¡¡Exijamos lo Imposible!!
Contralínea
De la tragedia a la comedia
Jorge Melendez Preciado
Las conclusiones de la tragedia en
Petróleos Mexicanos (Pemex) ante expertos nacionales e internacionales
es que hubo una explosión de gas. Ello fue provocado por un fluido que
estalló debido a una conexión con un cable “rudo”. Cuando menos eso se
desprende de lo informado por Jesús Murillo Karam, procurador General de
la República.
Pero las dudas persisten:
¿quiénes
fueron los responsables de este grave episodio? ¿La empresa de limpieza
de pilotes o la paraestatal mexicana? ¿Hubo negligencia de ésta o de las
pasadas administraciones de Pemex? ¿Por qué se dio tan poca información
y la actual no satisface las normas mundiales? ¿El dinero que se erogó
durante el calderonismo en equipos de seguridad para la nación ha
servido para algo o solamente lo disfrutó Genaro García Luna? ¿A qué se
debe la casi exoneración de Peña Nieto a la gestión de su antecesor
Felipe Calderón?
La lista puede continuar, y no en aras
de negar lo investigado sino como un ejercicio republicano, ya que la
sociedad necesita estar bien informada (lo que no se ha llevado a cabo
ni en el priísmo ni en el panismo). Ello ha traído no sólo el sospechosismo,
sino el rechazo de la gente. Tanto así que en el hospital de Pemex se
le espetó a Enrique Peña: “¡asesino!”. Y es que ante la falta de
liderazgo y debido a la imposición, el mexicano se calla, aguanta, pero
estalla a la menor provocación, y más cuando su representación a través
de partidos y sindicatos es prácticamente nula.
Una prueba de que no hay credibilidad
en lo que se dijo lo mostró el señor Karam, quien primero agradeció a
los investigadores españoles, yanquis e ingleses y al último a
los científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y
del Instituto Politécnico Nacional.
Para quienes hemos reportado los
avances de los científicos nacionales, no queda duda de la valía y la
trascendencia de éstos. Una muestra es que al químico Mario Molina lo
presentan en todos lados como “la gran autoridad”, claro, después de
recibir el Premio Nobel de Química. Pero de esa calidad hay muchísimos
compatriotas en varios terrenos, entre otros los que hoy se investigan.
Pero ya sabemos que el comentario de la mayoría es: ¿no habrán comprado a
los dictaminadores? Algo que se puede hacer, incluso, con los
extranjeros.
Pero, ¿cómo decir que las cosas fueron
según las presentaron las autoridades luego del caso Monex; la multa
del Instituto Federal Electoral a Andrés Manuel López Obrador por
rebasar los gastos de campaña y no al Partido Revolucionario
Institucional; el vuelco de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en
el asunto de Florence Cassez; y el escándalo en el Instituto Federal de
Acceso a la Información y Protección de Datos?
Por eso hasta en círculos académicos
de la UNAM hay teorías de que se trató de un atentado. Pueden estar
equivocados los profesores, ya que las hipótesis deben comprobarse, pero
ya nadie cree nada en este país, donde Joaquín Guzmán Loera, el Chapo,
recibe condenas verbales en México y Estados Unidos y el narcotraficante
sigue tranquilo, caminando y amasando fortunas.
Otra cuestión que se plantea entre
investigadores y periodistas es que no hubo, ni siquiera, un plan ante
la crisis. Se atacó relativamente bien al principio, aunque el
nerviosismo de Osorio Chong fue evidente; algo preocupante, ya que se le
otorgaron los mandos policiacos y de investigación nacional como nunca
antes en la historia. Pero el hidalguense no mostró templanza, energía,
carácter para enfrentar un problema (lo que debe tener inquieto a su
jefe, Peña Nieto).
Enrique, por su lado, no debió salir
presuroso a vacacionar con sus hijos, ya que las situaciones de
emergencia tienen prioridad ante la familia. Esto último demuestra el
talante de un jefe de gobierno, ya no digamos de un encargado del
Estado.
Lo más lamentable es que la Dirección
de Comunicación Social de la Presidencia de la República enmudeció ante
las notas de unos cuantos medios –la televisión mostró nuevamente que
está con el vencedor aunque después lo haga picadillo–. Ni un
triste y convencional boletín pudo enviar precisando qué había ocurrido
en la agenda del huésped de Los Pinos. Y ya se habla, por otro lado, de
filtraciones en las áreas de comunicación, algo que abriría tempranísimo la sucesión para 2018.
Algunos conocedores dijeron
acertadamente: “nada peor en el manejo de una crisis que dejar un vacío
de información tan prolongado. El espacio lo ocupa ahora la especulación
y la desconfianza”. Tanto así que la agencia Stratfor y la cadena
estadunidense CNN hablaron también de un atentado.
Lo peor fue que Murillo Karam hizo un
chascarrillo en la explicación del estallido. Dijo que se había recogido
una bolsa donde “lo único que encontramos en la maleta es lo más
peligroso para el hombre, cosméticos de mujer”. La risa estalló en la
conferencia de prensa, aunque en Twitter y Facebook las respuestas
serias, contundentes y ácidas fueron lapidarias. Y algunos lo compararon con Jorge Falcón, el humorista, e incluso con el payaso Platanito. Terrible.
Además, nadie entiende por qué
enviaron al subprocurador Alfredo Castillo –el del caso Paulette y otros
controvertidos asuntos– a dar las explicaciones finales en donde están
las ruinas en que se convirtió el edificio B del complejo administrativo
de Pemex.
Por cierto, Carlos Romero Deschamps
seguramente viajaba en un jet privado junto con su hija y los perros de
ella, ya que se le vio fugazmente al principio y después reapareció al
sexto día, únicamente para decir que las plazas de quienes fallecieron
serían heredadas por sus hijos o familiares, algo que está en el
contrato de Pemex, sin duda, pero suena a rancio.
Fuimos entonces de la tragedia a la comedia, pasando por la desinformación.
*Periodista
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