La PGJDF a paso de tortuga
Mensaje a Los Pinos
Parece que en muchas partes se olvida que la señora Orozco no cumplió, mejor dicho, engañó y defraudó a toda la comunidad universitaria al no cumplir con los requisitos que imponen las leyes que se dieron en esa escuela para que alguien pudiera hacerse cargo de la rectoría.
Hoy se habla de la legalidad del grupo que trató en distintas ocasiones de resolver el problema interno de la UACM, en el que confluyeron la Asamblea Legislativa, el Gobierno del Distrito Federal y la Comisión de Derechos Humanos de la ciudad. Era muy difícil poner de acuerdo a esas tres entidades para que llegaran a una decisión y la unanimidad era casi impensable.
No fue así, desde esos tres organismos se concluyó, como ya lo sabemos, que el Consejo Universitario que había cumplido con los requisitos de ley para poder representar a su comunidad es el que no aceptó que la señora Orozco siguiera fungiendo como rectora. No hubo maniobras en favor o en contra de nadie, sólo se puso orden donde el caos hacía imposible el correcto funcionamiento de la escuela.
Por eso a nadie sorprendió que desde el Partido Acción Nacional –que dicen que ahora sí será democrático hacia su interior–, el diputado local Federico Doring, brincara en favor de Orozco, y junto con él los prestigiados priístas, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre y su siempre fiel Tonatiuh González hicieran eco de la voz azul para tratar de desconocer los acuerdos de la Comisión de Gobierno de la ALDF.
Y decimos que no es extraño, porque en ambos casos hay un vértice que los hace confluir y que se apellida Ebrard. Tanto el panista como los priístas le deben favores a ex jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, y quizá al manifestar su postura respecto de la UACM pretenden pagar viejas facturas, lo que no impediría –a fin de cuentas lo que impera es la mala leche– que se enteraran bien de lo que sucedió en esa escuela para que sus opiniones no fueran tan disparatadas.
Para nosotros sería muy difícil probarlo, pero es posible que los diputados se enteraran muy bien de las condiciones que trató de imponer la ex rectora para abandonar la escuela. Se dice que no sólo pretendía algunas plazas en el gobierno para algunos de sus colaboradores más cercanos, sino que buscaba una buena indemnización y, además, que todas las acusaciones que pesan en su contra –que la PGJDF ha trabajado a velocidad tortuga– se esfumaran. El gobierno se negó y el pataleo continúa.
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