Contralínea
¿Es cierto que Pemex no se vende ni se privatiza?
Álvaro Cepeda Neri *
La mentira política, aconsejada hace más de 3 milenios por Platón (cuyo nombre real era Aristocles) para atacar a la democracia de Atenas, se sigue usando. En el presidencialismo a la mexicana nuestros políticos echan mano de las verdades a medias y sobre todo mentiras completas para engañar. Peña no es la excepción, cuando menos en el caso de Petróleos Mexicanos (Pemex), que es botín de las cúpulas sindicales (Romero Deschamps es un pillo y se sumó a las declaraciones peñistas en Guanajuato) y de los presidentes en turno después de Cárdenas y Ávila Camacho, pues desde Alemán hasta Calderón, con sus cómplices, amigos y empresarios de aquí y de allá se han repartido las ganancias como piratas asaltando la nave del Estado. Un Estado laico ahora mismo puesto en riesgo por Peña con su catolicismo y sus visitas, no al Estado del Vaticano –con el que se disfraza el régimen papal–, sino al anterior y nuevo jerarca de la Iglesia Católica (más que cristiana).
Con la carga nacionalista de lo que históricamente significa para el presente la Expropiación Petrolera, cuando Lázaro Cárdenas sustentó su decisión de quitarle a los extranjeros instalaciones e instrumentos para explotar el oro negro con base en una resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los mexicanos atentos a este asunto no pueden menos que sospechar que Peña y sus aliados –sobre todo los financieros y empresarios que ya vieron el botín– intentan una reforma que abra a Pemex para permitir su gradual privatización. Esto es una modalidad de vender la empresa hasta que se sequen sus pozos y agoten sus reservas. Entonces los mexicanos tendremos como patrimonio pozos vacíos. Peña quiere entregar el petróleo a la iniciativa privada nativa y extranjera.
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