¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Nos regalan miedo para vendernos falsa seguridad
Jesús Robles Maloof
El
final de la Guerra Fría dejó a sus ideólogos con la tarea de crear los
sustitutos del “comunista”. También hizo que la industria armamentista
buscara nuevos consumidores en mercados de países sin guerras
convencionales. Una nueva generación de empresas privadas de seguridad
surgió y prosperó bajo el cobijo del miedo al terrorista, en tareas tan
variadas como el desarrollo y fabricación de productos para la
seguridad, software, armas, vehículos, capacitación, hasta la ejecución
de operaciones en campo y la administración de prisiones.
Sirve a los propósitos de este boyante negocio, el cambio en el discurso
político. Los enemigos se esconden, crean redes de terrorismo
multinacional, usan Internet, no son convencionales y, al no serlo, el
Estado requiere poderes extraordinarios, sostiene el discurso
antiterrorista. El paradigma del derecho penal cambia para sustituir el
principio de legalidad y presunción de inocencia por la sospecha y la
presunción de culpabilidad.
El miedo y la construcción permanente de un enemigo indeterminado ha
generado una reacción de apoyo entre buena parte de las sociedades
contemporáneas. La vieja estrategia de generar el problema para venderte
la solución.
Así llegaron a la legislación de muchos países, incluido México, figuras
ajenas al sistema jurídico como el arraigo, el testigo protegido, la
denuncia anónima, las intervenciones a las comunicaciones sin
autorización judicial y las recompensas.
Todas estas figuras se basan en la sospecha de que una persona puede
estar involucrada en un ilícito y no en la evidencia fruto de una sólida
investigación policial. La doctrina del miedo acrecienta la
discrecionalidad y el abuso por parte de los operadores del sistema
penal. El 9/11 en Estados Unidos fue un catalizador de este discurso de
este.
Pero ningún engaño funciona para siempre. Desde el fiasco de las “armas
nucleares de Irak”, pasando por las revelaciones de Bradley Manning y
Wikileaks, hasta llegar a la información aportada por Edward Snowden, el
discurso del miedo ha quedado expuesto en sus falsa premisas. Buscando
seguridad en realidad han desnaturalizado el Estado de Derecho y han
colisionado de frente con los derechos humanos. Para muestra un botón.
Derechos tan respetados, incluso en la segunda guerra mundial o la
guerra fría, como el derecho al asilo, ahora están en duda. Estados
Unidos reclama en los hechos, jurisdicción universal bajo su propia e
unilateral interpretación. En el 2007, con el pretexto del combate al
narcotráfico y bajo la complacencia de Felipe Calderón, el gobierno de
Estados Unidos contrató a la empresa Verint para transferir a México
tecnología de intervención de comunicaciones (spyware), con la
participación de agentes de ambos países en el marco del Plan Mérida.
Se conocen aspectos de al menos de uno de estos contratos operados por
la extinta AFI (desintegrada por la infiltración de grupos criminales).
Los datos establecen que se instalaron entre 30 a 107 estaciones de
espionaje en todo el país. El periodista Stephen Peacock refiere que
este programa puede almacenar hasta 8 millones de comunicaciones.
En julio del 2012, conocimos los contratos de la Secretaría de la
Defensa Nacional por más de 2 mil millones de pesos para adquirir
equipos y spyware de intercepción de comunicaciones capaces de acceder a
toda la información de un dispositivo móvil e incluso hacerlo
inoperable si se quiere. Cabe mencionar que las excepciones a la
inviolabilidad de las comunicaciones establecidas en el artículo 16
constitucional facultan a la autoridad ministerial a solicitar y recibir
de los jueces de control, las órdenes judiciales respectivas pero los
militares sólo son ministerios públicos para el fuero militar.
¿Qué hace entonces la Sedena con tal equipo de espionaje? Adicionalmente
como señalé en “Sonríe, te están espiando”, conocimos por el programa
Citizen Lab de la Universidad de Toronto que en los servidores de Uninet
y Iusacell estaba alojado el spyware Finfisher que en otros países ha
sido usado contra disidentes políticos, periodistas y defensores de
derechos humanos por gobiernos autoritarios. Tras solicitud de
verificación de estos hechos ante el Instituto Federal de Acceso a la
Información y Protección de Datos Personales presentada por Propuesta
Cívica y ContingenteMx el pasado 21 de junio, se han sucedido
informaciones alarmantes.
Conocimos por el periódico Reforma que la Procuraduría General de la
República adquirió en el 2012 por alrededor de 202 millones de pesos el
programa Finfisher de la empresa Obses de México, S.A. de C.V.
proveedora vinculada a Luis Cárdenas Palomino y Genaro García Luna como
se consigna en el libro de la periodista Anabel Hérnández, “México en
llamas”.
Ante una sospecha de sobreprecio pagado por el gobierno, José Luis
Ramírez Becerril. representante de esta empresa, señaló que el precio es
similar al que este mismo programa ha sido vendido a otras
instituciones en México, mismo equipo que funciona muy bien, mencionó al
diario Reforma. “Nos reportan que van bien, el tema es que luego se
satura el equipo, y esta saturación no tiene que ver con que sea incapaz
el equipo, sino que llega a su ciclo de capacidad. Hay un ciclo por
día, cuando se termina ese ciclo (se satura), es un tema de la carga de
trabajo”.
Enrique Peña Nieto demandó explicaciones al gobierno de EU por el
espionaje, pero nada dice aún, sobre el espionaje que realiza el
gobierno federal. ¿Qué es lo que tiene que pasar para que un programa
multimillonario se sature de esa manera? Si en principio sólo las
autoridades ministeriales pueden intervenir las comunicaciones bajo
supervisión judicial ¿Cuántas y cuáles instituciones han adquirido
Finfisher en México? ¿Cuál es el número de autorizaciones judiciales
para intervenir comunicaciones privadas y cuál es su fundamento?
Este tema ha generado la solidaridad de las principales organizaciones
internacionales sobre la libertad y privacidad en Internet. Privacy
Intenational, Citizen Lab, Freedom House, European Center for
Constitutonial and Human Rights, entre otras instituciones han pedido al
IFAI inicie la verificación y apoyan las acciones emprendidas para
salvaguardar los derechos fundamentales en Internet. La sociedad civil
está reaccionando en defensa de la Constitución y ante el peligro que el
espionaje masivo representa.
Del otro lado se encuentra el Estado y la mayoría de sus gobiernos que
con la pretensión de omnipresencia atentan contra nuestros principios
fundantes.
En su libro “Medios sin fin”, Giorgio Agamben señala que el “Estado de
excepción” que suspende y limita los derechos humanos es necesariamente
temporal, pero en nuestros días adquiere progresivamente un carácter
permanente y a pesar de su pretensión de legitimidad, se mantiene fuera
del orden jurídico.
Mis preguntas son: ¿qué de excepcional tiene la intervención de las
comunicaciones si decenas de instituciones han adquirido programas en
miles de millones de pesos? y ¿quién les controlará y les establecerá un
límite? La respuesta a esta última es clara. Está en manos de la
ciudadanía y de sus organizaciones, demandar la restauración del orden
constitucional y el respeto a la inviolabilidad de las comunicaciones
privadas.
(SIN EMBARGO.MX)
No hay comentarios:
Publicar un comentario