La Jornada
luna de mielterminó. Incluso los panistas que le pavimentaron el camino caen en cuenta que hicieron mal al permitir que el viejo partido y sus vicios se apoderen otra vez de la escena pública. (J. Lozano, El Universal, 28/1/13). De hecho, Peña no merece convertirse en un gran líder nacional, su triunfo fue ilícito y sólo contó con 22 por ciento de apoyo de la población. Es un político mediocre y su equipo de orientación conservadora es imposible que haga las reformas prometidas. Aprovecharon el optimismo un tanto infantil que se produce en México al iniciarse cada sexenio, pero hoy ha durado muy poco.
El intento de convencer de una vocación social con la cruzada contra el hambre ha fallado por su evidente carácter populista y clientelar para ejercer control político y electoral sobre los millones de mexicanos más pobres. Además se transparenta un gran bisnes, al aparecer como proveedor una curiosa asociación de bancos privados que se encargarán de financiar millones de despensas.
En el fondo lo que todos percibimos es que el regreso del PRI no significa una modernización. Es parte de una decadencia que va resquebrajando al Estado y destruyendo la cohesión social. El formidable montaje mediático puede tener efectos eficaces. Pero no puede vencer a la realidad.
Se puede engañar a todos por un tiempo y algunos por todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.
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