Homozapping
Televisa y Telmex: los monopolios presidencialistas
(Segunda Parte)
Jenaro Villamil
Segunda parte del reportaje “Televisa y Telmex: los monopolios presidencialistas”. Consulta la primera parte aquí.
A Imagen y Semejanza Presidencialista
La historia de los dos grandes monopolios de radiodifusión y telecomunicaciones en México indica que su crecimiento, expansión y privilegios sólo fueron posibles a través de decisiones presidencialistas. Y lejos de afectar o aminorar su poder, cada reforma las ha fortalecido.
En especial, la historia de Grupo
Televisa va de la mano con el monopolio del poder político y del control
de la opinión pública en la era dorada del PRI. La primera concesión
televisiva se dio a cuatro años de la fundación del Revolucionario
Institucional, al inicio del sexenio de Miguel Alemán, el “cachorro” de
la revolución.
En el
alemanismo se otorgaron las tres primeras grandes concesiones de
televisión pública que posteriormente se fusionaron en Telesistema
Mexicano, dirigido por Emilio Azcárraga Vidaurreta, El León, cabeza de la dinastía que ha dominado este mercado.
En 1950 se le otorgó a Rómulo O’Farrill
la concesión de XHTV, Canal 4, en 1951 a Azcárraga Vidaurreta la de XEW
TV, Canal 2, y en 1952 al ingeniero Guillermo Camarena, creador de la
televisión a color y considerado una especie de prestanombres del
alemanismo, la concesión de XHGC Canal 5. Cinco años después, las tres
señales se fusionaron para crear Telesistema Mexicano.
En 1973, tras el fallecimiento de Emilio Azcárraga Vidaurreta, su hijo Emilio Azcárraga Milmo, El Tigre, se
quedó al frente de Telesistema. Tras un primer enfrentamiento con el
presidente Luis Echeverría Alvarez, quien amenazó incluso con expropiar
las concesiones, la empresa de Azcárraga Milmo quedó más fortalecida.
Absorbió la concesión de XHTMTV Canal 8 y se creó Televisión vía
Satélite (Televisa), el inicio del verdadero imperio televisivo de los
Azcárraga.
El Tigre logró durante la década
de los ochenta la expansión y consolidación de Grupo Televisa. Se
convirtió no sólo en el auténtico “quinto poder” sino en el vocero del
sistema. “Soy un soldado del PRI”, se justificó Azcárraga Milmo cuando
se le criticó en 1986 su cobertura sesgada a favor del fraude electoral
en Chihuahua.
El mejor sexenio para Azcárraga Milmo
fue con Carlos Salinas de Gortari, el mismo presidente que ofreció crear
una competencia al poder de Televisa, cuando ordenó la licitación de
las señales del Instituto Mexicano de Televisión (Imevisión). En 1993
Imevisión fue vendida al empresario de electrodomésticos Ricardo Salinas
Pliego. La operación fue criticada y luego se confirmó que hubo
inversión del “hermano incómodo” del presidente, Raúl Salinas de
Gortari.
Salinas también decidió licitar en 1990
las acciones de Teléfonos de México para dárselas a Carlos Slim, un
hábil inversionista financiero, beneficiado con la burbuja bursátil de
1986-1987. Asociado con South Western Bell, France Telecom y empresarios
mexicanos, Slim ganó la licitación para adquirir el 10.4 por ciento del
capital social de la empresa que pronto se convirtió en una auténtica
“mina de oro”.
Telmex fue durante décadas la única
empresa con cobertura nacional en materia de telefonía. En septiembre de
2000, Telmex realizó la escisión de sus negocios de celulares y creó la
empresa América Móvil, controladora de Radiomóvil Dipsa, de Telcel.
A partir del dominio de la telefonía
fija, sin ningún órgano regulador que realmente pusiera contrapeso a su
crecimiento y a sus tarifas, la expansión de la telefonía celular de
Slim fue exponencial. En 1992 tenía sólo 146 mil usuarios y diez años
después, en 2002, los clientes de Telcel llegaron a 17 millones y para
2012 sumaron 65 millones.
Paradójicamente, un “candado” para
evitar que Emilio Azcárraga Milmo adquiriera Telmex, se convirtió en el
origen del conflicto entre la compañía telefónica y la televisiva
durante los últimos seis años. En el apartado 1.9 del título de
concesión de Telmex se le prohíbe a esta empresa dar servicios de
televisión restringida. Y, hasta ahora, no se ha podido cambiar este
candado.
En 1997 falleció El Tigre y el presidente Ernesto Zedillo operó para que al frente de Grupo Televisa quedara Emilio Azcárraga Jean, El Tigrillo. El
gobierno federal apoyó para evitar la insolvencia financiera de Grupo
Televisa, le condonó deudas fiscales y permitió que el heredero de El Tigre pasara de tener el 10 al 50.1 por ciento del control accionario de la compañía.
Con la intención de regular el poder
dominante de Slim, el gobierno de Ernesto Zedillo decretó una nueva Ley
Federal de Telecomunicaciones y creó al Comisión Federal de
Telecomunicaciones (Cofetel), el órgano regulador que nació débil y sin
capacidad para frenar los millonarios intereses del sector.
La dorada época panista de los monopolios
Los doce años de la alternancia del PAN
en la presidencia de la República no afectaron en lo más mínimo a los
dos grandes consorcios. Por el contrario, Slim se volvió el hombre más
rico del mundo durante este periodo, y Azcárraga Jean dejó de ser un
“soldado del PRI” para proclamar desde 2004 que “la democracia es un
buen negocio” y Televisa se benefició ampliamente al convertir la
competencia partidista en un mercado de control de los contenidos.
La promesa de una reforma integral a la
Ley Federal de Radio y Televisión, discutida en el seno de la Secretaría
de Gobernación entre 2001 y 2002, abortó con el famoso decretazo de octubre de 2002. El gobierno de Vicente Fox y de Marta Sahagún cedieron por completo a las presiones y demandas de Televisa.
En diciembre del mismo año, TV Azteca se apropió a la fuerza de la señal de Canal 40, en el episodio conocido como El Chiquihuitazo.
La reacción de Vicente Fox ante el uso ilegal de grupos armados propios
para quedarse con esta concesión de televisión metropolitana no pudo
ser más reveladora de la debilidad o la complicidad presidencial.
“¿Y yo por qué?”, respondió Fox cuando
le preguntaron por qué su gobierno no intervino en el aparatoso
operativo de la gente de Ricardo Salinas Pliego.
En 2004, el gobierno de Fox les prorrogó
hasta el 2021 sus concesiones a Televisa y a TV Azteca, en 2005 le
entregó 130 permisos a Televisa para entrar al negocio de los centros de
apuestas y en 2006 avaló la contrarreforma conocida como Ley Televisa, aprobada en menos de 15 minutos y sin discusión previa en la Cámara de Diputados.
El gobierno de Felipe Calderón decidió
beneficiar abiertamente a Grupo Televisa y a su socio TV Azteca, a
cambio de que ambos consorcios lo apoyaran en su cruzada contra el
narcotráfico y no revivieran la crisis de legitimidad con la que ingresó
al poder en el 2006.
A cambio, propició una ruptura entre las
televisoras y el consorcio de Carlos Slim. Detuvo durante un sexenio el
ingreso de Telmex al mercado del triple play, mientras que
Televisa se convirtió en este periodo en el agente dominante también en
el mercado de televisión restringida: adquirió Cablemás, TVI, fortaleció
Cablevisión y Sky hasta llegar el dominio de más del 50 por ciento de
este mercado.
Calderón culminó su sexenio aprobando
dos medidas polémicas: la fusión de Televisa y Iusacell, compañía de
Ricardo Salinas Pliego, con lo que el duopolio televisivo se convertiría
en un solo bloque, y “rescatar” los 190 Mhz de la banda 2.5 Ghz. que
controlaba, en su mayoría, el Grupo MVS, de Joaquín Vargas, en medio de
un escándalo público sobre presiones gubernamentales.
Entre 2000 y 2010 el crecimiento del
sector de telecomunicaciones estuvo por arriba de los dos dígitos.
Mientras el PIB creció a una tasa menor a los 6 puntos porcentuales, el
sector incrementó 24.4 por ciento en 2000, 15.8 por ciento en 2006 y, en
plena crisis económica global (2008-2009), tuvo un índice de 22.5 por
ciento y 12.2 por ciento de incremento, según los datos de la Comisión
Federal de Telecomunicaciones.
No mejoró el servicio ni las tarifas
disminuyeron y el país se rezagó en acceso a internet y banda ancha,
pero tanto Grupo Televisa como Telmex se beneficiaron de esta bonanza y
de la ausencia de regulación efectiva.
El peor periodo de crecimiento en este
sector se registró justo entre 2011-2012, cuando las inversiones cayeron
a sólo 1,800 y 1,459 millones de dólares en telefonía móvil, en
comparación con los 2,835.5 millones de dólares de 2010.
Estos dos años coinciden con la “guerra”
abierta de las telecomunicaciones emprendidas entre Televisa-TV Azteca,
por un lado, y Telmex-Telcel, por el otro, cada uno con sus respectivos
aliados. Ambos se acusaron de monopolios y de acaparar sus respectivos
mercados.
El gobierno de Peña Nieto inició con la
promesa de regular los monopolios, acabar con los “poderes fácticos” y
alentar la competencia. La sombra de un presidencialismo que acabó por
beneficiarlos, en lugar de reglamentarlos, está presente de nuevo.
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