¡¡Exijamos lo Imposible!!
La Jornada
EU: espionaje y protestas
La revelación de
prácticas de espionaje sistemático y masivo realizado por la Agencia de
Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés)
contra gobiernos y ciudadanos de todo el mundo, a la par de la creciente
inconformidad y de los enérgicos reclamos de autoridades nacionales
–con algunas excepciones ominosas, como el caso de México–, ha sembrado
un clima de inconformidad y descontento entre la población del país
vecino, como quedó de manifiesto ayer con la realización de una protesta
masiva en las calles de Washington, convocada por decenas de
organizaciones civiles, grupos ambientalistas y de defensa de derechos
humanos, medios digitales e incluso organizaciones conservadoras
contrarias a la intromisión gubernamental en la vida privada.
El precedente ineludible de estas manifestaciones de descontento son
las protestas realizadas por el movimiento Occupy Wall Street hace dos
años,
con una diferencia fundamental: el objeto de los reclamos de las
actuales movilizaciones no es el modelo económico depredador vigente en
buena parte del mundo ni los intereses económicos y especulativos
causantes de la crisis mundial,
sino un régimen político –
el
estadunidense–
que ha mostrado una total falta de escrúpulos a la hora
de husmear ilegalmente en la información de otros gobiernos,
organismos
internacionales y ciudadanos,
y que ha otorgado con ello nula
importancia a su propia legalidad,
a las leyes de otras naciones y a los
tratados internacionales.
En el contexto de esta jornada de manifestaciones en la capital
estadunidense,
el ex colaborador de la NSA Edward Snowden difundió un
comunicado desde su exilio en Rusia en el que denuncia que la comunidad de inteligencia de Estados Unidos construyó secretamente un sistema de vigilancia penetrante
,
indica:
es hora de que el gobierno aprenda de nosotros
e invita a enviar el mensaje: dejen de vigilarnos
.
Resulta inocultable que la divulgación de las filtraciones
realizadas por Snowden conlleva una brusca pérdida de credibilidad para
el discurso oficial estadunidense,
el cual suele tener como referentes
la legalidad,
la institucionalidad y presenta a ese país como la
democracia más consolidada del planeta.
Ese deterioro en la imagen de
Washington ante sus propios ciudadanos y frente al mundo,
constituye un
factor de debilidad adicional para la administración de Barack Obama,
despojada de la agenda progresista con que arribó al poder en 2008 como
consecuencia de las vacilaciones del mandatario y de los obstáculos
impuestos por sus opositores políticos y los poderes fácticos,
ahora
colocada,
ante el conjunto de sus interlocutores,
como administración
poco confiable,
inescrupulosa e incluso amenazante.
En contraparte,
las protestas de ayer permiten ponderar el impacto
político que ha tenido en la sociedad de Estados Unidos y de otros
países la revelación de filtraciones como las realizadas por Snowden y
difundidas por Wikileaks y por diversos medios de comunicación,
las cuales han originado un debate público en torno al secretismo
tradicional de los poderes políticos y su tendencia a establecer
sistemas ilegales de vigilancia y espionaje sobre la población,
y han
ensanchado la conciencia colectiva sobre la importancia de la
transparencia y el derecho a la información.
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