María Teresa Jardí
El odio a Salinas enceguece. Y no es que no merezca ese odio, quien sí fue entrenado en Harvard, para implementar aquí, aunque disfrazado con el nombre de neoliberalismo, el sistema capitalista a la mexicana con el que hoy ya ha logrado otro entreguista, usurpando, acabar con la posibilidad de vida civilizada para el conjunto de mexicanos.
No hay punto de comparación entre Jorge Carpizo y Miguel de la Madrid. Jorge era, ante todo, un gran académico aunque ahora se olvide y se pretenda juzgar su vida como si solamente hubiera sido un político a la mexicana. Lo que, en todo caso, solamente fue Jorge durante seis años de su vida.
Es cierto que se equivocó, como otros, al creer en que era verdad lo que decía Salinas y de la Corte, de la que, además, habría sido expulsado por Zedillo, con el golpe de Estado que le dio a la misma para convertirla en la cabeza de un Poder desarmado de arriba abajo en su estructura ética, lo salió Carpizo, luego de que Jorge se entrevistara con Salinas, a petición suya, para denunciarle que era escandaloso que la policía torturara para obtener confesiones que, además, validaban los jueces sentenciando en términos de lo que la policía les ordenaba, para crear y ser el primer Presidente de la CNDH. A Carpizo le dolía México, porque Carpizo amó siempre, por sobre todo, a su país por el que estuvo incluso dispuesto a vivir en el infierno o lo largo de un sexenio como funcionario público.
Jorge Carpizo estudió y obtuvo su doctorado en la UNAM. No venía de una familia rica. Su padre tenía un pequeño negocio de venta de coches con el que mantenía a su familia medianamente. A Jorge le gustaba contar que hasta los quince años durmió en una hamaca y que recién supo lo que era dormir en una cama, cuando a un gobernador, de Campeche, le gustó el negocio de su padre y obligada se vio la familia a trasladarse al D.F., se podría decir que como desplazada política de la corrupción gubernamental que entre la clase política mexicana ha existido siempre, al punto de haberse convertido, entre esa clase en genética aunque también haya acabado por afectar a la sociedad casi por entero. Pero de Carpizo nadie puede decir sin mentir que se benefició económicamente del sistema ni con un peso. Carpizo no fue jamás un hombre corrupto y vivía bien porque trabajaba en la UNAM y era investigador de tiempo completo, con el salario que obtenía por pensar que es mucho decir comparado con los que mantenemos los ciudadanos, a pesar de que no sólo no nos sirven, tampoco al pueblo representan y no saben ya lo que es pensar afectadas que tienen las neuronas, entre otras cosas, por el ejercicio del poder a la mexicana.
El aporte de Carpizo son sus libros y su crítica, a lo que él llamó los poderes metaconstitucionales del presidencialismo a la mexicana que hoy, a lo bestia, se otorga el que usurpa, reconociendo con el cinismo, que ha suplido a la vergüenza, Calderón que la llegada que lo llevó a sentarse en la silla del desprestigiado, también, Poder Ejecutivo, se dio “haiga sido como haiga sido”. Sus libros son el gran aporte de Jorge Carpizo. Nada que ver con Miguel de La Madrid, quien, académico ante todo, deja al país una gran e imprescindible obra escrita de cara al cambio al Estado de Derecho que quizá se construya aquí algún día.
Carpizo fue un hombre conservador con una ideología más de derecha que de izquierda, ciertamente. Lo que no negó nunca. Creyó en la buena fe de Salinas, como creímos otros, al igual que muchos otros, como AMLO, por ejemplo, creyeron en Echeverría.
Carpizo creía en lo de ser un hombre de Estado y, por ende, en las razones de Estado. Pero eso no le impidió tampoco estar haciendo, en el momento de su extraña muerte, las denuncias con respecto al retroceso en materia de derechos humanos que con la usurpación panista se han dado. Cuando funcionario público, un sexenio a lo largo de su vida, obró como un hombre de Estado. Pero dejó a “El Chapo” preso como procurador general de la República y logró un IFE respetado, aunque eso haya durado sólo mientras él fuera secretario de Gobernación del Estado mexicano, hoy convertido del todo en narco-estado y desarmado del todo en su estructura ética.
Por supuesto que Carpizo se equivocaba y por supuesto que cometía, como todo ser humano, errores. Pero Carpizo fue un hombre que quiso a México por sobre todas las cosas, y un hombre honesto a carta cabal a lo largo de toda su vida.
4 comentarios:
claro que fue corrupto. parte de una mafia de porqueria. persiguiendo a periodista. que porqueria de gente, carpizo fue un ¨intelectual¨ sirviente de los asesinos narcos.
claro que fue corrupto. parte de una mafia de porqueria. persiguiendo a periodista. que porqueria de gente, carpizo fue un ¨intelectual¨ sirviente de los asesinos narcos.
no fue corrupto dices te recomiendo que leas declaraciones de Mario Ruiz Massieu quien acuso a carpizo de estar coludido con los crimenes de Colosio y Jose Francisco Ruiz Massieu
no fue corrupto dices te recomiendo que leas declaraciones de Mario Ruiz Massieu quien acuso a carpizo de estar coludido con los crimenes de Colosio y Jose Francisco Ruiz Massieu
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