Homozapping
Cuando García Márquez y Graham Green viajaron de polizontes
Miguel A. Elorza-Vásquez
@melorzav
En septiembre de 1977, tan sólo dos años
después de terminada la guerra de Vietnam, considerada como la primera
derrota bélica de Estados Unidos, en medio de la Guerra Fría y con un
muro que, además de atravesar Berlín, hacía patente la intolerancia
hacia el diferente, George Bush, director de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, fue incapaz de prevenir al
presidente de ese país, Jimmy Carter, de la burla que el presidente de
Panamá, general Omar Torrijos, le había preparado antes de firmar los
tratados que pondrían en orden la administración del canal de Panamá y
las bases militares que Estados Unidos tenía en el país de Centro
América.
En vísperas
del viaje a Washington para la firma de los tratados, al general
Torrijos —que según algunos fue asesinado en 1981 por miembros de la
política estadunidense— se le ocurrió la idea de meter de contrabando a
Estados Unidos al escritor británico Graham Greene y al colombiano
Gabriel García Márquez, puesto que el gobierno estadunidense, como a
muchos otros escritores, intelectuales y artistas, les tenía negada la
entrada a su territorio.
Así, García Márquez y Graham Green
llegaron a la base militar de Andrews, Maryland, en el avión del general
Torrijos, con pasaportes oficiales panameños e integrados a esa
delegación. Ambos, según el Nobel colombiano, “llevaban pantalones de
vaqueros y camisas de mezclilla en medio de una delegación de caribes
vestidos de negro y aturdidos por el estampido de veintiún cañonazos de
júbilo y las notas marciales del himno norteamericano, que parecían
formar parte de la burla”: obligar, por la fuerza de los tratados
internacionales y los pasaportes diplomáticos, al gobierno de Estados
Unidos a respetar los derechos de ese par de escritores, a pesar de que
sus ideas, según ese gobierno, podría representar una amenaza al país
norteamericano.
La burla del general Torrijos, Grahan
Greene y García Márquez que, según algunos periódicos norteamericanos
había respondido a una maniobra de Torrijos para “adornar su delegación
con los nombres de dos escritores famosos”, pudo haber terminado en un
grave incidente diplomático si la CIA hubiese informado al presidente
Carter de aquellos dos polizones y éste hubiese negado la entrada al par
de escritores o, incluso, al avión presidencial panameño. Sin embargo,
gracias a la ineficiencia de la CIA o a la diplomacia de Jimmy Carter,
éste “no puedo menos que sonreír con sus dientes luminosos de anuncio de
televisión cuando el general Torrijos le contó su travesura”, y Grahan
Green le dijo a García Márquez: “Dios mío, qué cosas las que le suceden a
Estados Unidos”.
Así pues, si hoy Grahan Green estuviera vivo, seguramente se asombraría aún más con las cosas que
actualmente le suceden a Estados Unidos pues, en menos de una semana,
este país, la ineficiencia de sus agencias de inteligencia y sus aliados
—que a veces responden como lacayos—, estuvieron a punto de causar un
gravísimo incidente diplomático por un polizón que nunca existió, pues
el 3 de julio de 2013, Francia, España, Italia y Portugal, negaron el
acceso a su espacio aéreo al avión oficial que transportaba de Rusia a
Bolivia al presidente Evo Morales, por considerar que Edward Snowden, el
exempleado de la CIA que hizo públicos documentos clasificados como
secretos, viajaba en el avión presidencial boliviano para obtener el
asilo político de este país.
Hasta hoy, no ha quedado claro si los
gobiernos de Francia, España, Italia y Portugal desoyeron el derecho
internacional al negar el acceso a su espacio aéreo al presidente
boliviano por iniciativa propia o a petición —orden— del gobierno de
Barack Obama, sin embargo, si ha quedado claro que la ineficiencia de la
CIA es de proporciones monumentales y que los Estados Unidos de América
no sólo violan los derechos de sus ciudadanos al espiarlos, como lo
mostraron los documentos hechos públicos por Snowden, sino que además,
sistemáticamente violan los derechos de los migrantes, de los presos en
Guantánamo y de los presidentes de los países que no se alinean a sus
caprichos, quizá por ello, Ecuador —país que dio asilo político a Julian
Assange, fundador de Wikileaks—, a través de su secretario de
Comunicación, Fernando Alvarado, el 27 de junio de 2013 ofreció “a los
Estados Unidos una ayuda económica de 23 millones de dólares anuales (…)
con el fin de brindar capacitación en materia de derechos humanos que
contribuya a evitar atentados a la intimidad de las personas, torturas,
ejecuciones extrajudiciales y demás actos que denigren a la humanidad”.
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