiere el poder del federalismo de los virreyes al
centralismo de una oligarquía partidista. Con el agravante de que las
prisas y premuras por cambiar al IFE ponen en riesgo la realización de
las elecciones locales del próximo año y las federales del 2015. ¿Esto
representa un avance democrático?
Por último, la transformación de la PGR en Fiscalía General de la
Nación. Se habla de sacarla de la esfera de influencia del Ejecutivo
Federal, para darle autonomía, independencia y libertad de gestión. Que
se convierta en una instancia imparcial de procuración de justicia y no
en una instancia de venganzas políticas del mandatario en turno. Sin
embargo, se incurre en la misma desviación de diseño institucional que
acontece con el INE. Si el futuro fiscal fuese designado en una primera
instancia por un órgano colegiado no partidista, de prestigio académico,
gremial y de investigación judicial, y que ellos propusieran en una
segunda instancia una terna de aspirantes al Congreso de la Unión (al
Senado, por ejemplo), entonces se podría pensar en una fiscalía
autónoma, imparcial y profesional.
Pero no será así. La partidocracia designará al nuevo fiscal y el
Presidente en turno tendrá la facultad de removerlo cuando así lo juzgue
conveniente. Con este diseño bipolar, un poder designará al fiscal y
otro lo podrá destituir. Habrá juego de pelota entre poderes, un pin-pon
político, pero no mejoramiento de la justicia.
Esta reforma política está diseñada para repartir el poder entre la
clase política, no para distribuirlo democráticamente entre la
ciudadanía. Por eso es una reforma política engañosa.
ricardomonreala@yahoo.com.mx
Twitter: @ricardomonreala
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