Al terminar 2013 he
querido enviar una nota que refleje mi preocupación y mi esperanza. Nada
mejor que la relectura del profeta, Daniel (Cosío Villegas), La crisis de México.
Es difícil evitar la conclusión de que México pasa por una crisis
gravísima. Cierto que ha venido gestándose durante décadas, pero el
punto al que ha llegado este año es tal que pudiéramos decir que, si no
es el peor, es uno de los peores momentos de nuestra historia. México ha
vagado sin rumbo perdiendo un tiempo precioso y viendo cómo su proyecto
se disolvía. Creímos que la alternancia sería la puerta de la
democracia. Estábamos equivocados. Acción Nacional, que se había nutrido
con el desprestigio de los regímenes posrevolucionarios, demostró desde
el poder que no contaba ni con principios ni con líderes y que su labor
de denuncia era una careta. En el poder no hizo sino imitar y superar
los peores vicios del PRI, hasta terminar aliándose con su núcleo de los
peores, al punto que hoy nadie duda que forman el partido de la
reacción.
Como era de temerse,
la elite mexicana corrompida e incapaz ha
terminado por confiar la solución a la inspiración,
la imitación y
sumisión a Estados Unidos.
Acude desesperada por su fracaso en demanda
de dinero,
técnicas,
cultura,
arte y tutela política y nos quiere
imponer su tabla de valores.
Este proceso de entrega ha llegado al colmo
de abrir las puertas a los grandes oligopolios para que puedan saquear,
hasta el agotamiento,
la máxima riqueza material de México:
sus
recursos energéticos.
Sabemos que estamos lejos de la prosperidad
material que prometen a una opinión pública manipulada por una
monstruosa campaña de mentiras y cálculos ilusos.
Aunque lográramos,
mediate el sacrificio a nuestra nacionalidad,
mejorar lo que vivimos,
perderíamos no sólo nuestra soberanía,
sino la seguridad,
el dominio y
la dicha de quien ha labrado su propio destino.
¿Qué podría hacer nuestra nación para alcanzar a un tiempo el
progreso material y una mejor organización política social y humana? La
única esperanza es que los hombres libres reafirmen nuestra herencia:
reviven las grandes metas de la Guerra de Independencia,
la Reforma
liberal y la Revolución.
De la reafirmación de principios y de ideales
vendrá una depuración de los políticos.
Reafirmar quiere decir afirmar
de nuevo y depurar.
Sin esta regeneración,
el país perderá mucho de su
existencia y de la actual crisis terminará en un desastre,
luchas
sangrientas y destrucción de las que no terminaremos de lamentarnos
nosotros y quienes nos sigan.
Deseo a ustedes que demostremos con
hechos,
no con opiniones,
que en este país brilla un espíritu y una fe
en nosotros mismos y en nuestro destino.
Nos vemos aquí el 12 de enero.
Twitter: @ortizpinchetti
joseaorpin@hotmail.com
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