Caracas.
Los restos mortales del presidente venezolano Hugo Chávez son
trasladados hoy miércoles desde el hospital hasta la Academia
Militar de Caracas, acompañados por miles de desconsolados
seguidores que se volcaron a las calles para darle un último adiós.
El
féretro, cubierto con la bandera venezolana arrancó su recorrido en
la entrada del hospital militar y apoyada en él, la madre del ex
mandatario, Elena Frías, lloraba desconsolada tapándose la cara con
un pañuelo, mientras sonaba el himno venezolano.
Tras
una breve oración, el ataúd fue colocado sobre un carro fúnebre e
inició una lenta marcha por las calles de Caracas, resguardado por
miembros de la militar Guardia de Honor.
El
vicepresidente Nicolás Maduro, vestido con una chaqueta deportiva
con los colores venezolanos, avanzaba delante del carro, junto al
presidente boliviano, Evo Morales.
Miles
de seguidores, muchos vestidos con camisetas rojas, el color del
chavismo, acompañaban el cortejo, decorado con varios ramos de
flores blancas y amarillas, mientras otros lo observaban encaramados
en los balcones de los edificios.
El
himno venezolano volvió a sonar de nuevo, esta vez con la voz de
Chávez grabada y entonada por todos los presentes.
El
cortejo llegará a la Academia Militar, donde se instalará, hasta el
viernes, la capilla ardiente con los restos del mandatario fallecido
el martes a los 58 años, víctima de un cáncer.
Ahí
se celebrará el funeral de Estado al que está previsto que acudan
decenas de mandatarios.
Aún
no está definido dónde reposará.
En la
mañana, las Fuerzas Armadas despidieron a su comandante en jefe con
21 salvas en su honor que retumbaron a lo largo y ancho de la nación
caribeña, mientras los altos mandos militares prometían defender la
ruta constitucional.
Las
calles del país amanecieron tranquilas, pero la incertidumbre flota
en el ambiente.
Largas
colas de automóviles se aglomeraron frente a las gasolineras, se
suspendieron las clases en los colegios y muchos comercios permanecen
cerrados desde la tarde de ayer.
“¡Viva
mi comandante!”
“¡Hasta
la victoria siempre comandante, te amamos!”, gritaba con desespero
y con dos lágrimas inmensas que le caían por las mejillas Héctor
Carrasquel, de 40 años y que vino desde Tejerías, en el estado
Aragua, para despedir a Chávez, que falleció el martes víctima de
un cáncer.
“¡Viva
mi comandante, te amamos Chávez!”, agregó el hombre mientras
trataba de acercarse a la seguridad que protegía el féretro,
cubierto con una bandera de Venezuela y adornado con flores blancas,
rojas y amarillas, los colores del pabellón del país.
Los
miles de seguidores del mandatario se abrazaban y lloraban entre
gritos de lamento, destrozados al ver el ataúd, que también iba
rodeado de familiares y ministros, mientras avanzaba lentamente hacia
la Academia Militar, donde se instalará hasta el viernes la capilla
ardiente para despedir al líder carismático que gobernó desde
1999.
Bajo
un sol abrasador los chavistas iban caminando, en autos y
motocicletas, desbordando las calles a su paso frente a edificios con
decenas de personas en sus balcones y techos presenciando el cortejo
blandiendo banderas y vestidos con camisetas rojas, color de los
oficialistas, que dominó en lugar del luto.
A una
cuadra del hospital militar, adonde Chávez llegó el 18 de febrero
tras estar hospitalizado más de dos meses en Cuba, donde se sometió
a su cuarta cirugía contra el cáncer, algunos chavistas pusieron
música típica de los llanos venezolanos, recordando que al
fallecido presidente le gustaba cantar.
“Cómo
lloró mi comandante la última vez que cantó”, dijo una mujer.
Al
paso del féretro, un grupo de gente en una esquina lanzó pétalos
de flores y con los puños en alto gritó “Chávez, la lucha
sigue”, mientras una mujer montada sobre un camión decía por un
megáfono: “Acompañemos a su última morada al hombre que quebró
la historia en dos partes, más nunca Venezuela será igual,
convirtamos el dolor en fuerza”.
Otros
compraban fotografías del mandatario. “Le voy a sacar réplicas a
las fotos y se las voy a dar a mis nietos, a mis tataranietos y a
toda mi familia. Esto es historia, pasarán más de cien años para
que haya otro líder así”, expresó Luz Mayel, de 38 años.
Perdidas
en la multitud, un grupo de madres pobres que se beneficiaron de
programas sociales impulsados por Chávez portaban claveles rojos,
como símbolo de que el legado del gobernante se quedará en sus
corazones, dijeron.
“La
flor roja es más que el color de la revolución, es el color de
nuestra sangre, de nuestro corazón y ahí se nos metió el
presidente y ahí se queda latiendo con el corazón de los pobres”,
dijo Alexandra Rivas, que se benefició del programa “Madres del
Barrio” para asignar bonos y dar formación técnica a amas de casa
pobres.
“Ahora
que Chávez no está aquí, quedamos sus mujeres, esto no es la
revolución con Chávez, esta es la revolución de Chávez y sus
mujeres haremos que siga”, agregó esta mujer, junto a decenas de
otras que llevaban una corona fúnebre con flores del tricolor
venezolano.
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