viernes, 25 de mayo de 2012

Aceptar a Espino demuestra caida de kike

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
El Yunque y el dinosaurio, una alianza desesperada
Jorge Canto Alcocer

Ahora sí tenemos una información que desmiente categóricamente las mentiras de las encuestas fraudulentas: con Peña a punto de ser rebasado por Andrés Manuel, El Yunque, la ultraderecha reaccionaria, le brinda al mexiquense el apoyo que el pueblo le ha negado desde un principio, y que hoy otorga a manos llenas al único candidato que representa sus intereses y que se ha comprometido por la transformación de México.

Puedo imaginar la inmensa tristeza, la desolación de miles de priístas convencidos, ciudadanos progresistas que por lealtad y por esperanza siguen apoyando al tricolor, al observar la inaudita escena: el icono de la intolerancia mexicana, el fascista más descarado y más mal hablado, uno de los confesos operadores del siniestro fraude que permitió la usurpación, abrazando y alzando los brazos de su candidato.

A lo largo de setenta años de gobierno, el PRI y sus antecedentes cometieron gravísimos errores, cayeron en la simulación y en la corrupción, le dieron al traste al desarrollo nacional, vilipendiaron nuestros recursos, permitieron la descarada injerencia del imperio del Norte y reprimieron los movimientos populares opositores; pero jamás se habían aliado de manera pública con sus enemigos ideológicos de la ultraderecha, como lo han hecho el nazi fanático de Manuel Espino y Peña Nieto.

Ciertamente ya se habían dado alianzas cupulares soterradas, como la que auspició la fraudulenta elección de Salinas en 1988, y la que apoyó la usurpación de Calderón en 2006. Pero esos vínculos los hemos podido descifrar al analizar los hechos y algunas declaraciones fragmentarias y contradictorias, pero nunca como ahora se había producido una vinculación abierta entre quienes, al menos formalmente, militan en posiciones contradictorias dentro del espectro político nacional.

La desesperada alianza de la más rancia y reaccionaria derechaque históricamente había combatido hasta con las armas al Estado priísta- con el PRI de Peña Nieto sólo es posible entenderla como consecuencia de la rebelión ciudadana que ha venido brotando cada vez con mayor claridad en las últimas semanas, y que tiene al candidato oligárquico a punto de ser superado por la emergente fuerza del movimiento popular.

En este contexto, la entusiasta y esperanzada participación de los jóvenes ha sido fundamental. Considerados por todos apáticos, nihilistas, ninis por flojera y comodidad, han despertado ruidosamente y nos han despertado, haciéndonos conscientes de que la transformación de México no es una idea exótica nacida en el cerebro de unos cuantos intelectuales, sino una necesidad imperiosa, urgentísima, improrrogable para la viabilidad del país.

Muchos de quienes hemos apoyado a Andrés Manuel y su proyecto ciudadanonecesario es reconocerlo- habíamos perdido en algo la esperanza al ver pocos frutos y armas insuficientes para combatir a los monstruosos medios de comunicación y las carretadas de dinero que amparan la campaña presidencial de Peña Nieto, pero las rebeldías juveniles nos han refrescado los ánimos y renovado las convicciones, mutando las dudas en certeza de victoria en esta lucha crucial para un país crucificado por la injusticia, la inequidad y la corrupción.

Ese mismo entusiasmo y seguridad de triunfo de quienes militamos en el movimiento popular se traduce en franca desesperación entre quienes pensaban haber asegurado otros seis años de dominios y privilegios. Ante la nueva situación, las formas y las congruencias se han perdido, y los pactos ocultos se han tenido que publicitar considerando de esta manera fortalecer la candidatura en crisis.

Nada más lejos de la realidad: los vínculos del PRI de Peña con el fascismo de Espino le arrebatarán al del copete cientos de miles de votos de ciudadanos progresistas que pensaban que la meta fundamental era sacar al PAN de Los Pinos. Con su alianza con lo peor de México, el PRI asegura su hundimiento y el movimiento popular la cercanía de su histórico triunfo.

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