¡¡Exijamos lo Imposible!!
Peña Nieto, el Gran Montaje: El discreto autoengaño de las encuestas
(Primera Parte)
Jenaro Villamil
Este sábado se presenta a las 16:00 hrs.
en la FIL de Monterrey el libro Peña Nieto,
el Gran Montaje,
de Jenaro Villamil. El domingo 21 a las 14:00 horas en la FIL de la Ciudad de México,
en el Zócalo.
Aquí les adelantamos en dos partes el capítulo dos del libro.
CAPÍTULO DOS
EL DISCRETO AUTOENGAÑO DE LAS ENCUESTAS.
Ante cerca de 800 integrantes del consejo
de Banamex,
el banco más grande de México,
el primer mandatario Felipe
Calderón soltó una confidencia que resultó una bomba.
Afirmó que la
contienda electoral del 2012 estaría mucho más pareja de lo que
indicaban las encuestas.
Y que ésta era una disputa entre dos
aspirantes:
el priista Enrique Peña Nieto y la panista Josefina Vázquez
Mota.
A su adversario en el 2006,
Andrés Manuel López Obrador ni
siquiera lo mencionó.
Calderón mostró gráficas de una encuesta
realizada por la empresa Mercadei, a petición de Los Pinos, donde se
veía que la aspirante presidencial de su partido, Josefina Vázquez Mota,
estaba a sólo 4 puntos de distancia de Peña Nieto. La brecha se había
acortado. No eran los 15 a 20 puntos que las anteriores encuestas habían
mostrado en sus sondeos publicados o difundidos en distintos medios
electrónicos e impresos
La guerra de las encuestas había
comenzado. En plena etapa de “veda electoral”. Y el primer disparo lo
lanzó el propio presidente de la República. Iniciaba una nueva serie de
hostilidades entre el PAN y el PRI, en vísperas de la ceremonia del Día
de la Bandera, el 24 de febrero de 2012.
El presidente del tricolor, Pedro Joaquín
Coldwell le reclamó airadamente a Calderón que hubiera convertido a la
presidencia en una “encuestadora patito” porque “los datos que está dando no coincide con ninguna de las encuestadoras serias de este país”.
Coldwell no sólo le reprochó a Calderón
su novatada demoscópica. Calificó de “imprudente” sus declaraciones y lo
acusó de violar la “veda electoral” o periodo intercampañas –entre el
16 de febrero y el 29 de marzo- que prohíbe actos de proselitismo
abierto, a favor de alguno de los aspirantes presidenciales.
“Esto es la mejor evidencia de que el
gobierno está actuando como parte del conflicto, como parte del
proceso…Polariza, repite la misma película que se dio en el 2006 y,
bueno, me parece que es verdaderamente una actitud muy imprudente del
presidente”, se quejó el dirigente nacional del PRI.
(Versión estenográfica, 23 de febrero 2012).
En el acto de conmemoración del Lábaro
Patrio, Calderón reculó. Se comprometió a ser imparcial. Atendió el
reclamo del PRI, pero no desmintió los resultados de esa encuesta que
citó ante la cúpula del banco más importante del país.
“Como presidente de la República actuaré
estrictamente apegado a la ley, velando por el buen desarrollo del
proceso electoral, manteniéndome atento a los riesgos que emerjan frente
a él, respetando los puntos de vista de los actores políticos y
sociales…Ser demócrata es mi más profunda convicción política, la
escuela en la que he sido formado toda mi vida”, arengó Calderón ante
las fuerzas armadas, en la Plaza de la Constitución.
(La Jornada, 25 de febrero 2012, p. 7).
Ni un desmentido al resultado de esa
“encuesta”. El lunes 27 de febrero, Calderón sostuvo una reunión privada
con Pedro Joaquín Coldwell en Los Pinos. Al día siguiente, la guerra de
declaraciones y acusaciones mutuas se suspendió por unos días. La
guerra de las encuestas había iniciado.
El periódico Milenio, empresa
vinculada a TVI, filial de Televisa, anunció que dejaba los servicios
del Grupo de Comunicación Estratégica, empresa encuestadora de Liébano
Sáenz y Federico Berrueto, dos destacados militantes priistas,
pertenecientes al grupo del ex presidente Ernesto Zedillo, que durante
los últimos dos años trabajaron para esa casa editorial. Sáenz y
Berrueto formaban parte del war room o “cuarto de guerra” del
equipo de asesores demoscópicos de Peña Nieto, en coordinación con
Alejandro Quintero, vicepresidente de Comercialización de Televisa. Para
esas fechas, su cercanía con el ex gobernador mexiquense era muy débil,
según los testimonios del propio equipo de campaña peñista.
Milenio cambió no sólo de casa
encuestadora sino de diseño editorial. Abandonó el color rojo que
caracterizó las plecas de las columnas de opinión y adoptó un azul muy
cercano al del partido gobernante. A través del canal MilenioTV, de
señal restringida, hizo una intensa autopromoción de los nuevos
resultados de la empresa GEA/ISA, la misma encuestadora que en el 2006
fue la primera en advertir que Felipe Calderón había “empatado”
técnicamente con López Obrador.
La nueva encuesta de la empresa fundada
por Jesús Reyes Heroles, ex director de Pemex en el sexenio
calderonista, y por Guillermo Valdés, titular del CISEN también en este
gobierno, le daba a Josefina Vázquez Mota una distancia de sólo 7 puntos
frente al priista Peña Nieto y una cómoda distancia de 12 puntos frente
al perredista López Obrador.
El ex gobernador del Estado de México
apareció con 36 por ciento de las preferencias, Josefina Vázquez Mota
con el 29 por ciento y López Obrador con un 17 por ciento. El porcentaje
de voto indeciso era de 17 por ciento, el mismo resultado del aspirante
perredista. Sin contar la respuesta de los indecisos, los márgenes de
ventaja de Peña Nieto aún eran ligeramente mayores: 43 por ciento,
frente al 35 por ciento de Vázquez Mota y 21 por ciento de López
Obrador. Es decir, 8 puntos de ventaja.
El margen de error, según GEA-ISA, fue de
más o menos 4 puntos porcentuales, mayor que el 3 por ciento en
promedio que dan otras empresas encuestadoras. Cuatro puntos menos para
Josefina la colocarían en el 25 por ciento que habían registrado otras
encuestadoras, pero cuatro puntos más daban un porcentaje muy similar al
que citó Calderón durante su encuentro con los integrantes de la cúpula
de Banamex.
Las reacciones en contra de la encuesta
GEA-ISA fueron inmediatas y críticas, sobre todo, por parte del PRI.
López Obrador desdeñó los resultados y confirmó que este ejercicio
demoscópico intentaba reforzar la imagen de una disputa bipartidista.
Para el ex jefe de Gobierno capitalino, se trataba del “PRI-AN” en
alianza para marginar a la izquierda.
La encuesta de GEA-ISA se sumó la
tendencia que reflejaron todas las encuestas divulgadas hasta antes del
inicio formal de la campaña electoral (30 de marzo del 2012), con la
excepción de Covarrubias y Asociados: la disputa por la presidencia de
la República es sólo entre dos candidatos que se emparejan.
Peña Nieto había disminuido sensiblemente
su ventaja de dos dígitos que mantuvo hasta antes de la crisis de la
FIL de Guadalajara y del desgaste de una precampaña que no levantó mayor
interés. En sentido contrario, Vázquez Mota era la novedad del momento.
Había triunfado en la contienda interna panista, frente al candidato
“oficial” o “calderonista”, Ernesto Cordero. López Obrador, a pesar de
ser el más conocido a población abierta, mantenía una intención de voto
entre 17-20 puntos porcentuales, según la mayoría de las encuestas
divulgadas en los medios.
Es la “historia” que los sondeos de
opinión trataban de contar antes del inicio formal de la campaña
electoral, según afirmó Roy Campos, director de Consulta Mitofsky, en
entrevista con Carmen Aristegui, el 2 de marzo. Es una “historia” más
que una instantánea del momento. Es la historia de la disminución en las
preferencias de quien ha sido durante cinco años el personaje más
popular en los sondeos: Peña Nieto.
Empezaba una trama típica de las
encuestas realizadas para exhibir mediáticamente y no para decisiones
internas de los partidos: formar parte de un manejo interesado de las
percepciones públicas y, al mismo tiempo, presionar a los partidos para
llegar a “arreglos” publicitarios no claros ni explícitos con los medios
que divulgan esos sondeos.
La encuesta divulgada el 14 de febrero
por Consulta Mitofsky le dio a Peña Nieto una ventaja de 40 por ciento
(incluyendo el 17 por ciento de los que no declararon su preferencia),
frente al 24 por ciento de Josefina Vázquez Mota y 18 por ciento de
López Obrador.
La encuesta de Ipsos-Bimsa, divulgada el 1
de marzo, le dio a Peña Nieto una ventaja de 36 por ciento; frente a 24
por ciento de Vázquez Mota y un 16 por ciento de López Obrador.
La empresa Parametría divulgó ese mismo
día otro sondeo más favorable para Peña Nieto con 48 por ciento de
ventaja, frente al 31 por ciento de Vázquez Mota y 19 por ciento de
López Obrador. Parametría fue la única que le dio 2 por ciento de
preferencias al candidato presidencial del Panal, Gabriel Quadri,
mientras otras empresas le daban menos de 1 por ciento.
La encuestadora Buendía & Laredo, publicada en El Universal, le dio una ventaja de 48 por ciento a Peña Nieto, frente al 32 por ciento de Vázquez Mota y 20 por ciento de López Obrador.
El 5 de marzo, la empresa BGC divulgó en Excélsior una
nueva encuesta, distinta a la de GEA-ISA: Peña Nieto mantiene su
ventaja de 47 por ciento, frente al 29 por ciento de Josefina Vázquez
Mota, y 23 por ciento de Andrés Manuel López Obrador. En esta encuesta
la distancia que se acortaba no era entre el priista y la panista sino
entre el perredista y la ex secretaria de Educación.
El dato más interesante de la encuesta de
GEA-ISA fue el siguiente: 9 por ciento de sus mil 800 encuestados
respondieron como “indecisos absolutos”, es decir, que no saben por
quién votar; y 30 por ciento se clasificaron como “indecisos con alguna
preferencia”, es decir, electores que podrían cambiar su voto. Un
universo de 39 por ciento de preferencia volátil.
Todas estas casas encuestadoras tienen un
denominador común: están vinculadas a alguno de los medios de
comunicación más importantes del país, especialmente con los
electrónicos, y con los grupos editoriales más fuertes que tienen una
relación especial también con Peña Nieto o con el gobierno de Felipe
Calderón.
Mitofsky, es la casa encuestadora de
Televisa y Radio Fórmula; GEA-ISA, trabajaba antes para Radio Fórmula y
ahora para Grupo Milenio; BGC para Grupo Excélsior, de Olegario Vázquez
Raña, propietario de estaciones de radio (Grupo Imagen), de canal 28 en
señal abierta, y del periódico Excélsior; Parametría, de Francisco Abundis, trabaja para El Sol de México, de
Mario Vázquez Raña, el principal grupo editor de periódicos que ha
recibido importantes convenios publicitarios del gobierno del Estado de
México; y Buendía&Laredo publica en El Universal, el periódico de Juan Francisco Ealy Ortiz, el de mayor circulación en el país.
Fuera de esta alianza
demoscópica-mediática, Covarrubias y Asociados trabaja para el PRD y ha
sido la casa encuestadora tradicional de López Obrador. Sus resultados,
por tanto, difieren sustancialmente del otro bloque de empresas
encuestadoras, sobre todo, en relación con el crecimiento espectacular
de Vázquez Mota y el estancamiento de López Obrador.
En la encuesta divulgada a mediados de
febrero, Covarrubias reveló que Peña Nieto tenía el 36.84 por ciento de
la intención del voto, frente al 26.36 por ciento de López Obrador y
23.64 por ciento de Vázquez Mota. La novedad en el sondeo de Covarrubias
es que suma los porcentajes de intención de voto de candidato y
partido. Esta peculiaridad metodológica refleja la fuerza real de los
candidatos, tal como aparecerán en la boleta del 1 de julio. De tal
manera que:
-Enrique Peña Nieto tiene el 33.90 por
ciento del voto por el PRI y 2.94 por ciento del PVEM, que arroja un
total de 36.84 por ciento.
-Andrés Manuel López Obrador tiene el
24.05 por ciento del voto por el PRD, 1.74 por ciento por el PT y sólo
0.57 por ciento por Movimiento Ciudadano (antes Convergencia) que suman
26.36 por ciento.
-Josefina Vázquez Mota tiene el 23.69 por ciento del PAN.
-Gabriel Quadri apenas el 0.30 por ciento del Panal.
Las Alianzas Mediáticas
No es fortuito el fenómeno de la alianza
entre grupos mediáticos y casas encuestadoras. Tiene una razón de ser
comercial y política: los resultados de estas encuestas preceden los
convenios de publicidad que firman los gobiernos y figuras políticas con
los medios de comunicación durante los procesos electorales. También
acompañan la difusión de spots que en la contienda del 2012
estarán controlados por el Instituto Federal Electoral. Sin embargo, en
materia de televisión restringida (donde Televisa tiene el dominio de
más del 50 por ciento de los abonados) el IFE no tiene poder de sanción
ni de vigilancia. Es campo abierto.
Una historia poco conocida del conflicto
entre Grupo de Comunicación Estratégica y el gobierno de Felipe Calderón
demuestra esta capacidad de presión-negociación entre casas
encuestadoras, medios y poder político.
Durante la campaña electoral del 2011 en Michoacán, GCE a través de Milenio le
dio una ventaja de más de 10 puntos a la candidata del PAN-Panal a la
gubernatura, Luisa María Calderón Hinojosa, hermana del actual
presidente. Los resultados en las urnas fueron muy distintos a la
percepción que quiso crear GCE-Milenio con estas encuestas.
Testigos de las negociaciones, cuentan
que el reclamo de Felipe Calderón a Televisa y a Grupo Milenio fue muy
airado. Les reprochó que GCE, de Liébano Sáenz y Federico Berrueto,
trabajaba para el equipo de campaña de Peña Nieto y no era imparcial en
sus sondeos. En su calidad de jefe de partido, Calderón se quejó por los
malos pronósticos de GCE que le dieron muy malos resultados al PAN, en
varias contiendas estatales. En especial, el caso de Michoacán, donde
perdió su hermana.
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