Benito Juárez y su “hijo incómodo”
MÉXICO, D.F. (Proceso).- La reforma al artículo 24 constitucional,
aprobada el pasado 28 de marzo por senadores de los partidos PRI, PAN y
Verde Ecologista para otorgar mayores derechos a la jerarquía
eclesiástica del país es, a decir de la historiadora Esther Acevedo, un
“error total y contundente” pues México debe seguir siendo un Estado
laico, separado completamente de la Iglesia.
Al recordar que según
cifras oficiales 80% de la población es católica, y diferenciar a los
que se bautizan, hacen primera comunión, se casan, pero jamás van a
misa, la investigadora de la Dirección de Estudios Históricos (DEH) del
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) señala que ya de
por sí la influencia del clero en los ciudadanos es muy grande:
“Donde tiene más influencia es en la gente que no sabe leer, que no sabe
escribir, en la gente que no tiene educación y vota por el PAN –a pesar
de ser la gente más pobre del mundo–, al cual los pobres no le
importan.”
Y advierte de las atribuciones que podrían tomarse los clérigos:
“Ya los vamos a ver (diciendo): ‘Voten por el PAN, por los partidos que
no permiten el aborto, que no permiten los matrimonios gay’. O sea, por
todas las cosas que se han ido ganando para ser ciudadanos del siglo
XXI. Es lo que dice ahora la Iglesia. Ya no dice no voten por el PRI o
por el PRD, sino que no voten por los partidos que hacen esas cosas. ¡Es
terrible!”
La también especialista en historia del arte del siglo
XIX acaba de dar a conocer su más reciente libro, Por ser hijo del
Benemérito. Una historia fragmentada. Benito Juárez Maza 1852-1912, en
el cual mediante documentos y fotografías, en su mayoría inéditos,
reconstruye la historia de quien podría llamarse “el hijo incómodo” del
presidente Juárez.
Considerado por muchos como un personaje
secundario y hasta un inepto que no supo gobernar el estado de Oaxaca,
su biografía arroja luz sobre la lucha por el poder en el siglo XIX y
principios del XX –que no difiere de la actual–, sobre la Revolución
Mexicana y sobre los grupos masones que han operado políticamente en
México.
Fue amigo de Porfirio Díaz, se acomodó junto con su familia
como una clase de élite de la época, fue su representante diplomático en
el extranjero y hasta opinó que el dictador debería quedarse, mientras
sectores de la sociedad de entonces pedían su destierro.
“No
obstante su carácter fragmentario, la historia junto con los eventos que
la rodean hacen posible el recuento de la vida de una clase
privilegiada no sólo en el sentido económico, sino también de sus
vínculos con el poder hacia arriba y hacia abajo… En suma, nuestro
objetivo se convierte en reconstruir una época a través de los
fragmentos de vida de un individuo cuya característica, para bien o para
mal, fue ser el único hijo varón que sobrevivió la infancia, heredó el
apellido, el nombre y la fama de su padre, el Benemérito Benito Juárez
García.”
Así lo explica Acevedo en la introducción del volumen de
223 páginas, editado por el INAH. Para reconstruir esa historia, la
investigadora tuvo acceso al archivo de la familia Klerian Jamin, en el
cual hay libros, más de 3 mil documentos y más de 250 fotografías, se
encargó de ordenarlo, clasificarlo y asegurarse de que se conserve ahora
en carpetas libres de ácido.
Narra la historiadora que el
presidente Juárez no heredó a su hijo su archivo personal, quizá lo
consideraba propiedad del Estado. En su testamento aparecían cosas como
sus camisas o joyas. El archivo se quedó en manos de su hija Manuela,
casada con Pedro Santacilia. Benito Juárez hijo –a quien llamaban Beno–
lo reclamó a través de cartas pero se lo negaron. El acervo llegó años
más tarde al Monte de Piedad; Porfirio Díaz aportó el dinero para su
rescate y lo envió al Museo de Historia. Actualmente se encuentra en
manos de la UNAM y una pequeña parte en el Archivo General de la Nación.
Sin embargo, el archivo del propio Beno pasó a manos de su esposa, de
origen francés, María Klerian. Como no tuvieron descendencia, ella lo
heredó a su hermano Eugène, quien procreó un solo hijo. Él se casó con
María Elena Jamin Jiménez y tuvieron tres hijos, María Eugenia, René y
Héctor, poseedores en la actualidad de ese histórico fondo, ubicado en
la Ciudad de México.
El título del libro alude al trato privilegiado
recibido casi desde su infancia por Juárez Maza, en cuya
correspondencia se encuentran constantemente las frases: “Por ser hijo
del Benemérito, usted debe saber…”, “Por ser hijo del Benemérito, le
vamos a entregar…”. Llega un momento en el cual va desprendiéndose del
apellido Maza y hasta utiliza los sellos con los cuales su padre cerraba
su correspondencia.
También fue liberal y participó y ganó las
elecciones con Francisco I. Madero, pero llegado el momento buscó la
relección pues “no entiende qué es la Revolución, no había una ideología
para luchar por la no relección, era un ‘quítate tú, para ponerme yo’.
La relección era vista como ‘ya se quitó a don Porfirio’, y ni siquiera,
porque todavía pide que no se vaya”.
–¿Seguimos viviendo esta lucha
de poderes que no es ideológica, sino de personajes que lo mismo están
en un partido que en el otro porque lo que quieren es un puesto
político?
–¡Mmjj! Y esto es grave cuando se da en la persona del
hijo del Benemérito. Me preguntaban: ¿va a seguir con el asunto de los
hijos de los presidentes? Y dije: ‘¡Ay no, Dios mío, yo no me meto
ahí!’.
–¿Desprestigia al Benemérito que aparezca esta historia de su hijo?
–No, yo creo que, desde el punto de vista actual, cada quien tiene su independencia.
El libro se presentará el próximo 19 de abril en el Instituto de Artes
Gráficas de Oaxaca (IAGO) y el 3 de mayo en el Museo del Estanquillo, en
el Distrito Federal.
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