¡¡Exijamos lo Imposible!!
La Jornada
Movilización y unidad inéditas
La masiva concentración
realizada ayer en el centro de esta capital, originalmente convocada
por el Movimiento Regeneración Nacional en contra de la reforma
energética, merece por varias razones el calificativo de inédita. Sin
tener como telón de fondo una campaña proselitista o un conflicto
poselectoral, y a pesar del cerco mediático y de los empeños del poder
público por desestimar y minimizar las demostraciones y movilizaciones
de inconformidad, el acto logró concentrar a decenas de miles de
personas y dio cabida a una inusual articulación de distintas
oposiciones cívicas de izquierda.
Más allá de la numerosa confluencia,
la riqueza de la movilización
radicó en la diversidad de contenidos en ella expresados y en el peso
simbólico de reunir a agrupaciones políticas formales,
organizaciones de
la sociedad civil y representantes del movimiento magisterial.
De esa
forma,
los llamados de Andrés Manuel López Obrador a someter a consulta
pública la iniciativa de reforma a los artículos 27 y 28 de la
Constitución –
que permitiría un avance privatizador en el sector
energético–
confluyeron en un mismo espacio con señalamientos como los
del padre dominico Miguel Concha Malo,
quien afirmó que nadie quiere que se provoque entre nosotros un plan económico de choque con una reforma hacendaria que afecta a todos
,
y con las posturas expresadas por el dirigente de la sección 22 de la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación,
Rubén Núñez.
Significativamente,
la concentración mencionada ocurre unos días
después de que Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y el propio López Obrador
–
en conjunto con otros intelectuales,
activistas y luchadores sociales–
firmaron un comunicado en el que se convoca a los ciudadanos a defender
el carácter público de la industria petrolera y la soberanía nacional
sobre los recursos energéticos.
De ese carácter plural y diverso en los discursos se infiere
una unidad,
acaso más importante,
en las múltiples luchas sociales que
confluyeron ayer en Paseo de la Reforma:
en efecto,
el punto de
convergencia de ese conjunto de voces críticas,
así como de las
distintas movilizaciones magisteriales,
campesinas,
sindicales y
sociales que se han desarrollado en semanas y meses recientes es el
rechazo a un modelo económico socialmente devastador,
que ha encontrado
un nuevo vehículo de profundización en el llamado Pacto por México y en
las reformas impulsadas por ese instrumento.
La aparición de esta confluencia entre oposiciones políticas y
sociales pone de manifiesto,
por contraste,
el potencial
desestabilizador de la renuencia del gobierno federal a escuchar y
atender los descontentos generados por su agenda de reformas.
En tal
circunstancia,
el Poder Legislativo está moral y políticamente obligado a
hacer lo que no hizo el Ejecutivo:
escuchar a la sociedad en lo que
concierne a las distintas modificaciones legales que han generado
críticas y descontento,
tanto las ya realizadas como las que están en
curso.
En caso contrario,
los integrantes de las cámaras legislativas
estarán rubricando su propia falta de representatividad y carecerán de
autoridad moral para demandar el respeto a una institucionalidad que
sistemáticamente se descalifica a sí misma.
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