viernes, 15 de noviembre de 2013

Cuantas 'Quinas' hacen falta a este México

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
Nunca se despacha detrás del escritorio

En la Sección Uno se hace política con el trabajo
Mario Menéndez Rodríguez

CIUDAD MADERO, Tamaulipas, julio de 1983.- En una ocasión, durante una visita de carácter oficial efectuada a esta ciudad, el licenciado Luis Echeverría Alvarez inició una gira de trabajo por la zona donde la Sección Uno del STPRM construye presas con el fin no sólo de almacenar agua para el riego, sino para impulsar el cultivo de peces que luego vende en las tiendas de consumo popular y en los restaurantes propiedad de los obreros petroleros. El entonces Jefe del Ejecutivo Federal se detuvo sobre una pequeña loma formada con la tierra arenosa extraída por un grupo de hombres que, metros abajo y con el fango casi hasta la cintura, le saludaban afectuosamente. Echeverría agradeció las muestras de simpatía de aquellos trabajadores y, por breves momentos, contemplando aquella escena, permaneció en silencio. A su lado se encontraba Joaquín Hernández Galicia, director de Obras Sociales y Revolucionarias del gremio petrolero, con quien minutos después inició una interesante conversación sobre el programa de producción masiva de alimentos, impulsado por la Sección Uno en las regiones donde tienen sus fuentes de trabajo los petroleros mexicanos, y proyectando, aunque todavía a escala incipiente, hacia otras zonas del país.

Sin perder el hilo de la exposición del fundador del Grupo Unificador Revolucionario Nacionalista, cuya sede central está ubicada en Ciudad Madero, el Presidente Echeverría Alvarez mantuvo la mirada fija en los trabajadores que construían la pequeña presa. De pronto, como si hubiera captado la causa fundamental que explica el desarrollo acelerado de aquella zona petrolera, disparó a quemarropa la siguiente pregunta:

-Joaquín, ¿de dónde sacas a los presidentes municipales?

El dirigente obrero esbozó una sonrisa de satisfacción, comprendía la razón de la interrogante presidencial; miró también hacia aquellos hombres y contestó:

-De ahí, señor Presidente.

Y ahí abajo -desde las 6:30 de la mañana hasta las 9:30 de la noche, y cada vez que Hernández Galicia inspeccionaba las obras, lo cual era frecuente, la jornada se prolongaba hasta las 2 de la madrugada, y ahí abajo, repetimos, se encontraba precisamente “El Gordo” Hugo Barba Islas, quien en 1939, al fallecer su padre Armando Barba Flores -destacado secretario general de la Sección Uno y en cuyo honor lleva su nombre centros de educación y recreación de Ciudad Madero-, fue recogido por la gran familia petrolera, familia a la que ha servido con lealtad y autenticidad y a la que hoy le demuestra su capacidad administrativa al frente de la Sociedad Civil, el instrumento de la Sección Uno que resuelve las necesidades de Petróleos Mexicanos en la jurisdicción y destina las utilidades a obras sociales que benefician no sólo a los maderenses, sino también a los tampiqueños.

Y aunque parezca difícil de creer para tirios y troyanos, una de las realidades de la Sección Uno es que para detentar un cargo político, es imprescindible ser un permanente y consecuente obrero de avanzada. Y ¿qué significa esto? Veamos: “tratar de ser el mejor, el más leal y dinámico en el trabajo, el más honrado, comprensivo y servicial, un hombre de palabra y de acción” -así lo exige “el patrón”, como cariñosamente llama también el pueblo maderense a Joaquín Hernández Galicia. Y el pueblo, amables lectores, no miente.
Hasta entonces, y sólo hasta entonces, el Presidente Echeverría Alvarez comprendió el significado de la política y el obrero político en la Sección Uno; lo verificó sobre el terreno de la realidad, y halló en la lealtad, en el trabajo y en la unidad, en la conjugación de estos elementos, el por qué del progreso vertiginoso de Ciudad Madero.

Hugo Barba Islas, en la actualidad de 49 años de edad, 30 de los cuales han sido como trabajador de PEMEX -primero como aprendiz de laboratorio y luego en la flota petrolera-, nunca despachó detrás de su escritorio en la presidencia municipal durante los tres años que fue alcalde”, asegura doña Charito, la encantadora viejecita de Arbol Grande que conoce la vida y milagros de los maderenses. “A él siempre, o casi siempre -agrega-, se le localizaba en el taller de obras públicas de la Sección Uno, al pendiente de las necesidades de la población: introducción de agua potable, construcción de aulas, calles y mercados, donación de camiones para recoger la basura, carro-patrullas para el orden público, acarreos de arena para rellenar las partes bajas de la ciudad, instalación de plantas para potabilizar el agua, etcétera. (“El Gordo” Barba fue después diputado federal por el Segundo Distrito Electoral de Tamaulipas).

¿Es esta una excepción?

No, todo lo contrario; es la generalidad del político petrolero de la Sección Uno. El trabajo distingue al ciudadano maderense y el grado de intensidad y eficiencia, la dedicación, identifican al dirigente obrero. ¿Por qué negarlo? ¿Por qué tratar de ocultarlo? Está aquí, es fácil de comprobar, y lo es porque es la constante.

“SOMOS SERES HUMANOS Y NOS REALIZAMOS EN EL TRABAJO DIARIO”

Siete de la mañana, y otro domingo de trabajo voluntario en Ciudad Madero. En el cruce de Ignacio Zaragoza y Pino Suárez entrevistamos a un obrero que, al jubilarse sus padres, obtuvo la planta en Petróleos Mexicanos el 16 de julio de 1952. Hoy, a los 48 años de edad, también él se encuentra en la lista de los jubilados de PEMEX, pero de lo que no está retirado -“sería imposible”- es del trabajo diario, al que le dedica “un 100% en cuerpo y alma”; se halla, como advierte, “para lo que ordene el señor”, y “el señor”, por supuesto, es Joaquín Hernández Galicia. El nombre del entrevistado: Julio Dolores Martínez, y ha sido presidente municipal de Ciudad Madero y diputado federal por el Estado de Tamaulipas.

Esa mañana dirigía, con el alcalde Erasmo González Martínez, la pavimentación hidráulica de las calles del centro petrolero por excelencia.

¿Cómo se llega a los puestos públicos en Ciudad Madero?

-“Bueno, ya te diste cuenta que la tónica de este pueblo es el trabajo y que la Sección Uno tiene una gran responsabilidad, material y moral, con Ciudad Madero. Pues bien, entre los petroleros que más le llegan al pueblo con su ejemplo en el trabajo, su lealtad al gremio, su espíritu de entrega, se va seleccionando a quienes se considera los mejores, y se les asignan diversos cargos administrativos en la Sección. En este proceso de selección y confrontación con la práctica, el trabajador adquiere experiencia, conocimientos, amplía su criterio, conoce mejor al pueblo y demuestra, al fin y al cabo, si de verdad sirve para puestos de mayor envergadura y responsabilidad. Ahora bien, y es preciso aclararlo, entre quienes detentan cargos de responsabilidad y quienes laboran en la base, no hay ni debe haber distinciones, ni prebendas. Somos compañeros, como dice la raza, del mismo establo y lo que nos identifica es la entrega al trabajo, servir al pueblo, que es lo que nos enseñan nuestros dirigentes, y de manera especial don Joaquín; es lo que nos exige el pueblo, a quien debemos también nuestra formación. La responsabilidad pública exige mayor entrega, más dedicación, trabajar más. Esta es la diferencia. Tenemos muy presente que, primero, somos seres humanos y que nos realizamos en el trabajo diario, que es la escuela petrolera”.

Si eso es así, ¿qué hacías antes de ser alcalde?

-“Mira, te decía: antes de ser funcionario público, ‘nos miden y forman’ en las obras sociales. A veces no se cree, o es difícil de creer el camino que hay que recorrer. Por ejemplo, la construcción del centro recreativo fue en verdad una obra de romanos; recorríamos varios kilómetros trasladando, a pie -¡qué días aquéllos, compadre!-, la grava, la arena, la varilla. Pieza por pieza, construimos lo que es orgullo de Ciudad Madero. Y, ¿quién protestaba; quién podía atreverse, si al frente de nosotros, empujando la carretilla, iba don Joaquín? Nadie se podía doblar. Había que seguirlo, como lo he seguido desde 1956, con los ojos cerrados. Y así también hemos construido escuelas, jardines para los niños; sembramos en los huertos y en los ejidos; trabajamos en las tiendas de consumo popular, en la construcción de las mismas. Participamos en la pavimentación de las calles y en la introducción del agua potable. En fin, hacemos cualquier cosa que se nos ordene. Aquí, en la Sección Uno, nunca se puede decir que no se puede hacer una obra; siempre se puede más. El no no existe en nuestro vocabulario del trabajo. Don Joaquín podrá equivocarse como humano, pero si se equivoca -y es de humanos equivocarse- y nos vuelve a decir que repitamos el trabajo, tiene todo el derecho de hacerlo, porque es el primero que pone el pie por delante. Y tiene la facultad, y se lo agradecemos, para señalar los errores personales, las debilidades. ¿Sabes por qué aceptamos con gusto cualquier regaño? Porque no sólo está pendiente de nosotros, los obreros petroleros, sino de nuestras esposas, de nuestros hijos; él veía porque nada nos falte. ¿Cuántas horas podemos y debemos entregar a Ciudad Madero? Las que sean necesarias, porque al frente va un hombre que no conoce el significado de la palabra claudicar… Mi obligación, desde que me levanto a las 5:30 de la mañana, es ver porque el trabajo salga lo mejor posible. Y en esto ayudan los compañeros: unos a otros nos ayudamos, corregimos los errores, y ¿sabes?, por eso las cosas andan tan bien…”.

Pero, ¿qué es lo que tiene Joaquín Hernández Galicia que los motiva a seguirlo en cualquier empresa?

-“En primer lugar, él nunca dice: haz esto o aquello, sino sígueme. Y tratamos de seguirlo porque siempre ha demostrado su preocupación por el obrero, por el de abajo. Su capacidad de trabajo, de entrega, es apasionante. Hay cosas que no le entendemos, que no le comprendemos, y creemos, a veces, que está en un error, pero al final los hechos demuestran que tenía la razón. Es un líder nato, resuelve los problemas sobre la marcha; ha hecho del trabajo un culto, y nos ha formado en esta escuela. Acabó con la violencia, con las divisiones, con el vicio y acabó con todo eso hablando un lenguaje distinto y actuando con verdadero amor al prójimo, con obras que benefician a todos. Desarrolló en nosotros la mentalidad de que, en verdad, somos hermanos y que debemos actuar como tales. Nos ha inculcado la lealtad, la necesidad de la unidad consecuente. Y puedo decir algo más, algo que los maderenses conocen: hemos dado la vida por Joaquín Hernández Galicia, así lo sentimos; ya Madero, ya Tampico, y todo lo que nos rodea es nuestra vida misma. Si nos atacan es porque temen la unidad tan formidable que hemos alcanzado y que nadie ni nada podrá destruir. Ojalá que Dios nos lo guarde mucho tiempo al frente de nosotros. Si soy Julio Dolores Martínez en Ciudad Madero es gracias a él, al pueblo que ha formado con el trabajo y la unidad”.


Ciudad Madero vista por su alcalde Erasmo González, un soldador

Obrero petrolero de 48 años de edad, soldador en la refinería de Ciudad Madero, Erasmo González Martínez se encontraba con Julio Dolores en el cruce de la Ignacio Zaragoza y Pino Suárez por la zona de Arbol Grande, dirigiendo también la pavimentación de las calles. Aprovechamos la ocasión para que presentara a los lectores de POR ESTO! su visión maderense del corazón petrolero…

¿Cuál es la composición social de Ciudad Madero? ¿Qué se hace? ¿Cuáles son sus problemas fundamentales?

-“Según los últimos datos, la población asciende a 180 mil habitantes, de los cuales el obrero petrolero representa un poco más de la mitad. Sin embargo, si se considera a quienes de una manera u otra están relacionados con el petróleo, entonces la cifra es superior al 70%. Actualmente trabajamos en un programa de pavimentación que está auspiciado por la Sección Uno, en colaboración con el Ayuntamiento. Existe hoy un promedio de 260 kilómetros de calles, de los cuales 137 son de concreto. Todavía estamos con un por ciento más alto de calles de asfalto, pero la colaboración de la gente de Ciudad Madero es la que ha hecho posible el crecimiento de este tipo de obras, porque responde con una firmeza y una decisión tremenda, indudablemente, en todo esto tiene mucho que ver la labor convincente y el ejemplo del señor Hernández Galicia, quien determina las obras de acuerdo con los gobiernos federal y estatal y, por supuesto, con la participación siempre decisiva de la Sección Uno. Don Joaquín ha hecho que ningún maderense se sienta aislado; ha enseñado la doctrina del trabajo y de la unidad y por eso nuestra gente trabaja unida, buscando siempre la superación. Esto nos distingue… Siempre hay un camino a seguir y nadie viene a inventar un programa: presidente municipal que entra tiene ya un programa trazado de antemano, es la continuidad del anterior. En esto radica la utilidad de la obra, poco o mucho, pero es utilidad. Nada de obras superfluas; se hace lo necesariamente indispensable, y hasta donde alcancen las posibilidades. Aquí no se acostumbra dejar las cosas a medias, ni se destruye la obra del alcalde anterior, sino todo lo contrario: hay continuidad constante…”.

“Respecto a los problemas que enfrentamos, son todos en los servicios, pero hay tres fundamentales, que enmarcan el desarrollo de una ciudad: la seguridad, que implica la tranquilidad de una población que merece respeto; la limpieza, porque es el reflejo de nuestra vida, y drenaje, porque representa salud. Ciudad Madero no tiene un drenaje fluvial integrado, apenas se está integrando; entonces, se aprovechan los canales a cielo abierto que han servido desde tiempo inmemorial y para mantenerlos en servicio, y poder evitar hasta donde sea posible las inundaciones, la población coopera. Ya tenemos, por ejemplo, ahora que se viene la temporada de lluvia, un 85% de los canales limpios. Podríamos mencionar otros problemas, que son menores, y diría que no lo son, porque se resuelven con el trabajo voluntario que presiden los compañeros de la Sección Uno: la atención de las escuelas, la pavimentación de calles, la construcción de viviendas… seguimos el camino que trazó el señor Hernández Galicia para Madero, y en especial para los petroleros. Primero devolvió la tranquilidad a la población e impulsó la unidad entre los petroleros; buscó trabajo para todos, aunque ahorita tenemos problemas de falta de empleos, pero como quiera, hay un índice satisfactorio, mejor de lo que nos esperábamos. Por otra parte, el señor se ha preocupado mucho porque haya escuelas, alimentos; nos enseñó y ha enseñado a mucha gente a sembrar aquí mismo en la ciudad, donde hay escuelas que tienen sus pequeños huertos, granjas donde la población produce lo que necesita; luego el programa de la distribución de esos productos, las tiendas de consumo. Y el deporte, la recreación para los muchachos, es la preocupación del señor Hernández Galicia. Porque la juventud y la niñez se desenvuelvan alejados del vicio, por eso él ha creado o ha dado instrucciones para que se creen, al través del sindicato, las instalaciones deportivas necesarias para que la niñez y la juventud se encaminen por el rumbo constructivo. Por eso Madero vive a pesar de los pesares, una etapa de tranquilidad, no de ahora, sino de hace mucho tiempo…”.

“Don Joaquín ha sido un visionario, ha transformado a Madero y lo ha hecho aparecer con fuerza en el mapa de la República Mexicana… El progreso de Ciudad Madero representa un símbolo para nosotros, los obreros petroleros. Y cuando uno tiene un símbolo, hay que entregarse con fervor… Por eso no hay una obra en Madero que no tenga la intervención del sindicato petrolero. Es nuestra ilusión… Cada vez que vemos a gente de edad, nos dicen: ‘¡Qué bueno que Joaquín se ha preocupado tanto por Madero!; nosotros no somos más que seguidores de él, nosotros no somos más que una pequeña parte del engranaje de la Sección Uno…”.

Del presupuesto que tiene Ciudad Madero y de las obras sociales que se realizan, ¿qué porcentaje dirías que aporta la Sección Uno?

-“Bueno, en la actualidad, el municipio sólo tiene un presupuesto de 80 millones de pesos para 1983. Es irrisorio, pero te demuestra lo que significa la participación de Joaquín y la Sección Uno, sin la cual no se podría hacer ni alcanzar nada, como tampoco se lograrían los adelantos en las obras sin la colaboración decidida del pueblo. Esto explica el contenido de la Dirección de Obras Sociales y Revolucionarias, el papel de la Sociedad Civil y el trabajo voluntario de la población. Esta unidad es lo que hace posible el progreso…”.

No hay comentarios: