ANIVERSARIO PERREDISTA. Raúl Flores, presidente del PRD-DF; los
senadores Dolores Padierna y Miguel Barbosa, y Jesús Zambrano,
presidente nacional del PRD, durante la ceremonia por el 24 aniversario
de la fundación del Partido de la Revolución Democrática, que se realizó
ayer en el Convento de San Hipólito Foto María Luisa Severiano
¡¡Exijamos lo Imposible!!
La Jornada
Astillero
PRD solitario
Cumpleaños desairado
Mancera, ¿se afilia?
Todas las muertes
Julio Hernández López
Alejados de los
intereses de la sociedad (particularmente en momentos como los actuales,
cuando tanto se necesita una vía organizada de lucha popular),
enredados en los entretelones palaciegos del Pacto por México (que les
ha dado vida artificial pero también les ha resaltado el estigma de
colaboracionistas) y alegremente dedicados al reparto de cargos y
canonjías entre ellos, los dirigentes del Partido de la Revolución
Democrática celebraron ayer de manera casi privada los 24 años de
existencia de la organización de izquierdas surgida después de las
elecciones presidenciales de 1988.
No estuvo el padre fundador,
Cuauhtémoc Cárdenas,
ni el otro
personaje con el que comparte el casillero de las candidaturas
presidenciales perredistas,
Andrés Manuel López Obrador.
Tampoco los
gobernadores que teóricamente le deben su llegada al poder al sol azteca
(
Distrito Federal,
Morelos,
Tabasco y Guerrero,
aunque formalmente
también Oaxaca,
Sinaloa y Puebla,
éstas en alianzas con el PAN y otros
partidos menores)
ni los ex presidentes nacionales (
salvo Pablo Gómez,
quien cubrió un interinato,
a la salida de AMLO,
para conducir los
comicios internos que llevaron al liderazgo a Amalia García).
Solamente
los Chuchos y los representantes de las corrientes que continúan
participando en el juego aparentemente infinito de las rupturas,
las
reconciliaciones,
los repartos y la vuelta a empezar.
La soledad de la élite perredista evidencia el agotamiento del
esquema de representación de la izquierda bajo las condiciones impuestas
por los Chuchos y las corrientes que les son aliadas en cuanto a
mantener el estatus partidista.
Hoy,
esa cúpula de negro y amarillo vive
una peculiar luna de miel con quien compró los pasados comicios y así
logró instalarse en Los Pinos.
Como nunca,
los dirigentes perredistas,
particularmente Jesús Zambrano y Jesús Ortega,
tienen presencia y
reflectores en la mesa del poder,
a título de un pacto tripartidista que
ha dado grandes ganancias políticas a Peña Nieto y al PRI,
pero que va
dejando al perredismo en el casillero de la oposición domesticada,
útil a
los intereses del sistema,
contestataria nada más en el discurso y
disidente solamente cuando el comprador se atrasa en los pagos
convenidos o pretende cambiar alguna parte del clausulado.
El personaje de mayor arrastre electoral,
Andrés Manuel López
Obrador,
está dedicado a la construcción de su corriente particular,
Morena,
con la idea de contar con un instrumento que permita proponer
sus propias listas de candidatos y,
convalidado ya su registro en el
primer asomo en solitario a las urnas,
participar en los siguientes
comicios en mejores condiciones en los arreglos con los demás partidos progresistas
a la hora en que sean necesarios frentes unitarios contra el priísmo,
desde ahora ya tan desbordado.
En la capital del país,
mientras tanto,
Miguel Ángel Mancera ha
logrado instalar al ex delegado en Coyoacán Raúl Flores en la
presidencia de un partido al que ese jefe del gobierno capitalino no
pertenece y al que se resiste a afiliarse.
A pesar de la oposición del
bejaranismo,
que sigue teniendo una importante base clientelar
construida en el Distrito Federal,
Mancera sacó adelante a su favorito,
entre demandas a coro de que se registre como militante del sol azteca,
pues hasta ahora el sucesor de Marcelo Ebrard se mantiene en condición
de ciudadano
,
aunque es evidente que al imponer a Flores en el
PRD-
DF está adquiriendo compromisos políticos que le exigen
correspondencia en términos del padrón partidista.
A la distancia,
Marcelo Ebrard también observa los movimientos de la cúpula perredista,
convencido de que la dirigencia nacional del PRD está demasiado cercana a
Peña Nieto y que,
de mantenerse en los términos actuales,
el sol azteca
no tendrá viabilidad electoral en 2018.
Por lo pronto,
el famoso Pacto por México continúa,
a pesar de
los amagos rupturistas del panista Gustavo Madero y del perredista
Zambrano.
Con el pacto o sin él,
continuarán las reformas peñistas,
ha
dicho el coordinador de los senadores priístas,
Emilio Gamboa.
Pero el
chuchismo sabe que vienen días turbulentos cuando se presente la
propuesta de reforma energética,
contra la que está dispuesta a pelear
de frente López Obrador,
así que el dirigente perredista va acomodándose
a las necesidades escenográficas del futuro inmediato,
en el que
podrían aparecer Cárdenas,
AMLO y Ebrard a la cabeza de cierta
resistencia al entreguismo en materia petrolera.
Astillas
El asesinato de dos jóvenes en Chihuahua es absolutamente
lamentable, como lo es el de decenas de mexicanos al día en este México
que ha pasado de la buscada condición tétrica del calderonismo a la
tramposa apariencia peñista de disminución de la violencia. Las
instituciones públicas deben atender el doloroso caso de los hijos del
periodista David Páramo pero también, con diligencia y eficacia, los de
tantos mexicanos sin relevancia mediática que viven cotidianamente el
infierno del abandono institucional, la etiquetación simplista, la
inacción judicial y la convicción del triunfo de la impunidad. Una de
las desgracias impuestas a partir de 2006 ha sido la de la división
social mediante el uso faccioso de los medios de comunicación y de la
clasificación como indeseables, revoltosos o nacos
de aquellos
que protestan contra un sistema injusto (no solamente en lo electoral).
Como consecuencia de ese envenenamiento de la vida comunal, suele
agredirse al adversario político o ideológico y se mantiene una
constante guerra de opinión contra quien piensa o actúa diferente. La
tragedia de los Páramo, como la de tantos mexicanos, merece condolencia,
solidaridad y reflexión, más allá de las circunstancias específicas de
los asesinatos (que el gobierno de César Duarte rápidamente dijo que
estaban fuera del ámbito estricto del periodismo).
Y,
mientras el gobernador de Veracruz se deshace de su secretario de
finanzas,
como si éste hubiera actuado por su propia decisión en el Chayogate jarocho,
¡hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
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