¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
El fantasma del autoritarismo
El año se estrenó con la buena nueva del Pacto por México. Los tres
partidos grandes firmaron una agenda común. Las fotografías del nuevo
presidente flanqueado por los jefes de los dos partidos opositores,
cambiaron la conversación social y la imbuyeron de optimismo. Por
desgracia, también la cambió el fantasma que aparecía en las
fotografías. Corrijo: el fantasma que no aparecía, pero nadie dejó de
presentir.
El fantasma del
autoritarismo. Es decir, la clave con la que un pacto nombrado
explícitamente un acuerdo entre partes semejantes, se leyó como el
encumbramiento de un presidente y la sumisión de los otros firmantes.
Los
opinadores nacionales lo describieron admirativa o críticamente. Llegó
quien sí sabe gobernar. Dioses, cómo extrañábamos el presidencialismo,
sin siquiera saberlo. Qué capacidad operativa, en un mes Peña logró lo
que los panistas no lograron en 12 años. Desbordado, un analista exclamó
en el título de su artículo Habemus Presidente, como si acabásemos de
descubrir en Enrique Peña Nieto a un ungido del Espíritu Santo y con
poderes consecuentes.
O lo describieron críticamente, que era sólo
describir los espacios negativos de la misma imagen autoritaria. Lo que
veíamos era la traición de los presidentes de los partidos de
oposición. Se vendieron al jefe mayor, como otrora lo hacían los falsos
partidos en el presidencialismo. Se doblaron. Fueron cooptados.
Desdibujaron las ideologías de sus partidos y los han convertido en
sucursales del PRI.
Todo por un fantasma que no salía en la
fotografía pero nuestra memoria de un siglo XX autoritario agregaba. Y
es que a la sombra de la clave autoritaria, es impensable un acuerdo
entre semejantes. Una alianza temporal para alcanzar ciertos fines. No:
la mente autoritaria descree de la horizontalidad. Quién está arriba,
quién abajo: es lo que quiere discernir. Quién domina, quién se
supedita. Quién se eleva, quién se dobla. Quién gana todo, quién pierde y
se queda con migajas.
Los fantasmas no existen pero pueden causar
estragos tremendos. Es el caso de lo que ha ido sucediendo en los
partidos firmantes.
En el PRD, el grupo bejaranista acusó a su
presidente de no entender que la oposición consiste en oponerse
sistemática y contundentemente al presidente de la República. Lo
acusaron también de tratos oscuros y corruptos. Y últimamente en
Guerrero, los maestros inconformes con la reforma educativa,
pintarrajearon la sede del PRD con el lema “Traidor Zambrano”.
En
el PAN sucedió (sucede) lo equivalente. Los calderonistas acusan al
presidente del partido de venderlos barato al PRI. Figuras emblemáticas
se retiran del partido. No se alcanzan quórums en las asambleas. El
Pacto por México le sirve al país, dice un panista, pero al PAN lo mata.
Y en el Senado ya varios senadores panistas han declarado que harán
caso omiso del pacto. Que el Pacto por México que firmó su presidente de
partido a ellos no los compromete.
En vista de ello, la semana
pasada los dos presidentes de los partidos de oposición contaron su
versión del Pacto por México y la verdad es que suena convincente.
Según
su versión, pasadas las elecciones, los dos se reunieron para charlar.
Descubrieron que cada uno tenía ante sí una y la misma opción. Impugnar
una elección poco limpia y oponerse al gobierno de Enrique Peña Nieto
durante un sexenio. Opción que repetiría la parálisis que padeció México
en el sexenio pasado, cuando el PRD y el PRI no hicieron otra cosa que
bloquear en el Congreso cualquier iniciativa del presidente Calderón.
O
podían preparar una agenda conjunta, formada de los asuntos donde
coincidían sus partidos, y presentársela al nuevo presidente como
propuesta de un pacto. Según Gustavo Madero, del PAN, le entregaron el
documento en mano a Luis Videgaray, mediador de Peña Nieto, y Peña Nieto
tuvo la inteligencia de no sólo asentir, sino de adelantar la
presentación del Pacto por México como su primer acto de gobierno.
La
pregunta que viene a cuento ahora es para el presidente Peña Nieto:
¿por qué sigue guardando silencio, sin confirmar o desmentir la versión
de sus aliados?; ¿por qué con su silencio mengua su credibilidad y su
fuerza? Dicen los que saben que a un fantasma se le puede esfumar con
las palabras correctas que le nieguen la existencia. Vete pa trás, dice
el brujo. Regrésate a donde no estabas, dice el brujo. ¿Por qué el
presidente Peña Nieto no nos dice que el Pacto por México es un pacto
honorable y echa pa trás la rebelión que viene causando el fantasma
autoritario?
Acaso sea muy halagador para el presidente Nieto y
para los priistas el prestigio que la firma del pacto les ha procurado.
Pero si sus firmantes siguen debilitándose, serán destituidos en sus
partidos por los intransigentes, el Pacto por México valdrá menos que el
papel donde fue impreso, y la ilusión de que ha regresado el
presidencialismo dará paso a lo que ha sido nuestra desesperación en la
democracia mexicana.
El pantano del inmovilismo.
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