¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
La mano extendida y el puño tras la espalda
MÉXICO, D.F. (Proceso).- 1.Se trata de dos relatos paralelos. Uno
luminoso. Otro una línea de sombra. Uno optimista. Otro ominoso. Uno que
conquista los corazones de la mayoría con la evidencia de un futuro
posible mejor. Otro que amenaza. Uno, el del nuevo PRI. Otro el del PRI
viejo y tan odiado por tantos.
El primer relato arrancó con una
campaña de spots que sembraron a la conciencia colectiva de imágenes
perfectas para nuestro tiempo. En especial aquel donde un atleta vestido
de Peña Nieto –traje, corbata, mocasines y pelo negro–, emprende una
carrera de parkour por edificios emblemáticos de la capital. México es
ese atleta, nos dice en imágenes el spot: en efecto, nuestro avance no
es un día de campo, requiere esfuerzo y audacia, conlleva peligros
continuos, podemos caer, pero hete acá que nos hemos preparado, no
atravesamos el Infierno ni estamos ciegos, lo podemos lograr y en el
trance disfrutar la gloria de la emoción.
Luego, vino la toma de
posesión, ordenada si se compara con la de hace seis años. Luego el
discurso inaugural del presidente en Palacio Nacional. Un discurso que
sorprendió por romper de tajo con la tradición priista de la retórica
almidonada y sembrada de acertijos, y entró sin disculpas al lenguaje
del materialismo del siglo XXI. Sin lemas, sin fugas a la filosofía, sin
patrioterismos y otras cursilerías, enumeró 13 ejes de gobierno. 13
metas factibles. 13 intenciones ambiciosas. Mismas que esa semana
habrían de publicarse en inserción pagada y a plana completa en The
Economist.
Si este gobierno cumple con la mitad de esas
intenciones, al final de su mandato podremos asegurar que la democracia
mexicana se ha vuelto un atleta del parkour triunfante.
Y por fin
al día siguiente, el Pacto. Un pacto entre los tres partidos grandes del
país que no es sino el acuerdo de cuáles problemas deben y pueden
resolverse desde el Estado y cómo. Un pacto no distinto al que es usual
en Alemania cada que un nuevo Canciller toma el mando y necesita
asegurar una mayoría en el Parlamento para cumplir un proyecto. Un pacto
que sin embargo en nuestro país, por inédito hasta hoy, resultó
deslumbrante y culminó el optimismo que toda la estrategia priista
buscaba.
2. Y ahora el relato ominoso que acompañó paso a paso al primero.
Horas
antes de la toma de posesión en el Congreso, en sus alrededores se
paseaban unos tipos uniformados con camisetas negras y pantalones
caquis. Y tubos y cadenas. Y un puño enguantado en cuero negro. Se
paseaban ante los policías federales, que no los abordaban, que no se
sorprendían de sus guantes de cuero negro, ni del uniforme, ni de las
cadenas y tubos. Lo muestran los videos que circulan en la red. Un
silencioso acuerdo reinaba entre policías y enguantados.
Mientras
Peña Nieto se terciaba la banda presidencial y extendía la diestra
limpia para jurar por la Patria, en las calles aledañas se había
desatado el caos. La violencia. La confusión. Los policías subían a
vehículos a personas que asistieron para repudiar al nuevo presidente o
simplemente a pasear o, como en un caso, a bolear zapatos para hacerse
de algún dinero.
Cinco horas más tarde un director de teatro con
el cráneo reventado ingresaba a un cuarto de cirugía y un estudiante a
un hospital, con un solo ojo, y 69 personas eran distribuidas en
cárceles. Eso en la capital de la República. De las trifulcas
simultáneas en otras ciudades del país carecemos de saldos.
Días
después del Pacto deslumbrante, 56 de los detenidos eran liberados, por
no haber cargos concretos contra ellos, y sí en muchos casos pruebas,
videos en su mayoría, de que no habían transgredido la ley.
¿Y los señores del guante negro, las cadenas, los tubos, el uniforme paramilitar?
De
ellos hasta ahora nada sabemos. Se desvanecieron como el humo. La
autoridad no se refiere a ellos. Pero en ellos está la llave del enigma
de nuestro momento histórico.
3. Se trata de dos relatos
inconexos, nos pide la autoridad creer. La memoria de lo que fue el PRI
del siglo pasado nos obliga sin embargo a la duda y ensombrece nuestro
optimismo. Ese viejo PRI que sabía tan bien contar el relato de las dos
manos. Una mano extendida en franca actitud de generosidad. La otra mano
hecha puño en la espalda, para golpear si fuera necesario.
En
1968 los estudiantes quisieron aprovechar la notoriedad que daban a
México las Olimpiadas para exhibir su descontento con el régimen
autoritario y forzarlo a reformas. El 2 de octubre, en el mitin de la
Plaza de las Tres Culturas, se diseminaron entre los estudiantes
provocadores que llevaban un guante blanco en una mano. Hoy se cree que
no sólo incitaron la trifulca que derivó en una matanza de estudiantes.
Historiadores del hecho aseveran que también dispararon pistolas contra
los inermes estudiantes.
En la ceremonia inaugural de las
Olimpiadas Díaz Ordaz extendió su mano limpia al mundo mientras en las
cárceles eran torturadas las víctimas de las manos enguantadas del PRI.
En
1972 el doble relato se repitió de forma más concentrada y más
tramposa. El presidente Echeverría Álvarez lanzó su promesa de llevar a
México al liderazgo latinoamericano mientras lanzaba entre los
estudiantes que protestaban a Los Halcones, una fuerza paramilitar. Una
semana después, Echeverría prometió él mismo guiar la investigación de
los hechos hasta dar con los culpables, mientras los intelectuales
sagrados del momento coreaban en sus columnas: “Echeverría o el
fascismo”.
La mano extendida y limpia, la mano en puño enguantada tras la espalda.
4. ¿Estamos ante ese vieja estrategia de un gobierno que usa dos manos?
Hay una sola forma, una sola, sólo una, de disipar la humareda de versiones. La verdad.
No
es creíble que las policías no hayan detenido a ni uno solo de esos
tipos enguantados, a menos que supieran quiénes eran. No es creíble que
en varias ciudades del país hubieran ocurrido trifulcas muy similares.
No es creíble que a una semana de los hechos la Secretaría de
Gobernación no sepa quiénes los contrataron, quiénes diseñaron su plan y
quiénes les pagaron y ahora los ocultan.
Si la nebulosa se instala como respuesta, sabremos qué doble relato hemos de vivir en adelante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario