Contralínea
El reformismo de Peña descuida seguridad y empleo
Álvaro Cepeda Neri *
Varios estados de nuestro cada vez más cuestionado federalismo (por medidas centralistas), como Michoacán, Guerrero, Zacatecas, Tamaulipas, Sinaloa, Veracruz, Morelos, Oaxaca –es decir, más de la mitad del territorio– se encaminan a “una guerra de todos contra todos” (que nos advirtió desde 1649-1650, en su obra religioso-política con tendencias autocráticas Thomas Hobbes con su Leviatán) por la feroz respuesta de las delincuencias. Del salinismo al calderonismo, los cárteles de las drogas fueron combatidos a medias hasta llegar al militarismo-policiaco sin lograr aplacarlos; y que ahora es y debería ser el principal problema a resolver por el peñismo entretenido en su reformismo y posponiendo, además, otro problema principalísimo: el desempleo. El caso es que la nación está desesperada. Como nunca, cientos de miles de mexicanos se están desplazando de sus lugares de origen porque los delincuentes en nombre de la criminalidad y los militares en nombre de imponer la paz con una guerra intestina, los han obligado a dejar sus tierras, sus casas, sus animales… Y emigrar a lugares que consideran menos peligrosos.
La inseguridad se apoderó de esas entidades. Y ha llegado ya a la capital del país, donde los delincuentes cobran “derecho” de piso, secuestran y matan. El Estado de México está en manos de los cárteles y los feminicidios aumentan. El reformismo de Peña y sus compañeros de viaje (panistas y perredistas, con un Partido Revolucionario Institucional bisagra que abre y cierra la puerta para el Pacto por Peña, ninguneando al Congreso, que se ha convertido en caja de resonancia y aprobación de contrarreformas para actualizar el capitalismo mexicano) pretenden engranar al país definitivamente al capitalismo global al permitir explotar los recursos humanos y naturales, un poco al estilo Made in United States y mucho más al Made in China, aprovechando que ya no hay –salvo excepciones– políticos, sino rateros, en los poderes del Estado.
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