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La Jornada
Protestas al por mayor en el DF
Los gritos de Ruvalcaba
Las macanas se quedaron con las ganas, o casi, porque, por ejemplo, al diputado del PT Rodolfo Ordaranza, junto con algunos de sus acompañantes los policías federales les pegaron una que ni el Canelo se hubiera imaginado; pero en general, gracias a los acuerdos entre profesores y funcionarios del GDF, el gobierno federal tomó el Zócalo, así que nada de
operación quirúrgica, nada de que la PF lo hizo. Ya basta de patrañas.
Pero, ¿de quién es el Zócalo de Mexico? Bueno, de los maestros que protestan porque el capricho del gobierno federal atenta contra su seguridad laboral, y contra la educación de los niños, ¡No!, eso ya lo dejaron en claro las autoridades; de los turistas que visitan el Centro Histórico, tampoco, porque la serie de retenes impuestos por la policía federal les impide el libre acceso. Del ciudadano común, menos; les es imposible traspasar las barreras de seguridad que cercan la plaza mayor del país. Y entonces ¿de quién es el Zócalo?
Sí, es de todos, pero sobre todo de quienes más lo necesitan, y es que sólo desde el Zócalo puede escuchar, a veces, la ciudadanía las quejas de quienes no han podido hacer llegar sus demandas hasta los oídos del poder, que se torna ciego y sordo, como le mandata la regla de gobierno promulgada por el salinato.
No es casual que los maestros protesten en el centro de la ciudad, ni que los cañeros paren la circulación y tengan tomada una de las calles aledañas a la Secretaría de Agricultura por los rumbos de la avenida Cuauhtémoc, ni que los de los 400 Pueblos –aquellos a los que alguna vez Mondragón y Kalb prometió sacarlos a patadas de las calles del DF– se despojen otra vez de sus vestidos, para reclamar por las injustiacias que ellos aseguran se han cometido en su contra. No, no es casual; algo anda mal en el gobierno federal, y en el DF se manifiestan para que lo sepa todo el país.
Y a final de cuentas ¿qué se logró montando ese teatro de terror en el Centro Histórico de la ciudad, si por la noche del 15 la gente decidió no acudir a celebrar el Grito, y la plaza se tuvo que ocupar a medias por acarreados, y si las manifestaciones de rechazo a las formas de gobierno de todas formas se lanzaron directas al palco central de Palacio Nacional?
quirúrgico, fue un acto que aterrorizó a la gente, que la disuadió en sus intenciones de llegar al Zócalo. Parecía que nadie que no fuera acarreado quería llegar al escenario del combate frustrado, que sin duda creó una sentimiento de miedo que dejó vacía la plaza, la Plaza Mayor de México.
Tolerancia es fuerza, advierte el jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, quien señala que en el último año en la ciudad se realizaron más de 2 mil 300 marchas, y que de ellas, arriba de 60 por ciento fueron reclamos contra el gobierno del PRI.
Es Mancera quien decide no aceptar la invitación para el festejo de la Independencia, en Palacio Nacional, y que antes no aplaudió la reforma hacendaria que ocho días antes presentó Peña Nieto, consciente, el jefe de Gobierno, de que la mesa que más aplaudía era la del PRD, el partido que lo postuló al puesto que ocupa, pero, al parecer, no está de acuerdo.
En fin, parece que empieza a haber distancias entre lo que hace Peña y las formas de gobierno de Mancera. ¿Será que las distancias empiezan a hacerse sentir? Pronto se verá.
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